lunes, 24 de diciembre de 2012

LA NAVIDAD DE LOS MAYAS

¿Erraron Los Mayas en su vaticinio? ¿Una mala interpretación? ¿Deberían haber adelantado el Sorteo de Lotería de Navidad? ¿Es Mou un Maya? ¿Los Mayas cantaban aquello de Vete?


Si hoy se ha despertado como cualquier otro día, si ha pasado por el aseo y ha desayunado y si ahora está leyendo este artículo es que la terrible profecía de Los Mayas no se ha cumplido. Menudo papelón el mío en su momento, que la motivación tuve que buscarla en no sé dónde, y es que me enfrentaba a un artículo que podría acabar en la nada, en el vacío, sin lectores, sin periódico, sin mundo mundial. No me fue fácil, así que me aferré a mis más firmes y estrictas convicciones –esas que ya no recuerdan los que saltan al césped del Bernabéu- y me puse manos a la obra. A continuación, por asociación, pensé en la Lotería de Navidad. Un pensamiento fugaz pero intenso. Y si nos hemos gastado el dinero para nada, vaya guasa. Tantas ilusiones incumplidas, tantos millones que ni Hacienda –que cada día somos menos- disfrutará, vaya tela. Los responsables de Loterías ya podrían haber tenido la sensibilidad y el tacto de adelantar el sorteo, y que los posibles ganadores pudieran haber disfrutado de su premio, aunque sólo fuera un día. Para tapar agujeros, que sólo cuando nos toca la Lotería dejamos de taparlos –los agujeros- con masilla o tacos, quién pudiera. Espero que no se haya cumplido la profecía, no sólo por el trabajo que me he metido en balde, tan egoísta no soy, por todo lo demás, que siempre es más, muchísimo más. Lo que sí han conseguido Los Mayas es que durante un rato me pusiera a pensar en todas esas cosas que me gustaría hacer en caso de que su vaticinio fuera cierto. Todo eso que tenemos o debemos de hacer antes de abandonar este mundo. Las cuentas pendientes, llamamos. ¿Lo pensó usted también, lo contó –las cantó- en voz alta? No, no me engañe, que algunas cosas las pensamos por lo bajini, vaya que alguien se nos moleste con  toda la razón. Aunque ese o esa –supuestamente molesta- también haya pensado en sus cositas por lo bajini. Quién se atreve a lanzar la primera piedra.... seguir leyendo

miércoles, 19 de diciembre de 2012

EN ESTA NAVIDAD...


Ahora, en este momento, entre la avalancha de personas en busca de regalos, gente que pasea, gente que compra, gente que habla, sólo es un Papá Noel más en esta Navidad tan fría...
El escalador congelado
Salvador Gutiérrez Solís
Ediciones Destino

sábado, 15 de diciembre de 2012

EL ESCALADOR CONGELADO CANAL YOUTUBE

Señales, huellas, colores, formas, imágenes, materiales... En el Canal de Youtube de El escalador congelado puedes contemplar algunas de las imágenes que se describen en sus páginas.
Entrañas, raíces, extrañas, semillas, lluvia, incendios, señales, huellas, materiales.
Mis novelas nacen de una imagen, de un recuerdo, de un sabor, de una canción, de un recorte de prensa o de una frase que puedo haber escuchado en cualquier lugar. Imágenes, palabras, sonidos, que pueden entenderse como el árbol genealógico, el ADN, una especie de “padres y madres” de la novela. A pesar de que no se reconozcan en el resultado final, incluso difuminadas, desaparecidas, cenizas tras el incendio, contribuyeron a su gestación de manera decisiva. También me sirve para explicar este proceso –de construcción/destrucción/transformación- ese tan manido y recurrente ejemplo del puzzle. Cada recuerdo, cada canción, cada imagen, cada palabra o sabor es una pieza sin significado aparente, o con un significado individual, muy concreto. Señales, huellas...
Necesitan las piezas ser combinadas, ser colocadas en el lugar adecuado. En su lugar. Seguir las huellas hasta llegar a ese punto, que es este lugar.
Llamemos materiales a estas piezas –huellas, señales-. Me gusta esta definición, que me procura tacto y concreción. Que puedo manejar con los frágiles dedos de la memoria.

viernes, 7 de diciembre de 2012

EL ESCALADOR CONGELADO: LA BANDA SONORA


Aquí tienes la Banda Sonora de El escalador congelado. Esta recogida en esta lista de Spotify. La música tiene una especial importancia en la novela. No se tratan de canciones que me han insinuado o incitado durante el proceso de redacción. No.  Forman parte de El escalador congelado. Fragmentos de canciones que se insertan en el texto, bandas e intérpretes que los protagonistas de la novela escuchan, recuerdos, compañías
Todo lo que nos gusta nos va matar mañana…

No se comporta como los chicos que le rodean, no bebe lo que beben los chicos que le rodean, no viste como ellos, no conoce la música que escupen los altavoces. Yo no necesito hablar para explicar una emoción…

En el taxi, en un instante de silencio, Jesús recordó una canción de Joy DivisionCómo se llamaba esa canción. La tarareó mentalmente durante unos segundos...

La radio escupía una balada pegajosa, un éxito menor de Paula Abdul

Cuando Susana está animada, quién lo diría, de buen humor, le gusta escuchar a Leonard Cohen

martes, 4 de diciembre de 2012

LOS MATERIALES DE UNA NOVELA

¿Dónde encontrar los materiales para construir una novela? Esa chispa, mejor incendio, que se imponen a la pantalla en blanco. Reciclaje, huellas, signos, pistas, materiales, materiales...
El sábado pasado, cuando regresé a casa, descubrí un correo electrónico que me llenó de satisfacción, que consiguió emocionarme. Me lo remitía una amiga escritora, y comenzaba con esta frase: me he sentido muy identificada con tu novela. Una frase muy simple y concreta, pero que para mí es la mejor noticia, ya que certifica mis intenciones. En mi caso particular, cuando publico una nueva novela, más allá de las apariciones en prensa, que se agradecen porque te visibilizan, más allá de los elogios, que si no se saben degustar en su justa medida te pueden llegar a transformar en un pequeño gran ogro, más allá de la opinión de la crítica, que tiene su peso y que vale lo que vale, mi gran aspiración siempre es lograr la complicidad con el lector. Compartir emociones, insatisfacciones, historias y personajes, una visión del mundo, de sus cosas, soledades, miedos, frustraciones, alegrías, aspiraciones. Es complejo escribir sobre uno mismo, y mucho más hacerlo de tu obra, exponer esas semillas, raíces, huellas o materiales que has empleado para construirla. Puede que haya escritores que se planten frente a un folio o pantalla en blanco y comiencen a escribir una novela desde la nada. No es mi caso. Necesito una chispa, una llamarada, un incendio, mucho mejor, que capte toda mi atención. Puede que se trate de un hecho irrelevante, una de esas cosas que contemplamos sin mirar. Todo comenzó en la pantalla de la televisión, con la imagen de un escalador congelado –no podía ser de otra manera- en una nevada montaña. Se había quedado, en mitad de una blanca y gélida inmensidad, como una estatua; se intuían, solamente, los colores de su ropa, a través del hielo, a modo de señal en el camino. Dos escaladores pasaban a su lado y, tras realizar una especie de reverencia, continuaban con su ascensión. Seguir leyendo