lunes, 21 de diciembre de 2015

A TRAVÉS DE LA LUZ


Hipnotizado por la magia de Paco de Lucía, de niño quiso ser guitarrista flamenco, pero nunca encontró la guitarra apropiada para un zurdo como él. Atrapado por el lenguaje de los colores, quiso ser pintor. Es ingeniero, aunque no lo parezca, si bien tiene mucha relación con lo que hace, si uno se detiene un instante a pensarlo. Primero lo conocimos en Flow, aquel legendario grupo cordobés del que, en cierto modo, nunca tuvimos constancia de la notoriedad que había alcanzando en el panorama musical español. Y es que puede que esa sea una de las grandes características de Fernando Vacas, lo vemos paseando por las calles de Córdoba, con su aspecto de despistado, desenfadado, su gafas de concha y su pinta de vaquero que ha descubierto las madrugadas en una Corredera de Tucson, si es que hay una Corredera en Tucson, y desconocemos su verdadera dimensión. No solo como músico, también como productor y como auténtico activista cultural. Se despidió, por el momento, de su primera banda, Flow, con un disco absolutamente maravilloso, Echo en México, un recorrido por los sonidos sureños, recubierto por una patina de entusiasta melancolía, aunque suene rara esta combinación. Fundó su sello discográfico, Eureka, que se convirtió en la plataforma de lanzamiento de Russian Red, entre otros muchos nombres. Por su estudio de grabación han pasado, y pasan, María de Medeiros, Howe Gelb, La Negra o Mercedes Ferrer. Y junto a su primas, creó Prin La Lá, una de las bandas más sugerentes y atractivas de la música española en los últimos años. Una banda con la que Fernando Vacas ha regresado, consciente o inconscientemente, al mundo de la infancia, tanto en textos como en sonido. Recuperando, por ejemplo, Pepito Grillo, aquella deliciosa canción nacida de la conjunción Nacho Cano y Germán Coppini. Sí, aunque muchos no se lo crean, Cano y Coppini, sí, el de Mecano y el de Siniestro total/Golpes Bajos, compusieron un trabajaron conjunto.
Tal vez porque sigue instalado en la fantasía de la infancia, como queriendo recuperar el niño que soñaba ser Paco de Lucía, Fernando Vacas nos ofrece en la actualidad la que puede ser su apuesta más arriesgada: A través de la luz. Una ópera flamenca, yo añado rock, en la que Vacas aliña los más diversos ingredientes. Por un lado se sumerge en la tradición flamenca de su familia, en los sonidos que escuchaba entre biberones y nanas, por otro  en los desgarros de los Sonic Youth más apocalípticos y finalmente lo condimenta con una escenografía entre lorquiana y romeraca, de Romero Torres. La instrumentación flamenca más tradicional, guitarra, cajón, palmas y taconeo, se fusiona a la perfección con las guitarras eléctricas y los bajos que aporta el propio Vacas, aderezadas con las... sigue leyendo en El Día de Córdoba
 

