martes, 20 de septiembre de 2016

NO ESCAPARÁS (DE LA POESÍA)


Me sorprendió, como a casi todos, la lluvia de los pasados días, aunque más me sorprendió y alegró el descenso de temperatura. Bendita rebequita y bendita sábana mañanera. Cuando me crucé con los primeros paraguas no pude evitar recordar que Cosmopoética se acercaba. De hecho, ya está aquí, esta misma semana comienza. Solo faltó el bombín, ninguno a la vista, pero aún así yo pude imaginar a Hugo Ball escribiendo como poseso en mitad de la Corredera, donde ha instalado su Cabaret Voltaire, y los poemas caían del cielo, como una torrencial lluvia de palabras e imágenes. Sí, el señor del paraguas, afortunadamente, vuelve a recorrer las calles de Córdoba un otoño más. Y debemos celebrarlo y también entenderlo, muy especialmente en estos tiempos que se han empeñado en justificar que la Cultura, en cualquiera de sus manifestaciones, es eso que atenta contra la austeridad y la economía –su modelo de economía, claro-, como un acto de redención, casi de rebelión contra todo aquello y aquellos que quieren convertir nuestras vidas en una tabla de Excel. Y hay vida más allá del Ibex35. Cosmopoética alcanza las trece ediciones, hablamos de un evento perfectamente establecido en el calendario, referencia literaria y cultural en la agenda nacional. Pero esa consolidación, ser esa referencia, como el torero que se juega la temporada en una tarde, ha de ganarse cada año. Refugiarse en el pasado, adocenarse, dejarse llevar siempre es un mal plan; pésimo, suicida, si hablamos de cultura, que es un elemento vivo, en permanente evolución. A priori, examinada con detalle la amplísima y variada programación, tengo la impresión de que Cosmopoética, un año más, no nos defraudará, que incluso nos emocionará y sorprenderá, y que no dudaremos en dejarnos atrapar por la poesía.
Entiendo como un acierto que la gestión, tanto técnica como creativa, de Cosmopoética haya cambiado de manos a lo largo de los años. La cultura requiere y exige diferentes visiones, distintos alientos y propuestas. No escondo que conozco a la perfección a los responsables de la próxima edición, Joaquín Dobladez y Nacho Montoto han trascendido la frontera de la amistad para instalarse en la fraternidad. Les puedo asegurar que este hecho, y ellos lo saben, no supone un cheque en blanco para el elogio almibarado e incoherente, todo lo contrario, más aumentos coloco en la lupa. Tuve la oportunidad de trabajar con Joaquín muchos años y sé de su sensibilidad hacia la cultura. De hecho, nunca ocultó su predilección, y a él le debemos muchísimas expresiones, fusiones y eventos culturales que hoy ya están normalizados en nuestra ciudad. No solo le debemos Eutopía, que es su criatura más evidente, tengamos en cuenta que, junto... sigue leyendo en El Día de Córdoba

martes, 13 de septiembre de 2016

LA VIDA EN EL RETROVISOR


Tengo amigos que se pasan las horas en Internet buscando esas legendarias bicicletas de los ochenta que reinaban en las calles de nuestra juventud. Esas bicicletas que contaban con nombre propio como el caballo del Cid, antes de que llegaran las grandes superficies e impusieran el anonimato. Bicicletas, en la mayoría de las ocasiones, con mecanismos y materiales más arcaicos y rudimentarios que los empleados en la actualidad, más incómodas y pesadas. Y más caras, mucho más caras si uno se detiene un instante a establecer la lógica relación entre dinero y tiempo. Haga las cuentas. Yo mismo me he sorprendido rastreando en la Red a la caza de una Motoretta, que era la aristocracia de las bicicletas de mi juventud, un sueño imposible para la economía familiar. Un bici elefantina y armatoste, poco manejable, como la mayoría de todas esas bicicletas que tratamos de recuperar del pasado. Es cierto, en todo lo cuantificable, en todo lo analizable y comparable materialmente, y sin tener en cuenta los criterios estéticos –ahora son bastantes más feas-, es absurdo comprar una bicicleta con veinte o treinta años de antigüedad si no es para ponerla en un escaparate o como mero elemento decorativo. Bicicletas, automóviles, videoconsolas o equipos de sonido, da igual. Afortunada o desgraciadamente, para gustos colores, no siempre acudimos a la lógica, a la razón y a lo cuantificable a la hora de tomar nuestras decisiones. En la moda también nos seducen, o tal vez sería mejor decir: colman nuestros deseos, con modelos e imágenes de aquellos años ochenta y noventa que tenemos tan idealizados y que con bastante probabilidad no fueran para tanto. Eso sí, nosotros éramos más jóvenes, muchísimo más jóvenes, asquerosa e insultantemente jóvenes, unos primerizos en todos los sentidos y aspectos. Y cuando recuperamos camisetas, macutos, automóviles, discos, artilugios varios, películas, libros, anuncios o bicicletas de aquellos años puede que, de un modo que nos cuesta entender o que, simplemente, no queremos explicar, llegamos a creer, no sé si a sentir, que volvemos a ser esos jovencitos que un día fuimos. Y no, conjuguemos el verbo en presente, como poco.
No es de extrañar el furor, el éxito arrollador y contagioso, de Stranger Things, la serie de televisión que ha cautivado a millones de espectadores en este interminable verano que ya dura más de lo que nuestros cuerpos y aires acondicionados están dispuestos a resistir. El sueño de las compañías eléctricas, para desgracia de nuestras cuentas corrientes. Calores aparte, que es un tema cansino, calino e insomne, Stranger Thing... sigue leyendo en El Día de Córdoba

