lunes, 23 de diciembre de 2013

SALUD


CREO que aún nadie lo ha declarado, pero no me cabe duda de que hoy (22 de diciembre) es el gran día de la salud. Salud balsámica, consoladora, la salud como placebo, me refiero. No nos ha tocado la Lotería, pero tenemos salud, que es lo verdaderamente importante. No tenemos trabajo, nos han bajado el sueldo, nuestras pensiones son cada más bajas, nos recortan en dependencia, educación y en todo lo demás, y no nos ha tocado la Lotería, pero tenemos salud, eso sí que es lo fundamental, que nadie lo dude. Nos toman el pelo cada día, legislan que seremos menos libres, menos protestones, hasta han comprado un camión manguera para disuadirnos, y no nos ha tocado la Lotería, pero tenemos lo mejor que puede tener una persona: salud, lo más grande. La pobreza comienza a ser una realidad que ya nadie puede esconder, por mucho que se empeñen, nuestros zapatos viejos duran dos segundos en el contenedor de la basura, dos días después los puedes ver en los pies de un vecino, parecía que no estaban tan mal, pero están tan mal, claro que lo están, y no nos ha tocado la Lotería, pero no nos falta la salud, que es el mayor tesoro que puede tener una persona. Nos anuncian brotes verdes como el que anuncia boquerones en vinagre, que todo irá a mejor, que lo peor ya ha pasado, pero tú contemplas cada día ese peor como un presente inmutable, invariable, y no nos toca la Lotería, ni el Gordo, ni el segundo, si el tercero, ni hablamos de la pedrea, que tampoco, ya puestos, pero somos unos afortunados, de qué nos vamos a quejar, pero que egoístas somos, qué falta de escrúpulos, nos queda la salud, el mayor y mejor bien, y que eso nadie lo dude porque no hay duda alguna. 

Volvemos a ser emigrantes, ya sin banda sonora, sin billete de regreso, buscamos las oportunidades, -sobre- vivir, en lugares lejanos, sin raíces, sin los nuestros, y no nos ha tocado la Lotería, nada de nada, y eso que llevabas cinco números, que este año no querías comprar, pero pasa lo que siempre pasa, cómo vas a llegar al bar, al trabajo o al portal y van a estar todos brindando con cava y tú no, pero no pasa nada si no brindamos, o hagámoslo por el gran motivo: tenemos salud. Nos suben la luz, la pobreza energética ha recuperado las mantas y los viejos jerseys de los altillos, nos muestran un Bankia cortijero, amañado, áticos blanqueados sin escrúpulos, y no nos ha tocado la Lotería, pero no nos quejemos... sigue leyendo en El Día de Córdoba

martes, 17 de diciembre de 2013

SELFIE

Selfie, autopostureo fotográfico. Acabará siendo deporte olímpico. Obama, favorito a conquistar la medalla de oro. Pobres de nosotros...

ME pongo hoy un poquito hipster. No se preocupe, no le voy a pedir que se plante unas gafas de pasta, tampoco que me lea mientras escucha a Arcade Fire. Será menos gravoso, se lo aseguro. Vaya, ahora resulta que se llama selfie, y dicen que es una de las palabras más empleadas en el último año, anda que no. Sí, claro, es inglés, o algo parecido, En realidad, selfie es la traducción de una de las palabras que más me horripilan: postureo. En este caso concreto, para ser más exacto, estaríamos hablando de autorretrato postureo, ahí queda la cosa. Y no sólo me horripila postureo por su significado, que también, es básicamente por una cuestión sonora, es fea de narices la palabreja, aunque tras detenerme un instante a pensarlo también me espanta por la relación que -puede que sólo yo- establezca con el perreo, ese ritmillo repulsivo, con baile incorporado, que nos vendieron hace unos años, y que era a la salsa lo que Camela al flamenco -y que cada cual escriba el adjetivo que considere más conveniente-. Se ha hablado mucho del selfie tras el entierro de Mandela, y eso que el fallecido líder sudafricano era justamente lo contrario a lo que representa el postureo. Un hombre íntegro, nada fingido, esencia de valores, defensor de las libertades y la igualdad. Mandela era postura, postura, clara, contundente, sin aristas, esencial y básica, transparente y honesta. Pues curiosamente, tras el entierro de Mandela hemos tenido conocimiento que en el "durante" se produjo el mayor selfie de la historia mundial de los selfies mundiales -que seguro ya existe tal clasificación-. Así, en negrita y cursiva, a lo bestia, ya que estuvieron implicados Obama, el hombre entre los hombres del mundo mundial, el presidente de los Estados Unidos de América, oh yeah, su propia esposa, Michelle, la primera ministra de Dinamarca, Helle Thorning Schmidt, así como el del Reino Unido, David Cameron

