martes, 20 de mayo de 2014

VENDIDO

Si es una avería de la segunda tecla de su móvil marque el número 18, si es una avería de la conexión del vecino del 5ºD marque la tecla asterisco, si es una incidencia sobre la cocción de la pasta encienda la vitrocerámica... 
Cincuenta megas de navegación sin límite de descarga, pague en cómodos plazos a 0% de interés, nosotros le retiraremos el antiguo sin coste alguno, la garantía total es por tres años y lo incluye todo, no tendrá que desplazarse, lo recogeremos en su propio domicilio, todos los impuestos están incluidos, 600 minutos gratis más tarifa plana de Internet, las llamadas entre nuestros usuarios no tienen coste alguno, un técnico se desplazará, sin permanencia, si a los tres días no está interesado puede darse de baja con un simple correo electrónico, no tiene caducidad, esta oferta es permanente, se lo liberamos sin coste, todos los servicios están incluidos, esta oferta solo es para clientes especiales, sin límite de gasto, sólo tiene que llamarnos… Cuando te lo venden, sea lo que sea, da igual, todo son bondades y ventajas. Te muestran un mundo de comodidad, placer y seguridad, un mundo en el que “no tendrá que preocuparse de nada, de absolutamente nada”. Tranquilidad. Me cuesta un pico, pero yo no me ocupo de nada, piensas, te gusta intuir. Mientras te lo venden todo son sonrisas, atenciones y buenas palabras; no importa el tiempo, no importa el número de llamadas, diez, quince, doscientas, hasta en los momentos más insospechados, desde un 15 de agosto a las cuatro de la tarde a un 31 de diciembre cuando estás engullendo la última uva, y aunque rebuznes, te vuelven a llamar, encantadores. Mientras te lo venden tú eres el gran protagonista, el amo y señor, formula mil preguntas que obtendrás mil respuestas, prueba con cinco mil que también recibirás cinco mil respuestas y todas te satisfarán. Ahora, aprovecha, mientras te lo venden, mientras lo compras, reclama tu momento, su atención, ahora, no lo dudes, antes de que accedan a tu cuenta corriente, con tu consentimiento, porque entonces, a partir de ese momento, que lo sepas, tenlo claro, clarísimo, estarás perdido, solo, ignorado, se acabó lo que se daba, prepárate para un mundo en la penumbra y en la incomprensión, prepárate para un mundo... sigue leyendo en El Día de Córdoba 

martes, 13 de mayo de 2014

EL VIENTO A FAVOR

La gente anda loca de contenta por la calle, moviendo el esqueleto como en un video de Rihana, radiantes de felicidad, emocionados hasta decir basta, esa emoción tan plena que te aplasta el corazón, cantando, riendo, más que felices, la felicidad es menos explosiva, saltando, besando y abrazando al de al lado, pero en plan fraternal, no piense usted cosas raras, por favor, desde que se han enterado de las previsiones de crecimiento megaeconómicosideral para este año. Más felices, dónde va a parar, que si nos hubiera tocado el Euromillón, el Cuponazo, el pleno al Quince y el sueldo del café soluble el mismo día, todo a la vez. Pues mucho mucho más felices estamos, ya no nos cabe tanta felicidad en estos cuerpecitos nuestros, tan apurados y menguados, desmayaditos, en estos terribles últimos años de asueto y azote. Felices a la enésima potencia, que debe ser la potencia entre las potencias, más potencia que la moto de Marc Márquez, cómo corre ese muchacho que va a mandar al geriátrico de la frustración a buena parte de sus rivales. Pero regreso, que me voy y me conozco, que con las palabras me sucede como con esa caña a regañadientes, antesala de una avalancha no predecida, pero no por eso disfrutada. Regreso, sí, de verdad de la buena, que todo va a ir a mejor, sí, como en esa canción de Bunbury tan triste, aunque tan halagüeña el mismo tiempo, que viene el viento a favor, de verdad, que lo ha dicho un estadista con su estadística de líneas lisérgicas, de verdad, y eso nunca falla. Que no, no sea malo, no falla nunca, o casi nunca. El problema es que llama la atención cuando se equivoca, ya está.