martes, 6 de septiembre de 2016

SEGUIMOS

Seguir, arrancar, resetear, cambiar, reciclar, evolucionar, continuar, regresar, comenzar... escoge el verbo...

Aparte de mí esas tentaciones, que estoy entregado a la piña y al pollo, a la lechuga y a la zanahoria, que ha llegado septiembre, vengador de ese agosto tentador y peligroso, y necesitamos soltar lastre, esos flotadores que nos muestran nuevas gravedades y dimensiones. Entre 3 y 5 kilos de más, señala la estadística. Ya estamos de vuelta, mental y geográficamente, regresamos para contarlo o/y para seguir, no sé si en lo mismo o en algo parecido, pruebe y cuénteme cómo le va –parece el estribillo de una canción-. Sicología aplicada a la mercadotecnia, septiembre y sus mil coleccionables posibles, de los vestidos de Heidi a las pelucas de María Antonieta, sin olvidarnos de los turismos de los 60 y las estampitas de la Liga. La teoría nos dice que septiembre es una época de inicio, de afrontar nuevos retos, de reciclarnos, de actualizarnos, de resetearnos, pero cuántas palabras para decir –casi- lo mismo. Rajoy no se ha aplicado ninguno de los términos, que se plantó ante su posible investidura con la desgana de un futbolista español de 36 años en la liga qatarí. Dando por hecho el fracaso, el no, pero es que su gurú particular, ese oráculo de la derecha apellidado Arriola ya habrá hecho sus cuentas. Aznar, el que nos metió en una guerra ilegal, ese presidente español del que reniegan hasta sus propios afines, incluso los que más jalearon su nombre en aquellos mítines pagados con vergüenzas en la plaza de toros de Valencia, se batió el bronce y supo y pudo conseguir el abrazo de los nacionalistas vacos y catalanes. Y aprendió a hablar catalán en la intimidad y hasta se inventó nuevas definiciones para el terrorismo etarra, pero lo intentó y lo consiguió. Nos guste o no, se lo curró y llegó a ser presidente gracias a eso. Rajoy sigue sin querer hacer nada, fumar puros y escuchar a Arriola, que es su cantante de boleros preferido, esos son sus grandes esfuerzos. O sea, seguimos con el mismo presidente, porque ya sea en funciones, en defunciones, en excedencia o por lo que sea, sigue siendo el que manda, o el que parece que manda, que viene a ser lo mismo.
Llegamos a septiembre y nos preguntamos cómo pudimos recorrer varios kilómetros tras unos Pokémon. Cazaré Pokémons por ti, declaración de amor 2.0. Llegamos a septiembre y nos preguntamos cómo pudimos pasarnos varias horas frente al televisor viendo un partido de badminton, una carrera de mountain bike o una competición de tiro con arco. Y nos respondemos que a nosotros nos gusta el deporte, todo el deporte, más allá del fútbol, aunque solo nos sepamos la alineación de nuestro equipo y pasamos de largo las hojas y los minutos deportivos que no están protagonizados por el fútbol. O sea, nos tragamos todas las Olimpiadas hasta que llegó el fútbol, que sigue siendo el Rey Sol en el universo del entretenimiento... sigue leyendo en El Día de Córdoba