miércoles, 25 de marzo de 2015

LA PALABRERÍA

Aunque por el título pudiera parecerlo, no voy a abordar lo que los líderes de algunos partidos políticos nos han prometido, cuando no escupido, en la recién finalizada campaña electoral, y me cuesta no hacerlo, créame, que más de uno se merecen uno y veinte artículos, y hasta una nariz articulada y extensible, a lo Pinocho, que los delataran cuando nos mienten con tanto descaro. Hablemos de libros, sí, esos objetos con un montón de páginas, tatuadas por miles de letras, que pueden llegar a recrear universos inabarcables, sueños alucinantes, emociones, imágenes que nos trasladan a los lugares más lejanos y recónditos. Siempre he mantenido que me encanta ver los libros en espacios, formatos o lugares que no son los habituales. Me aclaro, que siempre se me enfada algún librero y no es ésa mi intención. Adoro las librerías, algunas de ellas me parecen verdaderos templos sagrados, cuando no catedrales, de la Literatura, en serio, las adoro, y cuando encuentras un profesional solvente tu estancia puede llegar a convertirse en una experiencia inolvidable, riquísima. Es más, creo que las librerías son imprescindibles, necesarias, esenciales, que sin ellas seríamos menos sociedad, más burdos, más toscos. Aclarado esto, me reitero en lo dicho. Defiendo que los libros invadan, ocupen, lugares que no son los habituales, junto a las cajas de leche, cerca de las latas de tomate o rozándose con el pan de molde. Amo tanto los libros que los quiero en cualquier rincón, siempre cerca, al acecho de los lectores; ojalá fueran contagiosos y tuvieran la capacidad de infectarnos solo con olerlos o mirarlos, como un Ébola de maravillosas consecuencias.
Si me gustan los libros en un frío y sobreiluminado centro comercial, cómo no me iban a gustar en el mercado Sánchez Peña, en la Corredera. Pues hasta ahí han llegado gracias a La Palabrería, la bella y sugerente propuesta de Miguel Marzo. Quién me habría dicho mí que en ese mercado, del que conservo inolvidables recuerdos, siempre de la mano de mi madre, que me guiaba entre el laberinto de puestos, en sus diferentes localizaciones a lo largo del tiempo, podría también encontrarme con los libros. Y, además, porque esa es una de las peculiaridades de La Palabrería, tal y como hacen sus vecinos, ofreciendo los libros al peso, a 10 euros el kilo. Cuarto y mitad de Cortázar, medio kilo largo de Cela, trescientos gramos de Auster, tres cuartos de Pynchon, bien despachados... sigue leyendo en El Día de Córdoba

Fotografía de Miguel Marzo

martes, 17 de marzo de 2015

VOTEN

Permítame que le narre en este artículo un hecho real, así a lo film a la hora de la siesta. Pero no va de psicópatas, niñeras bipolares o secuestros familiares, o sí, si uno se detiene un instante a pensarlo. Real, muy real. Y, desde este momento, le prometo que no voy a exagerar en nada, que todo es tal y como le cuento. Arranquemos. Hace unos meses, en una de esas mañanas frías y feas que hemos tenido este invierno, un amigo tuvo un aparatoso accidente de “circulación” cuando se dirigía al trabajo: se resbaló cruzando un paso de peatones. Él solo, ni dio ni le dieron, como se suele decir en el argot automovilístico. Resultado: una rodilla fastidiada, inmovilizado unos días, reposo absoluto, un par de semanas de rehabilitación. Esas cosas que pasan, y le pueden pasar a cualquiera, a mí y a usted, por ejemplo. Mi amigo trabaja para una ETT (empresa de trabajo temporal, y habitualmente de baja calidad, seamos sinceros), una multinacional extranjera con varias sedes en nuestro país. No es el suyo un sueldo espectacular, ¿los hay todavía?, roza el mileurismo, que va camino de convertirse en el sueño del mundo laboral, a pesar de las horas que entrega a cambio. Como es la cosa hoy, para entendernos. Pero centrémonos, si analizo todos esos detalles, que nos están amargando la vida, es la dura realidad, no avanzo. Sigo. Mi amigo se resbaló cuando se dirigía al trabajo, es lo que técnicamente se denomina: In itinere. Si te desvías dos calles, si te paras en el banco a sacar dinero o no se produce en el tiempo establecido, una hora como máximo, el percance que sufras puede dejar ser considerado In itinere, con las supuestas consecuencias que eso acarrea –me han contado-. Pero no, mi amigo ni se desvió dos calles ni se paró en el banco ni se saltó el horario, un In itinere en toda regla: un accidente laboral, tal cual.
No es la situación económica de mi amigo boyante, tampoco es de extrañar. Una de esas economías de tortuoso día veinte y de cruzar los dedos para que no se estropee el coche, la lavadora, la plancha o lo que sea, que descuadre el siempre complicado y frágil equilibrio contable familiar, ya sabe de lo que le hablo, me temo. Yo, el primero, lo reconozco, y otros amigos y familiares le dijimos que no se preocupase, que en los accidentes laborales no “te tocan el sueldo”. Con esa tranquilidad, que debería ser normalidad, lógica, justicia, sí, citemos a la justicia, regresó mi amigo al trabajo tras veinticinco días de baja, una vez que recibió el alta médica. Unos días después, nada más que le ingresaron la nómina en su cuenta, mi amigo me llamó muy ofuscado, visiblemente afectado, alterado. Le habían descontado algo más de 300 euros de su sueldo. Sí, más de un 25% de lo que debería recibir. Según le explicaron los responsables de la ETT, no se trataba de un error, y el hecho de que fuera una baja por accidente laboral no impedía que se efectuara el descuento realizado. ¿Y si hubiera estado enfermo dos meses?, me contó mi amigo que preguntó, pues habríamos efectuado una rebaja gradual hasta llegar al 50% de la nómina, le respondieron. Reforma laboral... sigue leyendo en El Día de Córdoba 