Es como la “cantada” del portero, piense en ese ejemplo, pero ahora no va a haber error, todo está controlado, bajo control, previsto, programado, y el gran viento a favor, como una sinfónica de Bunburys cantando la canción al mismo tiempo, está a punto de llegar, ya se nota. Saque la cabeza al balcón y active sus mejores deseos, unas merecidas vacaciones a la malaleche, la hiel y el vinagre que nos asoma en el aliento con demasiada frecuencia, verá como nota la brisa de ese viento a favor que todavía es una posibilidad en la estadística del estadista, pero no tema, créalo, que llegará. ¿No ha oído hablar del efecto mariposa? Es más que el título de una película, mucho más, ciencia exacta, ciencia pura, esa ciencia que en la pizarra del científico se cumple a rajatabla. Solución exacta, ecuación perfecta. Lo mismo le sucede a la estadística del estadista, a las previsiones de crecimiento de la megaeconomíasideral, son difíciles de creer, difíciles de creer, pero serán una verdad un día de estos. Muy difíciles de creer si uno se levanta cada mañana y contempla lo que contempla, pero no haga caso, que esta cosa fea actual es coyuntural, que todo cambiará. O no. A lo mejor el éxito es que todo permanezca como ahora, como ahora mismito, me refiero, que no crucemos las puertas del infierno pero que nos quedemos instalados para siempre en este gélido purgatorio sin manta, sin calefactor y sin camiseta interior comprada en ese supermercado para los valientes. Ahora entiendo el éxito de Frozen, estrategia de conciencia colectiva.

A lo mejor el paraíso es el purgatorio, qué ironía, y recordaremos ese pasado festivo que nos han contado y que solo unos cuantos disfrutaron como si fuéramos ancianos Faulkners resucitando las conquistas y las desmedidas locuras de la juventud. No me haga caso, desvarío, pensemos en mayo, en este mayo sin arena bajo los adoquines pero con albero sobre los zapatos, que también es una metáfora de una sonrisa conquistada. No me haga caso y asómese la ventana, que el viento a favor ya viene, susurrando sus bondades que nos muestra la estadística del estadista. Relativice su entorno, eso no es tan importante, no sea egoísta, no, nosotros, nuestros hijos, los que nos rodean, no son tan importantes, lo verdaderamente importante es ese dato de crecimiento megaeconómicosideral que nos ofrece una luz en la nebulosa. Un momento de calma antes del punto y final, respire profundamente el aire que asciende desde su interior, vapor de su propia sangre, tal vez sea ese viento a favor, el único viento a favor que recibamos. ¿Y si soplamos todos a la vez?

El Día de Córdoba

jueves, 8 de mayo de 2014

EMOCIÓN ESFÉRICA

Hasta un minuto antes, solo un minuto, lo prometo, tenía muy claro que no vería la semifinal entre el Bayern de Munich y el Real Madrid. En el último instante, todavía no sé porqué, cambié de idea y pulsé el botoncito verde del mando a distancia. No quería ver el partido porque uno tiene ya el corazón, en su parte blanca, maltrecho de martillazos alemanes y otras obsesiones. Pensaba en la lluvia y en el fuego que con tanta insistencia manejaron los entrenadores, directivos y prensa deportiva en los días previos. Y pensaba en la lluvia y en el fuego como elementos perversos, llamas, inundaciones, tormentas, rayos, truenos. Me olvidé de su esencia, de su pureza. La lluvia como origen de la vida, el fuego y su grato calor. El vaso medio lleno, o eso dicen, que medio vacío parece más vacío, más nada. También había tenido un día fangoso, alocado, de un sitio para otro, con sus algunas malas noticias, que son esos días habituales que la mayoría de nosotros tenemos. Hay esos otros días con su porción de bondad, y con sus muchas malas noticias o continuas malas noticias, y aquí me quedo. Había algo de precaución, de terapia, acostumbrado durante los últimos años a un Madrid miedoso, quebradizo y sin personalidad. Por un segundo, pero fue el momento decisivo, recordé aquellos tiempos en los que una semifinal de la Champions, por sí sola, era ya la propia fiesta, la celebración, la garantía de las emociones. Éramos el Madrid, y a veces nos ganaban, pero salíamos al campo con la intención de ganar el partido. Bien porque jugábamos mejor que ellos, bien porque corríamos más que ellos. Siempre corríamos más que ellos.

