lunes, 28 de diciembre de 2009

SE NOS VA







Como los buenos momentos, como la inocencia, como las vacaciones, como la pena, como las madrugadas que soñamos vivir. Como la ceniza de un cigarrillo a orillas del mar, como un caramelo en la puerta de un colegio, como la cartilla del banco el día uno de cualquier mes, se nos va este año 2009 que ya es historia, pasado, ayer, adiós –si te he visto no me acuerdo-. Se nos va, sí, el año de la gran crisis, el año de los bancos suplicantes, entre todos hemos pagado la gran temporada de desmanes, de beneficios exagerados, de bonos y cuentas dislocadas. Se nos va el año de Obama ejerciendo de gran líder mundial con su Nobel prematuro y aventurado sobre los hombros. Se nos va, para mi desgracia, desgracia blanca y merengada, el gran año, año entre los años, del Barcelona, que lo ha ganado todo con alevosía y descaro –sólo le ha faltado acertar el Euromillón-. Se nos va el año, adiós, y se nos fue Chaves, convertido en Vicepresidente, pero antes entregó el cetro al leído y paisano Griñán, que se plantó ante la opinión pública con un libro de Bolaño bajo el brazo. Se nos va el año, sí, en menos que canta un gallo, pero aún contamos con el tiempo suficiente para seleccionar las fotografías que habrán de permanecer en el álbum de este 2009, impar y cambiante, frágil y convulso. Ponga a prueba su memoria y recupere esas imágenes que son dignas de convertir en los cromos de la Historia, o de nuestra historia.

La cara ensangrentada de Berlusconi que es la gran metáfora, casi un poema visual, de un país que se descompone, que se parte, que se construye bajo unos cimientos anclados en el fango y en la corrupción. La sonrisa aberrante de Violeta Santander, a golpe de talonario no le ha importado atesorar el odio colectivo, envileciendo y ensuciando un tema tan incuestionable como la violencia de género. Violeta también se coló bajo las luces del quirófano para mejorar/rejuvenecer su aspecto, nada comparable a la realidad atómica y exclusivista –por exclusiva- de Belén Esteban, princesa del barrio, líder de las audiencias. El año de la huelga de hambre de la activista Aminatu Haider que consiguió poner en jaque al concierto internacional y elevar su causa a los cinco continentes. No encontraron los fotógrafos la gran y deseada imagen de Copenhague, parece ser que el medio ambiente, el aire que respiramos, sigue siendo un tema que no concita las atenciones debidas. Los abrazos y las sonrisas de nuestros tenistas y jugadores de baloncesto, nos han acostumbrado a la gloria y al oro y, por eso mismo, puede que les demos la espalda cuando tan sólo nos ofrezcan la plata. La superación de Pablo Pineda, la renovada ilusión de Alejandro Sanz, la mágica potencia de Cristiano Ronaldo, la timidez de Benzema. Los trajes de Camps, los bigotes del Bigotes, el aborto como gran tema central, las leyes por venir, los toros en peligro de extinción parlamentaria. El paraíso con narcotraficantes y minifaldas de Cata, aunque doy por hecho que volverá cuando la audiencia reclame una nueva dosis. La fosa de Lorca, la memoria histórica que nace de la desmemoria y de un perdón que nunca existió. La fusión bancaria que habrá de garantizarnos un futuro mejor, más estable. Michael Jackson y sus bailes eléctricos, mirada de gato, excentricidad a golpe de bisturí; Peter Pan, al fin, descansa en su nicho de Neverland.

Se nos va 2009, sí, para dar paso a un nuevo año, a un nuevo cifrado con sonido a Maradona, con su diez único y desafiante. Llega enero con sus regalos y sus contenedores colmados de cajas vacías, llega enero con su nuevo año a cuestas y todo parece que vuelve a empezar, aunque en demasiadas ocasiones sólo se trate de otro giro del carrusel en el que estamos instalados. Un buen momento para los propósitos y las enmiendas, para dejar de fumar, para hacer deporte, para dedicarle más tiempo a los tuyos, para recobrar esa afición que enterramos en el baúl de la rutina. Se nos va el año de la gran crisis, con sus números rojos y sus saldos negativos. Se nos va 2009 y nos adentramos en 2010, que pretendemos sea nuestro año entre los años y que tal vez lo sea. Lo sea o no, lo consigamos o no, sólo intentarlo habrá merecido la pena.