martes, 10 de marzo de 2015

SER MUJER

Una pareja se sienta en la terraza de una cafetería y piden un café solo y una menta-poleo. Cuando el camarero deposita las bebidas en la mesa, deja el café solo junto al hombre y la infusión junto a la mujer. Lo mismo suele suceder con cerveza/vino y refresco, o pidiendo la cuenta, con toda probabilidad la bandejita con la nota del importe acabe en las manos del hombre, así como la cerveza. El anuncio de un yogur, bajo en calorías, que presumiblemente propicia que te mantengas en la “´línea adecuada”, lo protagonizan cinco mujeres, cinco, y ni un solo nombre. Un local solo para niñas, donde las maquillan y visten, para luego desfilar, cumpliendo así el que debe ser el gran sueño de su vida: ser una princesa. Anuncios de lavavajillas, lavadoras o planchas destinados al consumo exclusivo de las mujeres. Sigamos, una competición automovilística que se publicita con la fotografía de una chica en ropa interior -¿cuál es la relación?-. En el colegio, normalmente, el número de teléfono que tienen para cualquier posible aviso es el de la madre. Más publicidad, por ejemplo: en los anuncios de taladradoras, sierras mecánicas y demás artilugios para bricolaje, solo aparecemos hombres, somos los manitas de la casa, porque eso de lavar y barrer no es para nosotros. La cuna, con el hijo recién nacido, habitualmente se sitúa en el lado en el que duerme la madre. Seguro que algunas de las situaciones/escenas anteriores le son comunes, las ha vivido de cerca en algún momento de su vida o, peor aún, forman parte de su rutina. Y es que esos mundos rosa y azul que creíamos finiquitados, siguen estando ahí, muy presentes en nuestras vidas.  
Si a esto le añadimos que las mujeres cobran casi un treinta por ciento menos que un hombre por desempeñar un mismo trabajo, a pesar de que la estadística nos indica que ellas están mejor formadas académicamente y que han superado sus estudios con mejores notas que nosotros. Y si a esto le añadimos que la presencia de mujeres en los consejos de administración de las grandes empresas, en las cátedras, en los juzgados, en la Academia de la Lengua, en los puestos directivos de la banca y de los medios de comunicación y allí donde se toman las decisiones sigue siendo insuficiente, que ni de lejos se cumple la paridad. La crisis sigue siendo muy dura para todos, pero ellas la sufren más, lo que ha propiciado el regreso de las mujeres a la “casa”. Pero es que la suma de la desigualdad sigue, basta con girar el cuello y contemplar la realidad. En las denominadas tareas del hogar, por ejemplo, o en el cuidado de nuestros hijos o mayores, siempre encontraremos a mujeres, como si contaran con un gen especial en su ADN que les concede... sigue leyendo en El Día de Córdoba 

