domingo, 29 de junio de 2014

EL SUEÑO DE UN HIPPIE, NEIL YOUNG

Quiere que su colección de automóviles traspase el túnel del tiempo, que recorran las praderas, las interminables autopistas, que sus motores suenen a limpieza y mecánica. Quiere que Ben Young alcance todos sus sueños, que sea un hombre en toda su plenitud. Quiere que le sigan amando como hasta ahora, sin olvidar los amores del pasado que siguen estando muy presentes en su interior. Quiere que la música que escuchamos suene a verdad, que la tecnología no camufle las válvulas de los amplificadores, que los megas no devoren el latido real del bombo. Quiere volver a tocar con la Crazy Horse y en aquel festival que conserva con sabor amargo en la memoria. Quiere seguir componiendo sublimes canciones, no especular con su guitarra. Quiere seguir siendo él mismo, Neil Young.
Tras el apabullante y desnuda Commando de Johnny Ramone, Malpaso Ediciones nos vuelve a ofrecer otra autobiografía memorable y absolutamente recomendable, en esta ocasión de Neil Young. Pieza clave para entender el rock de los últimos cincuenta años, estrella indiscutible en el sentido más esencial, creador de algunas de las más hermosas canciones que se han compuesto. Neil Young es el músico de otro tiempo que ha sabido adaptarse a todos los otros tiempos por los que ha transitado, ya sea en solitario o acompañado: Buffalo Springfield, Crazy Horse, Crosby, Stills and Nash, o, no hace tanto, junto a Pearl Jam. Eterno, no es un adjetivo exagerado.
El propio Young reconoce que comenzó a escribir El sueño de un hippie como terapia, ante la necesidad de estar alejado de los escenarios tras la fractura de un dedo... sigue leyendo en La Tormenta En Un Vaso 

jueves, 26 de junio de 2014

ANA MARÍA MATUTE

Uno de mis recuerdos más lejanos se remonta a la noche en que vi correr al Unicornio que vivía enmarcado en la reproducción de un famoso tapiz. Con asombrosa nitidez, le vi echar a correr y desaparecer por un ángulo del marco, para reaparecer enseguida y retomar su lugar; hermoso, blanquísimo y enigmático. 

Ana María Matute

martes, 24 de junio de 2014

SOLO LOS VAMPIROS SOBREVIVEN

Sangre como alimento de vida, la noche como aliada, poderes excepcionales, capas y colmillos, estacas y crucifijos, ajos y cuellos seductores, la inmortalidad. Se han rodado miles de películas protagonizadas por vampiros a lo largo de los años, desde el presunto historicismo o respeto por la obra original o desde la comedia, el romanticismo o desde la pornografía. He visto cientos de películas y series de vampiros, terroríficamente malas en un porcentaje muy alto, gloriosas algunas de ellas, deliciosas unas cuantas. La mayoría de nosotros tenemos nuestra propia selección de pelis favoritas de vampiros, y raramente coincidimos en los primeros puestos cuando nos encontramos con otros forofos. Es difícil escoger y seleccionar, que se lo pregunten a Del Bosque, ante semejante avalancha. Todas ellas, de un modo u otro, e incluyo las producciones más espantosas, esas que ni la Serie B o la Z son capaces de englobar, me han interesado. Porque todas ellas, desde el esperpento, desde la innovación, desde el atrevimiento o desde el respeto por las más tradicionales reglas, me han aportado una nueva clave, un nuevo ángulo del mundo vampírico. Les debo una novela, una colección de relatos, un ensayo, estudio o lo que sea, un artículo me sabe a poco. Es un mandato que me autoimpongo y que espero sea realidad un día de estos. No soy el primero, tampoco seré el último. En realidad, en multitud de ocasiones, el vampirismo es la excusa para abordar otras cuestiones, o para profundizar en la esencia de este género: la trascendencia. La permanencia, el horror a la muerte, al silencio, a la soledad, al vacío.
El Drácula de Coppola, Entrevista con el vampiro, de Neil Jordan y la saga de Blade, sin olvidarnos de la fulgurante Cronos de Guillermo del Toro o de Los viajeros de la noche de Kathryn Bigelow remozaron/actualizaron un género que muchos intuyeron como agotado tras el maratoniano ejercicio de las décadas anteriores. Años más tarde, la saga Crepúsculo convirtió a los vampiros en un fenómeno adolescente planetario, consiguiendo que decoraran con sus colmillos y su palidez las carpetas de millones de jovencitos. Plenamente establecidos, actualizados, cada poco estrenan una nueva serie o película, como la que ha llegado a los cines en los últimos días: Solo los amantes sobreviven ... sigue leyendo en El Día de Córdoba