El Día de Córdoba

lunes, 21 de diciembre de 2009

DE EL ORDEN DE LA MEMORIA HAN DICHO:






“Muchas son las virtudes de esta novela, como la primorosa construcción de cada uno de los integrantes de su nutrido corro de personajes… Pero sin duda la más llamativa de sus bondades es su originalísima estructura…”

Félix Palma, Revista Mercurio.

www.revistamercurio.es

Estamos ante una obra de altas ambiciones literarias, excelentemente narrada, y dotada de una gran fluidez.

David G. Panero, Prótesis.

http://revistaprotesis.blogspot.com/2009/09/el-orden-de-la-memoria-salvador.html

“No es una novela negra en sentido estricto, entre otras cosas porque la intriga no se resuelve o desemboca en un final abierto, pero el autor consigue mantener el interés hasta la última página. Lo hace gracias a la originalidad de la técnica documental empleada, que anima a ir encajando los fragmentos sueltos de la trayectoria del protagonista o a recomponer el orden de su memoria selectiva, y también gracias a un lenguaje fluido que parece sencillo pero en el que cada frase desempeña un papel preciso, como pieza de un complejo engranaje”.

Ignacio F. Garmendia, Diario de Sevilla (Grupo Joly)

http://www.diariodesevilla.es/article/ocio/536330/una/novela/filmada.html

“Es así como el autor nos demuestra cuán habil y eficaz es con el don de la palabra... ¿Lectura recomendada? Sin duda: ¡sí!”.

Culturalia

www.revistaculturalia.biz

“La novela es precisa, sin adornos, tal cual. Planea en su lectura la influencia de la erótica del poder pero, repito, sin cuestionarla, sólo evidenciándola”.

Angi Sansón, www.masquepalabras.info

http://www.masquepalabras.info/2009/10/el-orden-de-la-memoria-salvador-gutierrez-solis/

“Así que ya lo saben, ¿andan en busca de cuál será su siguiente libro a devorar?, El orden de la memoria de Salvador Gutiérrez Solís es una adquisición indispensable.

Sergio Mendoza, Gaceta Editorial.

http://www.gacetaeditorial.com/2009/08/resena-el-orden-de-la-memoria.html

“Con todo esto, tenemos motivos de sobra para salir corriendo a conseguir este soberbio título, porque si destacamos estas tres cuestiones, es porque son tan evidentes que no podemos obviarlas, destacan muy por encima de la media; pero tengan a buen seguro que el resto acompaña perfectamente. Un gran libro”.

El Placer de la Lectura

http://www.elplacerdelalectura.com/2009/06/el-orden-de-la-memoria-salvador.html

“Un retrato de personajes sencillos y la búsqueda de recuerdos olvidados en viejos negativos fotográficos. El autor nos recuerda que a menudo la mejor inversión es el tiempo que uno dedica a sí mismo. Parte de esa inversión puede empezar con la lectura de este libro”.

A mí me gusta leer

“El orden de la memoria es una gran novela de ahora mismo que se leerá bien siempre, es la precisión y es la sugerencia en el relato, esa sutileza que narra en los detalles de tantos personajes verdaderos pura vida cierta, una fotografía del desastre”.

Joaquín Pérez Azaústre, Grupo Joly.

“Con El orden de la memoria (2009) Gutiérrez Solís da un salto vertiginoso en su trayectoria narrativa, no solo a nivel editorial, mucho más comercial y de mayores posibilidades, sino en el planteamiento de la propia historia”.

Pedro M. Domene, Cuadernos del Sur.