Así, a lo rápido, que todo el mundo las ha visto, las imágenes reproducidas por los medios de comunicación nos muestran a un Obama, muy risueño y efusivo, tonteando con la danesa, que es la que realmente ejecuta el selfie, ya que el smartphone es de ella, y junto a ellos un Cameron que se quiere agregar a la fiesta, más por inercia que por complicidad, ya que tiene cara de qué está pasando aquí que no me entero. Pero la imagen entre las imágenes, es la de la expresión de labios contraídos y mirada afilada de Michelle Obama. Cara de "pero qué tonto es mi marido", básicamente. Por la importancia de los participantes, este selfie -no es que me haga mucha gracia la palabrilla, pero es que mucho peor su supuesta traducción al español- ha sido una de las grandes noticias de esta semana. Tal dimensión ha alcanzando que hasta ha eclipsado a la colección de perlas del ministro Montoro, imagínese, no es cualquier cosa -este hombre debería pensarlo un poquito antes de abrir la boca-. Una imagen, la de los Obama y acompañantes, que no sólo han sido muy vistas, también y, especialmente, muy comentadas. Y lo que me ha llamado la atención son las diferentes... sigue leyendo en El Día de Córdoba

sábado, 14 de diciembre de 2013

LA INFANCIA DE JESÚS

Muchos lectores hemos llegado a La infancia de Jesús con excesivas cautelas, previendo hecatombe, engaño y demás. En esta ocasión, las críticas, reseñas y recomendaciones, especialmente las procedentes de algunos autores relevantes de la escena literaria española, no han estado del lado del Nobel sudafricano. Más bien, todo lo contrario.
Debo de reconocer que sólo influyen en mi acercamiento a una novela determinados críticos, y no me refiero únicamente a las críticas que podríamos calificar como positivas. Es decir, que a ciertos críticos no le guste determinada novela se transforma en curiosidad, por lo menos, y hasta en una auténtica recomendación, así haya sido el grado ensañamiento por parte del susodicho.
En cierto modo, la obra de Coetzee es muy difícil de valorar, raramente ha conseguido la unanimidad de crítica y lectores. De hecho, es frecuente encontrarte con otro lector que te señala cimas literarias de Coetzee muy diferentes a las que tú mismo puedes señalar. En el caso concreto de La infancia de Jesús, yo la situaría en la gama media, aunque si considerase a Elizabeth Costello en esta misma gama, el título que hoy nos ocupa sería gama alta, o baja si creyese que Hombre lento o Desgracia son gamas medias. En definitiva, no considero a La infancia de Jesús entre los grandes libros de Coetzee, pero eso no impide que la catalogue como una estupenda novela.
Es más, creo que es de agradecer que un autor como Coetzee, cómodamente instalado en el olimpo literario, con su Nobel y demás trofeos en las estanterías, se atreva a estas alturas de su trayectoria en ofrecernos una obra tan diferente a las que nos tenía acostumbrados. Que asuma riesgos, hasta el punto de generar la controversia, incluso entre sus lectores más fieles o entre los críticos más reconocidos.
Hay quien ha calificado esta novela como una sátira, como una crítica malvada, como una burla o como un remake bíblico; hay quien ha llegado a calificarla como una pesada broma, y puede que haya algo de todo eso, pero entendido como un juego o fabulación del propio autor. Porque, por encima de todo, La infancia de Jesús es una fábula.
Sí, una fábula, eso que suelen hacer los narradores cuando ejercen de narradores. Una fábula, entre bíblica y postapocalíptica, que se vale de un niño y de un adulto para contarnos una historia de peregrinación, de búsqueda de una nueva vida, en un mundo diferente y desconcertante, donde, curiosamente, hablan español. Vaya por delante que no todas las novelas protagonizadas por un niño y un adulto son “versiones” de La carretera.
La infancia de Jesús cuenta con pasajes desconcertantes, situaciones que sólo son lógicas en ese nuevo mundo; es muy complicado acertar con el siguiente paso, con el devenir de la narración. Y, sin embargo, es una novela extrañamente emotiva, conmovedora si conectas con la historia y te dejas llevar por ese desgraciado niño sin conciencia de su desgracia y ese adulto solidario sin pretensión de ofrecernos una lección de solidaridad.  

