lunes, 23 de mayo de 2016

ESOS DÍAS


Hay días y días. Y hay otros esos días, más bien pocos, pero que celebramos y festejamos, y puede que no degustemos, como si fueran muchos. No son tantos, no. Y luego están esos días, ya sabe usted, días encabronados, irascibles, de cuerno retorcido y vinagre en el aliento y mala leche a espuertas. La pasada semana tuvimos uno de esos días, o por lo menos lo fue para mí. Menos mal que no fue lunes, que ya habría sido rizar el rizo de lo canalla, y eso que de esos días ya tenemos unos cuantos acumulados. Media España enfadada por la lista de Del Bosque, ya ves tú el problema. Que si faltaban Navas, Costa o Torres, y que si sobran Casillas, Bartra o Cesc. Esas cosas tan trascendentales por la que nos cabreamos tanto y las redes sociales explosionan como una nueva supernova de bilis y rabia. Como si la vida nos fuera en ello, como si alguien hubiera puesto en duda el honor de los nuestros, como si yo qué sé. Yo creo que faltó organizar un change.org, aunque tampoco quiero dar ideas, que me temo lo peor. Pues se habrá equivocado o acertado según acabemos en la Eurocopa, así de simple y así de fácil. No necesariamente los mejores jugadores hacen el mejor equipo, y que se lo expliquen a Florentino, como tampoco nadie quiere colocarse bajo el aguacero sin su paraguas o chubasquero correspondiente. Más o menos. Y que conste que aquí el que escribe siempre ha contemplado más a Del Bosque como el perfecto monitor en un campamento de verano para adolescentes que como estratega futbolístico, aunque puede que se trate de eso. Solo eso. Escribir el nombre de once jugadores en la pizarra y ponerlos a jugar. Y que suene el timbre que anuncia el recreo.
Ese mismo día, de cisma nacional, otra vez las dos Españas pululando en los feisbuses y demás enredos virales, nos enteramos de algunos nuevos detalles del tal Granados y del tal Marjaliza. Vaya pareja de dos. El megahombre de Esperanza Aguirre, ese señor con aspecto tan formal, tan maqueado siempre, cada rizo puesto en su sitio, gomina a tutiplén, por lo visto, y según cuentan, se metía en el bolsillo unos cuantos miles de euros cada vez que vendían una vivienda. Hablamos de aquellos buenos años, sí, de aquellos, los años buenos, los de la hipoteca ampliable y el carro con más extras que una película de romanos en la puerta del pedazo de adosado con piscina y césped artificial. Esos años. Esos años en los que nos inocularon la droga de la posesión, tanto tienes tanto vales y si no tienes, taco gordo mejor, eres un paria como poco, y te como porque me toca. Esos años, sí. Esos años en los que miles de euros, millones... sigue leyendo en El Día de Córdoba

