miércoles, 28 de noviembre de 2012

25N

Cada 25 de noviembre seguimos recordando a las mujeres que padecen la violencia de género. Como sociedad, no podemos seguir permitiendo esta lacra que nos empequeñece. Hagamos de cada día un 25N hasta que no sea necesario resaltarlo en el calendario. Basta.

Tenemos que seguir recordando, alzando la voz, abrumándonos por las cifras, por sus consecuencias, avergonzándonos, deberíamos todos, me temo, otro 25 de noviembre. Sí, sí, sigue siendo el 25 de noviembre el Día Internacional Contra la Violencia de Género. Un año más, y me temo que lo seguirá siendo en los venideros. Y un año más repetiremos en voz alta que ojalá no lo sea nunca más, y hablaremos de lacra social, de expresión más violenta del machismo, encenderemos velas, enumeraremos las víctimas, nos rasgaremos las vestiduras, hasta puede que participemos en algún acto conmemorativo/reivindicativo, expresaremos nuestra solidaridad y cuanto a usted más se le pueda ocurrir, y cabe la posibilidad que lo sigamos haciendo el año que viene, y el otro, y el otro, y el de más allá. Seguirá siendo necesario denunciar la barbarie otro 25 de noviembre porque seguiremos sin agitar los cimientos, las entrañas, las raíces, que mantienen y alimentan la violencia de género, la violencia contra las mujeres. No nos atrevemos a afirmarlo categóricamente como sociedad, y no me refiero desgraciadamente a nuestro país exclusivamente, porque es una pandemia mundial, somos machistas. Obscenamente machistas. Nuestra educación, nuestros rasgos más íntimos, nuestros comportamientos, incluso nuestros insultos y bromas, esas supuestas gracietas, comen y beben del machismo histórico, ese que nos han ido inculcando generación tras generación. Menospreciamos a las mujeres, seamos claros, admitámoslo, nos les permitimos que accedan a puestos de responsabilidad salvo en casos excepcionales, y por justificar unas injustificables cuotas que nunca llegan a producirse. Las relegamos a espacios decorativos, en la publicidad, en la sociedad, en la política, en el deporte, en la cultura, en todos los ámbitos, y no hacemos nada, absolutamente nada, por evitarlo.
Pensar que el machismo no es la chispa que enciende la fatal llama de la violencia de género es, simplemente, no querer apartar la venda de los ojos y descubrir la auténtica y cruda realidad. Basta detenerse un instante, en todos esos casos que se dan en países menos desarrollados, en todos los sentidos, donde las mujeres sufren crueles condenas y torturas, más propias del medievo que del siglo XXI... Sigue leyendo

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