“Hay que reconocer la evidencia: Gutiérrez Solís sabe perfectamente lo que se hace; el pulso sereno y la fría constancia que antes citaba son muestras de un creador en plenas facultades, maduro, con oficio y sabiduría”.

Juan Gómez Espinosa, La Tormenta en un Vaso.

http://latormentaenunvaso.blogspot.com/2009/06/el-orden-de-la-memoria-salvador.html

“Un monumento al flashback y a la estructura cinematográfica… Salvador Gutiérrez Solís escribe su Ciudadano Kane”.

Elena Medel, Calle Veinte

www.20minutos.es/calle20/ (nº de junio de 2009)

“Así proseguimos la lectura, siempre cautivados por las oscuras pasiones, la perversidad o la aquiescencia de personajes que también abundan en estos tiempos de prelava apocalíptica”.

Roberto Loya, Sierra Albarrana

http://www.enresa.es/files/multimedios/SA121.pdf

“EL ORDEN DE LA MEMORIA es de esas novelas que uno siente que tengan que terminar”.

Joseph B MaCgregor, Mac Gregoradas 2009

http://josephbmacgregor2006.blogspot.com/2009/09/el-orden-de-la-memoria-de-salvador.html

lunes, 14 de diciembre de 2009

EL ARQUITECTO EN SU LABERINTO











Con su permiso, una breve incursión taurina. Dicen que hasta la aparición de Juan Belmonte nadie toreó como él: sentó las bases de una nueva Tauromaquia. Pero tras Belmonte, curiosamente, nadie ha toreado como él. Sólo hubo y ha habido un Juan Belmonte. Bien podría adaptarse esta idea a Jorge Luis Borges. Borges sienta las bases de una nueva manera de articular la prosa, la narrativa, la Literatura, que nadie ha sido capaz de continuar, posteriormente.

Probablemente, Borges es uno de los autores que ha generado una mayor producción bibliográfica; analizado mil veces, cada poco llega a las librerías un nuevo título. ¿Después de todo lo escrito, de tantas reflexiones, estudios, congresos; después de tantas interpretaciones, valoraciones, tesis y homenajes, qué más se puede decir sobre Borges? Su obra nos muestra a un autor inabarcable e insaciable, un creador en constante movimiento, una voz que se renueva en cada línea. Un arquitecto atrapado en su propio laberinto, que en multitud de ocasiones crece sobre otros laberintos, sobre subterráneos, sobre pasadizos.

El Profesor Antonio Fernández Ferrer se adentra en las profundidades del genio argentino en Ficciones de Borges, en las galerías del laberinto, un texto que no es sólo una disección detallada de esta obra. Es una inmersión en las alcantarillas del propio Borges, demostrando que en la mayoría de las ocasiones obra y vida no se encuentran en planos tan diferentes. La una vive de la otra y viceversa.

El creador no vive ajeno a la realidad que le rodea, y no entremos a analizar si esa “realidad” es breve, nimia, inmensa, real o inventada. Es, en cualquier caso, la “realidad” que envuelve al hombre y que le proporciona los registros, emociones y nociones que aplica a su proceso creativo. Cualquier autor, más allá de su “yo” o junto a su “yo”, aplica a sus personajes y situaciones su experiencia personal o el presentimiento que su intuición fabrica. Contamos a través del recuerdo, de la percepción o del vaticinio de una percepción.

Antonio Fernández Ferrer nos demuestra en esta obra que un café compartido, un viaje, el nombre de un hotel, el artículo de un sociólogo, una cita enciclopédica, una lectura reciente o el eco de un tango pueden ser las materias primas empleadas por Borges para construir sus laberintos. Laberintos que se bifurcan.

Ficciones de Borges, en las galerías del laberinto, cuenta con una gran virtud que, desgraciadamente, no es frecuente en obras que podríamos calificar o clasificar como similares: es asequible. El autor combina con gran acierto la reflexión con las vivencias, el análisis exhaustivo con la descripción humana de Borges. Una descripción que alcanza las capas más profundas de la intimidad, mostrándonos al hombre, en sus relaciones, en sus fobias, en sus encrucijadas. Mostrándonos al arquitecto dentro de su descomunal laberinto.