jueves, 19 de junio de 2014

CANDADOS

Lo vimos en todos los periódicos e informativos, esas noticias que tanto gustan. Varios operarios, cortafríos en mano, pasaron varias horas liberando al Puente de las Artes de París de sus conocidos candados. Millones de candados, ni un hueco libre, recreando un mosaico de acero, hierro y dorados sobre las aguas del Sena. Tantos candados, supuesta representación del amor, que el viejo puente, ya no está para estos trotes, corría peligro. Pero no, volverán a llenarse los huecos, no tardarán sus liberados barrotes en albergar nuevos miles de candados. Es el puente más famoso por esta incomprensible tendencia, pero no es el único que la padece. Los puentes invadidos por los candados se repiten a lo largo del mundo, de Nueva York a Sevilla, pasando por Londres. A pesar de lo reciente de la tradición, cuentan que hasta la llegada del nuevo Siglo no comenzó esta “extraña” moda –dicen que de origen húngaro-, no ha tardado en extenderse, no sé yo si su inventor o iniciador cobra algún tipo de royalties o si hay alguien que lo considere un mesías, un Steve Jobs, un Einstein de las tendencias, cualquiera sabe. Lo mismo sucedió con las monedas en las fuentes, que nos ha faltado poco para rellenar con euros, antes con pesetas, las fuentes de los colegios, de los centros de salud o de los parques públicos, y es que vemos un chorrito de agua y la mano se nos va sola, moneda al canto, en plan canasta de baloncesto. La moda esta de los candados es una de esas imágenes que no logro entender, que no relaciono con lo que trata de representar, por mucho que me esmere, y me esmero un rato. Por eso la considero incompresible y extraña, porque casi la considero un insulto, un atentado en toda regla contra lo que debe suponer el amor. ¿Un candado, esa es la imagen que tenemos del amor?
Representar el amor bajo la forma de un candado, es como decir que una mazmorra es la imagen que mejor define a la familia o unos tapones para los oídos a la música. ¿Y por qué no unos grilletes para recordar a la libertad o una mordaza cuando defendamos la palabra y la libertad de expresión? También se me ocurre, ya puestos, que una cueva es la definición visual de la luz y que unas muletas o unas aspirinas representan como ningún otro elemento a la salud. Y los nuggets de pollo congelados a la alta cocina, y Mourinho al fútbol de ataque y Wert a la sensatez, pura contradicción o pura ironía que yo no termino de entender, cortito que es uno. Además, por verle más peros, lo de los candados es una horterada en toda regla, nos guste o no, una moda inocua, insensible y vacía, que repetimos por inercia autómata, porque lo hacen los demás. Si tuviera algún matiz ingenioso, bello, lúdico, de verdad que lo entendería, pero es que no lo encuentro por más que lo busco. O sea, no es una horterada del tipo Eurovisión, que es esencialmente hortera sin ninguna otra pretensión. Esto es un horterada con pretensiones, o al menos supuestas, y se queda en ese tenebroso término medio que no me atrevo a calificar.

Horrorizado recorro los puentes, comprobando que esta moda que nos muestra al amor como un candado se extiende como una plaga bíblica. Dese una vuelta y descubrirá que no es una exageración mía. Iker Jiménez debería estudiar este fenómeno con profusión y profesión, ya que no me cabe duda que se trata de un asunto que debemos englobar en la ciencia ficción. O incluso en la perversión. Un amor a base de candado, y la llave se lanza a las profundidades del agua, claro, para que nadie pueda abrirlo en el futuro. Eres mía, eres mío, y la hipoteca la pagamos a medias, faltaría decir. En modo pelos de punta me hallo, de verdad. Y luego nos extrañamos de ciertos comportamientos y actitudes, cuando previamente sonreímos y hasta participamos en esta supuesta entronización del amor subyugado, a la fuerza, bajo llave, unidos los amantes por un candado. En estas elucubraciones mías, retomemos a Iker Jiménez de nuevo, imagino a los integrantes de muchas de las parejas que se encomendaron a los poderes del candado sintiendo paz, alivio, descanso, liberación incluso, después de que los operarios parisinos acabaran con el mágico y acerado símbolo de su unión. Y hasta me imagino a más de una y uno, con traje de neopreno, zambulléndose en las profundidades del Sena. Y hasta en las del Guadalquivir.  