martes, 17 de mayo de 2016

CUERNOS Y CANAS


No tema, no le voy a contar una despedida de soltero de cuarentones a lo Resacón en Las Vegas pero en versión ibérica, no, aunque también tuvo algo de eso, si me detengo un instante a pensarlo. Hablemos de rock, de leyendas del rock. AC/DC, o como lo ha bautizado la inventiva popular: AxlDC. La pasada semana los hemos tenido muy cerquita, en Sevilla, única parada española de su gira mundial. Un AC/DC diferente, aunque siempre han sido diferentes, ya que tal vez sea la banda que más ha cambiado de formación. De la original solo permanece el colegial Angus Young, aunque también es cierto que Brian Johnson, tras más de treinta años como vocalista, ya estaba plenamente integrado. Pero, a pesar de su cambiante trayectoria, la diferencia de este concierto con respecto a los anteriores era mucho mayor. Semanas atrás, Brian Johnson anunció que los médicos le habían advertido de la más que probable sordera total si se embarcaba en nueva gira, lo que no me extraña en absoluto, días después sigo sordo. Tras el anuncio se sucedieron los rumores y habladurías, y la suspensión del concierto cobró fuerza, con toda la lógica, así como la de un cantante de “repuesto”, que no sentó nada bien en la hinchada del grupo, como también es lógico. Sin embargo, un buen día las redes sociales rugieron porque alguien subió una fotografía de Axl Rose, vocalista y líder de la mítica –en el pasado- Guns and Roses, saliendo del local de ensayo de AC/DC. Blanco y en botella, pensamos y acertamos. Mientras los más acérrimos seguidores de la banda australiana no tardaron en expresar su escepticismo, cuando no su disconformidad, otros entendimos la pirueta como una ocasión casi histórica. Como si Calamaro hubiera sido durante un tiempo el cantante de Gabinete Caligari o Damon Albarn el de Oasis, por buscar algunos ejemplos ilustrativos.
El rumor se confirmó y comenzaron las primeras devoluciones de entradas, al igual que comenzó una avalancha de memes y gracietas respecto al estado físico de Axl Rose. Memes y gracietas que se multiplicaron exponencialmente cuando saltó la noticia de la lesión del cantante, lo que le obligaba a actuar sentado en una especie de trono terapéutico o algo así. Memes, por cierto, algunos muy divertidos. Y eso que Camarón cantaba sentado y nadie ponía el grito en el cielo. Lo cierto es que bastaron dos minutos de actuación para que Axl le diera un zasca a todos aquellos que prácticamente lo habían acusado de robar la hucha en una escuela infantil. Desgarrado y luminoso, a mí particularmente me trasladó al Bon Scott herido de la primera época de la banda, burkarizado tras unas enormes y horrendas gafas de sol, sombrero, cazadora y collares varios, demostrando que por su garganta no habían pasado los años. Entregado a su tarea, como ese juvenil al que le conceden diez minutos en el equipo de sus amores, recorrió el repertorio más legendario de los AC/DC... sigue leyendo en El Día de Córdoba 

martes, 10 de mayo de 2016

MI DEUDA CON LOS LIBROS

¿Podré saldar la deuda? Esos viajes, esos encuentros, esas vidas que tal vez no fueron soñadas... Vive con libros
¿Qué le debo a los libros? Si respondo que la vida, tal vez alguien me califique de exagerado, aunque yo mismo considere que me quedo corto, cortísimo. ¿O tal vez debería emplear el plural? Hablemos de vidas, de todas esas que he conocido a través de los libros, y también de esas otras que yo mismo me he inventado y que he tratado de plasmar, más mal que bien, en mis novelas. También le debo una forma de vida –y ya van unas cuantas vidas-, y es que estoy plenamente convencido de que todos aquellos que convivimos con los libros contamos con una vida diferente, más plena, más rica, más amplia, con más colores y matices. Puede que los maratonianos, los coleccionistas de sellos, los ciclistas maduros de mountain bike carísimas, los adictos a las consolas o a la tauromaquia cuenten con una sensación similar, no lo sé. Aquí les habla un infectado por el virus de los libros, con probabilidad no soy el más indicado para tratar el asunto, aunque también puede que sí lo sea, ya que he probado el veneno y conozco sus efectos. Sí, porque los libros, la lectura, tienen mucho de veneno, que va más allá de lo mental, de lo no concreto. Los libros son también la causa de mi insomnio, pero también de mi sueño. Retomo el plural de nuevo, de mis sueños. He soñado libros, propios y ajenos, convivo con los personajes creados y leídos, me he permito cameos maravillosos y delirantes junto a Don Quijote, vaya tunda nos dieron en aquella venta, en una carretera perdida norteamericana, en una isla desierta, había tesoro escondido, claro que sí; conozco los rincones de un lúgubre ático de París, la soledad del guerrero y las alcantarillas de la España anisada y amarga de los cuarenta.
He viajado sin tarjeta de embarque, sin asiento asignado, sin levantar los pies del suelo, he cazado focas en el Polo, he combatido contra Hitler y el nazismo, he colaborado con Miguel Ángel, he paseado por Lima, Sinaloa o Argel, me he colado en un par de volcanes, he conducido una máquina del tiempo, también un bólido de carreras, y me he corrido un par de juergas con Hemingway, todavía me dura la resaca. Libros, sueños, vidas. Este 2016 debería ser especialmente significativo, por aquello de las coincidencias y los centenarios, aunque me temo que son los periódicos los que están llevando a cabo los fastos, que el ministro de cultura –en disfunciones- anda de precampaña, preausencia, preloquesea o animando a los compañeros que aparecen en los Papeles de Panamá –una novela barata y canalla-. Cuatrocientos años de Shakespeare y Cervantes, grandiosos genios de la historia de la Literatura, ahí queda eso, ya está tardando El Ministerio del Tiempo en ofrecernos ese encuentro en la cumbre, solo comparable al que mantuvieron Elvis y los Beatles –en el 565 de Perugia Way-. Hay quien mantiene que... sigue leyendo en El Día de Córdoba