También es este texto un catálogo de personalidades, muchas de ellas grandes voces de la Literatura del Siglo XX, indispensables para conocer a Jorge Luis Borges y su obra. En gran medida, es el resultado de sus encuentros y desencuentros, de los momentos compartidos. Cada uno de ellos y ellas es una galería del laberinto. ¿Después de todo lo escrito, de tantas reflexiones, estudios, congresos; después de tantas interpretaciones, valoraciones, tesis y homenajes, qué más se puede decir sobre Borges? Sí, se puede decir más sobre Borges. Este título, Ficciones de Borges, en las galerías del laberinto, de Antonio Fernández Ferrer es un magnífico ejemplo.


*Revista Mercurio. Diciembre de 2009.

domingo, 13 de diciembre de 2009

CANITO, MEMORIA Y FOTOGRAFÍA




















La fotografía puede entenderse como el presente del pasado, y, por lo tanto, su resurrección. Un álbum fotográfico correcta y cronológicamente ordenado, escogidas las imágenes convenientemente, puede ofrecernos el testimonio visual y real de una vida, de una sociedad, de un país. En este sentido, la fotografía es el orden de la memoria –momentos publicitarios-. Muchos consideran a Francisco Cano, Canito, como el maestro del fotoperiodismo taurino de este país. Por paisanaje y dedicación, no nos olvidemos de los Ladis, padre e hijo, que también cuentan con una trayectoria amplia y contrastada. Son ya 67 años los de Canito al pie del cañón –sus primeras instantáneas las tomó en 1942-, recorriendo los cosos de España de Norte a Sur y de Oeste a Este, siempre acompañado de su cámara fotográfica y de su inconfundible gorra blanca, a la caza de ese momento de gloria o de tragedia. En todos estos años, las figuras más rutilantes de la tauromaquia nacional han sido atrapados por su objetivo, desde un maduro y sabio Juan Belmonte al personalísimo e inconfundible José Tomás.

Aún centrando su actividad en las corridas de toros, Canito ha sabido captar como nadie la identidad española, testigo excepcional de su transformación, vigencia o involución. Francisco Cano no tiene el compromiso con la modernidad de Ouka Leele, no pretende el glamour carnal y desnudo de Helmut Newton, ni se asocia a la provocación visual de Man Ray. Puestos a citar a los grandes nombres de la fotografía, Canito tiene mucho de la intuición de Robert Capa, así como de la crónica social de Annie Leibovitz. Porque no olvidemos que cuando Canito comenzó su andadura fotográfica, nuestro Hollywood patrio se ajustaba en un traje de luces; Belmonte, Dominguín o Manolete eran las estrellas más resplandecientes de aquella gris España, nuestros Brando, Bogart o Dean, que exportábamos más allá de las fronteras y que para muchos pasaron a ser el sueño mítico e inalcanzable. Y Canito, como un Forrest Gump de la fotografía, siempre estaba allí, en el momento justo.

Las actrices americanas más bellas y salvajes, los toreros repeinados y escuálidos, los poderosos políticos locales, las cupletistas de moda o los novilleros envalentonados pasaron a formar parte de las fotografías de Canito. Me he encontrado con Canito en los más diferentes puntos de la geografía nacional, con los zapatos manchados de albero en los alrededores cafeteros del Coso de los Califas, por la jaleosa plaza de Zabalburu, camino de Vista Alegre, en Bilbao, haciendo tiempo en Ventura, junto a la Maestranza, por las multicolores calles que desembocan en Las Palomas, en Algeciras, saliendo de un bar con olor a anís y café del negro, en dirección a Las Ventas. Canito anda ya por los 97 años, lo que no le supone el menor obstáculo para seguir configurando la memoria colectiva de este país gracias a sus fotografías. Un país que, por suerte o desgracia, sigue íntimamente ligado a las corridas de toros.