Donde tu equipo es lo más venerado, aunque suene exagerado, pero es verdad, estoy en la ciudad de la pelota, la mentira se estira
y la pelota es el sentimiento y es bueno encontrar alguno despierto, canta Calamaro en No tan Buenos Aires, canción incluida en ese álbum deslumbrante, irreductible y eterno que es Honestidad brutal. Sí, tiene mucho de sentimiento, de emoción, el fútbol, y comprendo a quien no lo comparta, incluso quien lo entienda como una exageración o una payasada. Es mi payasada. Cada cual encuentra o busca la emoción donde mejor entiende, o te llega, como un rayo, como una lluvia, como un incendio. Asocio el fútbol a la infancia, no deja de ser un juego, al niño escuálido que correteaba tras el balón en la Plaza de los Caballos o... sigue leyendo en El Día de Córdoba 


domingo, 4 de mayo de 2014

ÁNGEL STANICH

No puedo evitar escuchar ecos, de un Dylan desgarbado y callejero, de un Quique González de madrugada, de los primeros Violent Femmes... Me gustan todos esos ecos y, sobre todo, me gusta el eco propio de Stanich. No lo pierdas de vista...

jueves, 1 de mayo de 2014

TENDENCIAS

El Selfie, la lista de spotify, la serie de las diez, la funda del móvil, el aparato del gimnasio, el peinado y, cómo no, la comida...
Tendencias, las llaman, modas también, novedad, novedades. El encendedor de James Bond/Sean Connery, el bikini de Ursula Andress, el peinado de Meg Ryan o Jennifer Aniston –o el de Victoria Abril en Tacones Lejanos-, el premeditado desaliño de Sara Carbonero, la ya lejana rebeca de Rebeca, tan presente en la estética cordobesa desde entonces, los gintonics convertidos en peceras, todos esos rones añejos que desconocíamos, las bebidas caribeñas, esos mojitos, caipiriñas y demás que vaciamos a velocidad de crucero. También fue una tendencia, en su momento, en aquello que denominaron el Boom, el desaparecido García Márquez y sus Cien años de soledad. Después han llegado multitud de tendencias literarias, pero me temo que más insanas, menos literarias. Las tendencias, o como se quieran llamar, lo abarcan todo, peinados, vestuario, expresiones políticas, ocio, teléfonos móviles, turismo y, cómo no, la comida. Todos somos cocineros en esta temporada que nos toca vivir, de niños a mayores, todos, más o menos. Y hasta programan concursos en la televisión para que exhibamos nuestras habilidades, a lo 1, 2, 3. Puede que sea una expresión más de eso que conocimos como estado del bienestar y que parece predestinado a figurar en el podio de las especies extinguidas, no ya en extinción. Sí, hemos afinado y refinado nuestro paladar, hemos descubierto el buey de kobe, aunque no haya tantos bueyes de esos en el mundo, y sabemos diferenciar un Somontano de un Rioja, y hasta de un Penedés, vaya usted que sí.
Y es que, casi sin darnos cuenta, hemos pasado del tintorro a granel para un varguitas fresquito en el verano a la copa escanciada con su correspondiente escanciador, y eso que a mí me sigue pareciendo la gran horterada entre las horteradas, con permiso de Eurovisión, que en eso sigue siendo el Ronaldo de lo hortera. Sí, vaya, nos criamos, rollizos y sanos, todo hay que decirlo, a base de caldo de cocido, con su buena pringá y sus garbanzos machacados, y ahora proclamamos a los cuatro vientos las bondades del sushi, como si nuestra vida no hubiera tenido sentido hasta su llegada. Recuerdo los primeros restaurantes chinos, delirantes y oprimentes en su decoración, como estrategia de una secta, esos rollos primavera, ese pollo con almendras y el ya eterno arroz tres delicias, cuyo nombre sigo intentando descifrar, con escasa fortuna. Eso ya pasó, claro, ya no nos gustan, ahora la tendencia la marca la cocina oriental, que es otra cosa, más amplia, más etérea, más selecta. Con una ración de arroz tres delicias de cualquier restaurante chino nos daría para hacer veinte makis, con la diferencia de que un solo maki vale lo que una ración de arroz tres delicias. Es la elaboración, claro, la mano de obra... sigue leyendo en El Día de Córdoba