martes, 17 de junio de 2014

SOLO LOS AMANTES SOBREVIVEN

Resumen de las críticas aparecidas de Solo los amantes sobreviven de Jim Jarmusch: Si te gusta el cine de Jarmusch te gustará. O sea, si no te gusta el chorizo no pidas nunca un bocadillo de chorizo porque lo más probable es que no te guste. Me gusta Jarmusch, y esta película especialmente, y no me gusta nada el chorizo, ya sea en bocadillo o en plato. 

lunes, 9 de junio de 2014

RELLENO REAL

Me disponía a comenzar la redacción de este mi artículo semanal sobre la petición de la organización Facua para retirar del mercado esos bikinis con relleno para niñas entre 9 y 14 años ofrecidos por un conocido supermercado cuando las portadas de los periódicos cambiaron en un solo segundo. Me disponía, como digo, a redactar mi artículo semanal cuando la actualidad de nuestro país, más allá de la política o del deporte, que ya es decir, quedó eclipsada por el anuncio del Rey Juan Carlos. Se va, se retira, se jubila, se pira, se quita de en medio, abdica, en definitiva. Y puede que lo haga en el peor momento para la institución que ha regentado durante casi cuatro décadas: desprestigiada por los líos de su yerno, también por algunas meteduras de pata propias, esos elefantes aún siguen coleando, fatigados los españoles de los poderes institucionales, después de varios años de sangrante crisis. Como era de imaginar, y también de esperar, las redes sociales, las tertulias y, sobre todo, la calle comentó la noticia en clave de futuro, y enarbolando opciones muy distantes entre ellas. III República, El Rey Abdica, Felipe VI y Elige Tu Rey fueron los hashtags dominantes durante el día en Twitter. ¿Y ahora qué hacemos?, me pregunto. En primer lugar, creo que es justo evaluar la trayectoria del rey que se va. Los últimos cuarenta años han sido los mejores de la historia de España, en Democracia, en libertad, en paz, nos hemos normalizado como sociedad, y eso que partíamos de las peores condiciones. Indiscutiblemente, nunca sabremos si nos habría ido mejor o peor si hubiéramos optado por la República. Juan Carlos ha sido el mejor rey que ha tenido España, es evidente, aunque me temo que ese no es un argumento de peso, si tenemos en cuenta las habilidades y personalidades de sus antecesores. En cualquier caso, se va dejando tras de sí muchas luces, es cierto, pero también sombras, algunas de ellas abisales.
Siempre me ha llamado la atención la confusión existente en nuestro país en torno a la República. No representa una opción política, no implica necesariamente decantarse por la izquierda, la derecha o el más allá. Es... sigue leyendo en El Día de Córdoba 

martes, 3 de junio de 2014

JUNIO Y ESO

Nunca me ha gustado Junio, nunca. Es un mes que me incita a esquivarlo, a sobrepasarlo cuanto antes, evitarlo si pudiera. Despertar en julio tras un sueño intrascendente, pero no hay somnífero tan potente. El calendario es más que nosotros y nuestras apetencias, mucho más. Y no sucede como con el invierno, que te puedes largar a otros países a la caza de un verano perpetuo. No, vayas a donde vayas, habrá un mes de junio, diferente o parecido al nuestro, pero junio a fin de cuentas. Y ya lo tenemos encima, recién estrenado, con su flequillo sudado, sus alpargatas de lona, su polito con el cuello engarrotado y sus insomnios varios, fiel a su estilo. Me sigue sin gustar, nada, por mí que se largue cuanto antes, que conozco de sus trucos, de sus traiciones, de sus zancadillas cuando menos te las esperas. Desde que recuerdo mantengo esta mala relación con junio, puede que sus célebres exámenes influyeran, indiscutiblemente. Nunca fui un estudiante constante, me encomendaba a esa última noche en vela, saturado de cafés, colas y nicotina, cuando no al clavo ardiendo o a la manufactura de todo tipo de chuletas. Creo que aquellos diminutos rodillos escritos con letra microscópica se aliaron con esta miopía que permanece fiel y perenne en mis ojos desde entonces. No recuerdo un solo examen que aprobara gracias a aquellos celulares artilugios, y aún así me entregaba a su elaboración, examen tras examen, un junio y otro... sigue leyendo en El Día de Córdoba