Cada vez que me topo con Canito mi imaginación se dispara y creo verlo a bordo de un Buick, en compañía de Sidney Franklin y Ernest Hemingway, a la busca y captura de una venta en la que tomarse una última copa. También lo imagino en un reservado de Chicote, prometiendo no usar su cámara para desgracia de nuestra curiosidad y salvaguarda de alguna honra mancillada. O en un tentadero en Gómez Cardeña, rodeado de norteamericanos o japoneses para deleite del anfitrión, Juan Belmonte, inquieto activista hasta que decidió apretar el gatillo de su Lugger. Pero, sobre todo, a Canito lo imagino en aquella funesta tarde de Linares, despeinado y sudoroso, ante un Dominguín dispuesto a jugarse la vida en cada curva. A Canito siempre se le recordará por la fotografías de Manolete, en aquella negra corrida de agosto en Linares en la que perdió la vida. Las imágenes de Cano no tardaron en dar la vuelta al mundo, reproducidas en Le Monde o New York Times. Unas fotografías que le han reportado la fama, la gloria de la memoria; reportes a los que con gusto habría renunciado, con tal de no haber sido testigo directo de la tragedia del torero cordobés. Ha llegado el momento de los homenajes, de compilar y difundir su extensa obra, de reconocer la intensa trayectoria de un fotógrafo único, Canito. Mejor ahora, con la cámara aún colgada de su cuello y la inconfundible gorra blanca cubriéndole la cabeza.

www.eldiadecordoba.es

lunes, 7 de diciembre de 2009

PAQUITO EL CHOCOLATERO


Lanzan cinco cohetes desde la plaza del pueblo y las palomas desalojan los tejados. El albero aún permanece mojado, los foralillos se iluminan. Dos perritos por un euro, hamburguesa completa por dos; también hay serranitos. Te he dicho que no te la compro, que Dios sabe que le echan a eso. Top Manta en las esquinas, lo nuevo de Alejandro Sanz y los eternos Triunfitos. Chicas apretadas, entre canalillos mareantes y rajas a mitad de muslo, chavales en clave de conquista, galanes de última generación, con paga especial. Padres con vestuario de Domingo de Ramos. Cochecitos que pasean niños dormilones y rollizos embadurnados en Nenuco, ya me ha puesto tres kilos y me duerme toda la noche de un tirón. Ese cacharrito nuevo que asombra e impresiona, el superturbosideral; seis viajes al precio de cinco. Vaya mareo que pilló Antonio en la subida, pues yo creo que era de la tajada que llevaba. Tabaco rubio de contrabando, algodón dulce, manzanas de caramelo, rodajas de coco, turrones y mantecados con la fecha de caducidad de la partida de defunción de Dorian Gray. Una orquesta comienza a tocar esa melodía universal…

A lo largo y ancho de Andalucía, en toda la provincia de Córdoba, de Encinas Reales a Pozoblanco, de Iznájar a Palma del Río, durante buena parte del verano y otoño, en pueblos y aldeas de todos los tamaños y dimensiones, se suceden cientos de ferias, fiestas patronales, romerías varias y demás celebraciones. Celebraciones que, en un gran número de ocasiones, nacieron hace décadas, por un motivo que apenas se recuerda, o que se obvia, y que se fundamentan en la realidad actual, y que no deja ser la algarabía, la diversión oficializada en el calendario de fiestas municipales. Ferias entalladas en similares patrones y pespuntes, con peculiaridades muy específicas, pero con un gran denominador común: Paquito el Chocolatero. Imponente pasodoble de singular coreografía, que nos invita con frenesí a la pista de baile, como si se tratara de un canto de sirena al que nos es imposible resistirnos. Ante el Chocolatero sucumben pequeños y mayores, solteros y casadas, los más reacios al bullicio, los abogados y los fontaneros, los pensionistas y las azafatas, los bailongos del fiebre sábado noche y las peluqueras de mi barrio, porque Paquito es Universal. Y mucho más.