Burla, broma, fábula, y una novela, por encima de todo. También cabe la posibilidad de que Coetzee no haya intentado nada de eso con La infancia de Jesús, y que se haya limitado a escribir una novela sobre un mundo ignoto, donde se habla español, y David ayuda a Simón a buscar a su madre, y solamente eso, y nada más, sin paralelismos, sin remakes. ¿Y si no se trata de un juego? ¿Y si es sólo eso?

martes, 10 de diciembre de 2013

¿Y CÓMO NO HABLAR?

¿Y cómo no hablar? Como poco, puede que no sea suficiente... ¿lo poco que nos queda?
En muchas ocasiones, la actualidad mareante esta con la que convivimos te coarta a la hora de redactar tu artículo semanal. No es un censura, a ese extremo no llegamos, pero casi lo podemos entender como una potente insinuación –con visos de imposición-. La actualidad manda, y bajo tu responsabilidad queda la rebeldía o la obediencia. El caso es que te plantas frente a la pantalla del ordenador y te preguntas: ¿y cómo no voy a hablar sobre que el libro de Belén Esteban se haya convertido en un best seller, y que haya sucedido lo mismo con la bazofia esa misógina de la sumisión? Te dicen en la panadería: al final tenemos el país que nos merecemos, que mucho hablar, pero luego todos acabamos en lo mismo, y tú tratas de pergeñar un argumento convincente, cuando otra voz, a tu espalda, dice: si da igual que compres el libro o no, si apretando el botón del mando o hablándolo ya las estás alimentando. ¿Y cómo no voy a hablar de la esa nueva de Ley de Seguridad Ciudadana, que tan bien rima con campana, y que confunde el derecho a protestar con la prohibición de protestar? Tras el anuncio, se vino el señor ministro a Andalucía, para homenajear a la Constitución. Ahora que mi hijo está aprendiendo los antónimos, creo que he encontrado un magnífico ejemplo, Constitución/Ley de Seguridad Ciudadana. ¿Tú sabes que te pueden caer treinta mil pavos si te pillan fumándote un porro? Me comenta un vecino con gesto de incredulidad, el mismo que se me queda a mí. Ni jugar a la pelota en la calle, que también está prohibido, y con multa, exclama mi vecino. Pues eso siempre ha sido muy español, quién no ha jugado un partidillo en la calle, le respondo y los dos asentimos. Y yo pregunto: ¿multarán las bullas de la Feria? Anda que no nos juntamos gente ahí, pero tela, insiste mi amigo. No les des ideas, y me despidosigue leyendo en El Día de Córdoba

lunes, 2 de diciembre de 2013

CUCHILLAS Y ESTRELLAS

Estrellas y cuchillas, cuchillas y estrellas, los dos extremos de una sociedad bipolar

Inmersos como estamos en estos tiempos bipolares, cuando no esquizofrénicos, es fácil toparte con un periódico, noticiario y demás que en apenas cinco segundos, en la misma portada incluso, te informan sobre cuchillas y estrellas. Del cielo al infierno en un solo trayecto, sin parada en el metafórico limbo, que parece predestinado a desaparecer. O habitas en el reino de las estrellas o te acostumbras a sobrevivir en la tierra de las cuchillas, y no le preguntarán qué lugar prefiere, ya lo harán o habrán hecho por usted. Solicitar un informe sobre la peligrosidad de las cuchillas en la valla de Melilla es como preguntar si la sal es salada, el azúcar dulce y el limón agrio. Pero es más que una simple y pueril evidencia, preguntar si las cuchillas pueden ser perjudiciales para las personas es un descarado y grotesco ejercicio de cinismo, es pretender convertir lo evidente en susceptible; es un atentado, en toda regla, contra la razón y la inteligencia colectiva. No pidas informes, y no me llames tonto. Las estrellas abundan. Hay más cielo que estrellas. De hecho, si brillaran todas no llegaría nunca la noche. Y es que dentro de las estrellas hemos cobijado muchas subespecies y hasta infraespecies, engendrando una fauna de imposible clasificación. A las estrellas que me refiero hoy son las gastronómicas, esas que conceden a esos restaurantes exquisitos que sólo disfrutan unos pocos. Me llamó especialmente la atención el caso de DiverXo, el último establecimiento en alcanzar las tres estrellas, que según cuentan eso es como formar parte del olimpo celestial de los fogones. Su propietario y cocinero, David, un chaval con estética entre punkarra y mohicana, contaba las vicisitudes que ha tenido que pasar hasta alcanzar esta gloria recién adquirida.
De hecho, confesó el cocinero en algunos medios de comunicación que los trabajadores de su restaurante son mileuristas... sigue leyendo en El Día de Córdoba