jueves, 5 de mayo de 2016

BIOGRAFÍA AUTORIZADA EN LA FERIA DEL LIBRO DE SEVILLA

DIEGO A. MANRIQUE: AL FIN, UNA BUENA NOVELA DE LA MOVIDA Y DE LA MÚSICA DE LOS 80.
DIARIO EL PAÍS: Solís ha tenido la feliz idea de hacer que su criatura recorra como protagonista/espectador los 35 últimos años del pop español.
DIARIO EL MUNDO. GUTIÉRREZ SOLÍS NARRA LA MEMORIA DEL ROCK
CULTURAMAS: Una novela que se postula indudablemente como un riguroso ensayo cultural y musical: la ficción, una vez más, demuestra ser el mejor vehículo para acercarnos a episodios de un pasado colectivo que explican el presente.
EFE EME: Cuarenta años en los que el lector, a poco que los haya vivido, podrá reconocer escenas en este gran fresco sobre la música popular de este país.
EL CULTURAL: El novelista abre un crisol de vida de los últimos cuarenta años de la Historia patria.

Sábado 7 de mayo, 20 h., Caseta 25, Libros Siltolá.

martes, 3 de mayo de 2016

PRINCE, MAGIA Y DESMESURA


En los últimos días, tras su repentino fallecimiento, se han escrito y dicho muchas cosas sobre Prince. Hemos conocido sus excentricidades, su turbia e inestable relación con la industria discográfica, la nómina de novias y amantes, las causas de su muerte, el ocaso de sus últimos años y también hemos vuelto a recodar la inmensidad de su obra, que realmente es lo único o lo que más nos interesa a todos aquellos que amamos la música. Todo lo demás no es más que el decorado, a ratos extravagante, excesivo e iconoclasta, del talento descomunal y genial de un artista irrepetible, punto neurálgico del atlas musical del último medio siglo. Aunque muchos periodistas y críticos lo han tratado de hacer en la última semana, condensar la obra de Prince en 10 ó 15 canciones me parece una tarea muy complicada, por no decir imposible. Entiendo que los gustos individuales son los que toman las riendas de la elección. Tengamos en cuenta que entre 1999, su quinto álbum, publicado en 1982, y Lovesexy, su décimo disco, de 1988, todo debemos entenderlo como una auténtica e indiscutible obra maestra. En estos siete años asistimos a la eclosión del genio, al desparrame del talento en estado puro, en esencia, así, a bocajarro. Nadie produjo tanto y de tan alta calidad en tan poco espacio de tiempo, nadie. En estos discos encontramos su Capilla Sixtina, su Gernika, su Colmena, su Álbum Blanco, su Cien años de Soledad, su Rayuela, su Padrino, su nave espacial que llega a Saturno, yo qué sé. Tengamos en cuenta que a muchos de los que consideramos genios, en cualquiera de las disciplinas artísticas, los recordamos por una obra cumbre, por un momento concreto de explosión creativa que definió y marcó sus trayectorias. Haga un repaso y comprobará que estoy en lo cierto. 
En cierto modo, sin pretenderlo, fue ese “esclavo” que se tatuó en la cara durante la batalla que emprendió contra su discográfica, y acabó estando preso de su propio talento. Porque Prince tuvo la “desgracia” de ofrecer sus obras mayores demasiado pronto, demasiado joven, algo que no le perdonó la crítica, como tampoco se lo perdonamos sus propios seguidores, y lo condenamos al ocaso y casi al olvido sin concederle esa segunda oportunidad, que con toda probabilidad se merecía. Acostumbrados a la excelencia, quisimos encontrar en cada nuevo álbum de Prince otro Purple Rain, otro Parade u otro Sign of the times y no nos conformamos con menos. No le alabamos en vida, lo suficiente, la desmesura de sus años mágicos, la grandeza de su obra, que escribiera una de las páginas más brillantes de la historia de la música. Ni siquiera fuimos capaces de ver en él, que lo fue y de qué manera, a uno de los mejores guitarristas... sigue leyendo en El Día de Córdoba