Es la licencia para el desenfreno, la careta de nuestros más reprimidos instintos, la melodía de una locura mística y colectiva, el ritmo envenenado que nos traslada al éxtasis. Paquito es la magia, ese compás que ha vencido la siempre difícil batalla al tiempo. Y es que da igual que Gorgie Dann vuelva a la carga –y me temo lo peor- con sus éxitos de medio pelo, que Las Ketchups se inventen otro Aserejé o que el Capitán Canalla se transforme, como un Mortadelo de verbena, en otro nuevo personaje de soniquete machacón, Paquito el Chocolatero seguirá estando ahí. Esperando ese lugar privilegiado, que se ha ganado por méritos más que demostrados, en esa feria, en esa fiesta, que nos aguarda a la vuelta de la esquina. Y nosotros volveremos a reverenciarlo como sus más fieles vasallos, conscientes de que su vigencia garantiza nuestra felicidad.

sábado, 5 de diciembre de 2009

CUENTO DE NAVIDAD

Abdela conoció en España todas las formas de la Navidad: los regalos, el marisco, el pavo, los árboles iluminados, los villancicos y los petardos. También conoció Abdela las expresiones más dulces de la Navidad: la sonrisa de los niños, la ilusión que desprenden sus ojos. Nunca hubiera podido imaginar Abdela todo esto años atrás, cuando le entregó las cien mil pesetas que le cobraron por llegar a España. En el remolque de un camión, tras unas cajas de fruta se escondía una pequeña y oscura habitación. Acompañaban a Abdela diez hombres y seis mujeres, una de ellas embarazada, que dio a luz nada más traspasar la frontera española, en Cádiz. Dejó atrás Abdela a sus hermanos, a su madre, a sus amigos, su casa, su tierra. Una tierra sin Navidad, sin árboles iluminados, sin villancicos. Siguiendo las instrucciones de un primo, Abdela se instaló en un pequeño piso en las afueras de la ciudad; compartía la cama –siempre caliente- con otros tres hombres, a cambio de diez mil pesetas. Meses después de su llegada, coincidiendo con la Navidad, Abdela comenzó a trabajar en un centro comercial. Un trabajo sencillo y cómodo: Rey Mago, le dijo Cándido, el encargado. Durante 24 días, de diez a diez, Abdela dejó de ser Abdela, para convertirse en Baltasar, el Rey Mago –negro-. Su piel, su sonrisa nacarada, su gesto amable, la dulzura de su voz, el trato con los niños, propiciaron que durante 17 navidades, durante 24 días –de 10 a 10-, Abdela fuera el Rey Mago –negro- que recogía las ilusionadas cartas de los chavales. En estos 17 años Abdela ha visto a cientos de niños y niñas transformarse en hombres y mujeres. En miles de casas, se pueden encontrar fotografías, de Abdela, o del Rey Mago –negro-, con un niño en su regazo. Tal vez usted mismo, yo, su vecino, tengamos en casa, en la estantería del comedor, en ese álbum maltratado por el tiempo, la fotografía de Abdela junto a uno de nuestros hijos. Aunque para usted, para su vecino, para mí, no se trate de Abdela, es el Rey Mago –negro-, Baltasar.