martes, 15 de diciembre de 2015

CUATRO AÑOS MÁS, NO, POR FAVOR


Entiendo la política, y por tanto a los políticos, como un elemento de servicio público. Entiendo la Democracia como un contrato con la clase política que nos representa. Contrato que se renueva, si no se adelanta la convocatoria, cada cuatro años, mediante consulta popular, en las urnas. Voto a voto. En unos días tenemos cita con las urnas, debemos escoger al que habrá de ser el próximo presidente, en masculino, ya que no hay una candidata femenina en los partidos mayoritarios. El contrato que antes citaba, los partidos políticos que concurren a las elecciones lo simplifican en su programa electoral. Si tuviéramos en cuenta ese contrato, y haciendo un símil casi empresarial, el Partido Popular debería cosechar una contundente derrota, ya que ha incumplido buena parte de lo que prometió a sus votantes en el programa electoral. Y es que en sus cuatro años de Gobierno hemos asistido y padecido una elevada subida de impuestos, y dijeron que no los subirían, merma de los derechos sociales conquistados, y aseguraron que no habría recortes, así como a una precarización de nuestro sistema laboral, que también callaron. Tenemos mucho menos que hace unos pocos años, mucho menos, en todos los sentidos, en todos los ámbitos de nuestra vida. Y no vale con ese viejo y falso argumento de “podría haber sido peor”, porque yo no quiero imaginar cómo habría sido ese “peor”, que tal vez no hubiera sido. Como tampoco puedo imaginar más casos de corrupción, de Bárcenas, Rato y compañía, que los que hemos contemplado y sufrido en estos cuatro años. Casos que no han tenido consecuencias, sin coste alguno, porque nadie ha asumido su parte de culpa. Cuatro años más de plasma y mentiras, no, por favor.
Y para rematar la faena de estos terribles cuatro años, y amparándose en la estrategia más descarada que hayamos contemplado en nuestra Democracia, el Partido Popular  convoca elecciones generales, se lanza a renovar su contrato con la ciudadanía, en plenas navidades, en una fecha absolutamente inusual. Un tiempo en el que es complicado movilizar al electorado, en el que hay multitud de desplazamientos. Hablando de desplazamientos y de personas fuera de su domicilio habitual: ¿no les llama la atención que la campaña publicitaria de voto por correo haya comenzado tan tarde y sin apenas presencia en los medios de comunicación? Suma y sigue. De la misma manera, estoy seguro que todos los trabajadores de la administración central cobrarán su paga extraordinaria antes del 20 de diciembre, pero será por casualidad, se admiten apuestas. Y es que todo vale cuando no se ha cumplido con el programa presentado a la ciudadanía. Todo vale de un presidente que envía sms de apoyo a corrupto... sigue leyendo en El Día de Córdoba

martes, 8 de diciembre de 2015

UNA HISTORIA DE SOLEDAD

Cada cierto tiempo, tal y como sucedía en esa divertida película alemana, Good bye Lenin!, alguien regresa a la vida tras haber estado mucho años en coma. Recuerdo el caso de aquel gallego que, tras abandonar el hospital, y tras pisar de nuevo las calles, creía que estábamos locos, ya que todo el mundo iba hablando solo y en voz alta. El profundo sueño del coma lo reclutó antes de que los teléfonos móviles fueran esta cotidianidad que nos abruma y que, supuestamente, nos interconecta. Le costó adaptarse a este nuevo mundo de velocidad, conversaciones solitarias y euros. Como en el caso de este gallego cuyo nombre no recuerdo, o en el de la anciana de la película, nos quedamos con la anécdota, con ese giro casi humorístico que puede acarrear encontrarse con un tiempo desconocido, y nos emocionamos. Una emoción corporativa, tal vez, ya que se tratan de casos que entendemos como el hilo de la esperanza, esas excepciones que escapan de la imperativa y enlutada regla. Excepciones que también deseamos protagonizar, en el caso de que la mala fortuna se cebe con nosotros. Leo con emoción la narración de estos casos, y, por el contrario, he leído con estremecimiento el caso de Pilar, la mujer gaditana que han encontrado muerta, en su propia cama, tras cinco años sin saber nada de ella. En un edificio en el casco urbano de la ciudad, no en los extrarradios. Un edificio en el que solo permanecen unas oficinas, ya no vive nadie habitualmente. Ha sido Pilar la última moradora. La descubrieron unos operarios que rehabilitaban una fachada cercana. Les llamó la atención la ventana abierta y los pájaros que convivían junto a los restos de Pilar. Una imagen que parece estar extraída de una película, fantasmagórica y cruel, de Tim Burton, pero que una vez más nos la ha ofrecido la realidad, que siempre acaba superando hasta a la ficción más delirante.
Cuando las fuerzas de seguridad del Estado accedieron a la vivienda de Pilar, encontraron junto a la puerta decenas de notificaciones, la mayoría de ellas avisos por impagos. Un año después de su supuesta muerte, le cortaron los suministros de electricidad y agua, ya no los necesitaba. También hemos sabido que Pilar trabajó como enfermera, que padecía depresión, y que estaba de baja médica, por tal motivo, cuando supuestamente murió. Y, un dato que llama poderosamente mi atención,  que activó mi estremecimiento, nadie denunció ante la policía, ni ante ningún otro organismo, la desaparición de Pilar. Cinco años... sigue leyendo en El Día de Córdoba