Como cada mes de noviembre –de los últimos 17 años-, el centro comercial decoró su fachada principal con los colores de la Navidad. Tras unos días de espera, extrañado por la tardanza, siempre puntual, el encargado de las actividades, Cándido, trató de localizar a Abdela. Una tarea realmente complicada, sin un número de teléfono que marcar o una dirección a la que acudir. Durante 17 años sólo había sido Abdela para Cándido, para todos los trabajadores y clientes del centro comercial, el Rey Mago –negro-. El director del centro comercial también echó de menos al Rey Mago que recibe a los niños en la entrada del establecimiento y preguntó a Cándido por Abdela –realmente no preguntó por Abdela, no conocía su nombre, ¿dónde está el rey negro?, dijo. Cándido inventó una respuesta con la que ganar algo de tiempo: ha estado enfermo pero mañana mismo se incorpora. Que no pase ni un día más, le exigió el director. Cándido, apremiado por las palabras de su superior, buscó por buena parte de la ciudad a su Rey Mago –negro-. Lo buscó, sin resultado, en esos barrios de la periferia donde se concentran los que son como Abdela. Horas después, dispuesto Cándido a repetirle al director la fácil y lógica excusa que había preparado: Abdela se ha tenido que volver a su país, detuvo su automóvil junto a la fachada del centro comercial de la competencia. Por eso que nos gusta definir como deformación profesional, Cándido examinó la decoración del centro, los colores, las luces. Sorprendido, descubrió un Rey Mago –negro- justo en la puerta principal. Rápidamente, descendió al automóvil y se acercó hasta el que contemplaba como Abdela. ¿Dónde te has metido?, le preguntó nada más tenerlo enfrente. ¿Cómo dice?, respondió el rey. ¿Abdela?; Yo no soy Abdela. Entre el terciopelo, bajo la corona, entre la oscuridad de su piel, quiso encontrar Cándido a Abdela. ¿De verdad que no eres Abdela?, insistió; no, se limitó a responder el rey. De vuelta a su automóvil, aturdido e incrédulo, Cándido le dedicó una última mirada al Rey Mago –negro-.

sábado, 21 de noviembre de 2009

22 ESCARABAJOS




















Se publica una antología con 22 cuentos protagonizados por los Beatles
A partir del 7 de diciembre en tu librería

Ningún fenómeno de la cultura popular ha generado un aluvión de mitos secundarios y leyendas urbanas semejante a los Beatles: desde la presunta muerte de Paul McCartney y su sustitución por un doble exacto llamado William Campbell a la leyenda que situaba a Chapman, el asesino de Lennon, como un instrumento del FBI. En esta antología, veintidós narradores hispánicos de la hasta ahora secreta comunidad beatleliana se atraven a revisar el universo de los Fab Four, tomándolo como materia ficcionable y como mito contemporáneo.

¿Por qué una antología protagonizada por los Beatles? Los mitos son realidades que prometen adaptarse, siempre, al porvenir. Porque su territorio natural es el porvenir o, si se quiere, los porvenires, las distintas direcciones del mañana. Y los Beatles son un mito porque han sido capaces de susurrar al oído de varias generaciones. Por estas páginas desfilan, además de los Fab Four, Brian Epstein, George Martin, Yoko Ono, Marc David Chapman, Charles Manson, Peter Fonda, el Dr. Robert…; se atraviesan múltiples géneros: la ciencia-ficción, el cuento fantástico, el cuento de terror, el retablo barroco-pop, el (falso) reportaje periodístico, el cuento fantástico, dístico, el (falso) web-log, el relato negro…; se recorren los escenarios primordiales de la vida de los cuatro de Liverpool: The Cavern, Abbey Road, Strawberry Fields, Penny Lane… Los límites del universo beatle son, desde luego, harto más amplios que los de estas páginas, pero en ellas queda demostrado que los Beatles son un pozo inagotable de ins-piración literaria..


Esta selección, preparada por Mario Cuenca Sandoval, reúne cuentos de Pilar Adón, Leonardo Aguirre, Miguel Antonio Chávez, Mario Cuenca Sandoval, Maurice Echeverría, Patricia Esteban Erlés, Javier Fernández, Marcelo Figueras, Rodrigo Fresán, Esther Garía Llovet, Salvador Gutiérrez Solís, Fernando Iwasaki, Eduardo del Llano, Salvador Luis, Leopoldo Marechal, Hipólito G. Navarro, Andrés Neuman, Raúl Pérez Cobo, Care Santos, Roberto Valencia, Xavier Velasco e Iban Zaldua.