miércoles, 4 de marzo de 2015

ANDALUCÍA, DE CINE

Seguí la última ceremonia de los premios Oscars en estado alejandrosanz, con el corazón partío, para entendernos, ya que dos de las películas que acaparaban más nominaciones me han gustado por igual, y eso que me han gustado por motivos completamente diferentes. Dicen que en la variedad está el gusto. Por eso me entristeció, para depresión no fue la cosa, no, que Boyhood no brillara con más premios, a pesar del reivindicativo y necesario discurso de Patricia Arquette –con el 22 de febrero en la nuca-, aunque tengo la impresión de que me habría sucedido lo mismo si Birdman se hubiera marchado de vacío. Birdman es una metáfora carvesiana y Boyhood es la vida tal cual, sin maquillar y casi en tiempo real. Tengo la impresión de que Boyhood ha creado un nuevo término, un verbo que conjugaremos en el futuro, me voy a hacer un boijud, diremos –a lo Félix Ruiz Cardador-, así a lo selfie o algo parecido, inglés de folomi. Si trasladáramos la técnica empleada por la película a una visión panorámica, un flashbacks extenso y profundo, pongamos que unos 50 años, no me cabe duda de que nos sorprendería comprobar cómo ha cambiado Andalucía y cómo hemos cambiado también nosotros, los andaluces. Y ya que hemos comenzado con cine, sigamos con cine. Y es que no me cabe duda de que las películas que se han rodado aquí, en Andalucía, así como la dimensión que han alcanzado nuestros directores, actores y actrices, de Banderas a Antonio de la Torre, de María Barranco a María León, de Josefina Molina a Alberto Rodríguez, ha propiciado que la imagen de nuestra tierra en el exterior sea otra, la verdadera. Universal, contemporánea, sensible, emotiva y con mucho talento. Y podríamos apoyarnos en los escritores, deportistas, científicos, artistas o cocineros que aquí han nacido, y es que le damos a todos los palos, y les damos bien, en esta tierra.
La Andalucía que hemos visto en la gran triunfadora de los últimos premios Goya, La isla mínima, fue la Andalucía real durante muchos, muchísimos largos años. Dura, seca, cruda, inflexible, inmutable. Alberto Rodríguez nos relata con asombrosa maestría el punto de inflexión, el momento concreto en el que la puerta hacia este presente que hoy conocemos comienza a abrirse. Atrás quedaron esos años oscuros, tristes, grises. Un lugar arrinconado, abandonado, propiedad de unos cuantos que lo disfrutaban y aprovechaban a su manera. La Andalucía de los tópicos... sigue leyendo en El Día de Córdoba

lunes, 2 de marzo de 2015

CUENTOS COMPLETOS, BALZAC

No sé si Balzac es el mayor creador que nos ha ofrecido la historia de la Literatura. Que ha sido el más ambicioso, no me cabe duda. Su Comedia Humana es el proyecto más amplio, global y complicado que un escritor se haya planteado hasta la fecha. Y no es solo eso; es algo, mucho, más. Primera rueda del automóvil en el que circula la narrativa que conocemos, chispa, llama, punto cardinal, faro, guía. Origen. Y es que con Balzac la novela se ocupa de la vida, de lo rutinario, de los mortales, con sus miserias y grandezas, baja a la tierra, se abraza a lo real. Balzac, además, extendió esta naturalización de lo literario a su propia existencia: “profesionaliza” la vocación o convierte el talento, la Literatura en su caso, en una manera de ganarse la vida, en un oficio.  
A Balzac le puedes dedicar media vida lectora, y no es una exageración, y tener la sensación de que no lo has leído todo. Con toda probabilidad, no se trate de una sensación, sino de una certeza. A pesar de no concluir con la tarea que se autoimpuso, arcadia utópica, la obra de Balzac es amplísima, un interminable océano de historias y personajes, que aún seguimos descubriendo, como si se tratara de un torrente inagotable.
Torrente, una magnífica imagen para referirnos al título que nos ocupa, los Cuentos completos de la Comedia Humana. Me atrevería a afirmar que la edición que Páginas de Espuma ha llevado a cabo es uno de los grandes acontecimientos literarios de los últimos años. Por la calidad del autor, incuestionable; por la detallada información adicional que nos ofrece; por las anotaciones, por el objeto libro en sí mismo. En este punto, la felicitación es extensible, como no podía ser de otra manera, al magistral trabajo realizado por Mauro Armiño, responsable de la edición y de la traducción.
En el prólogo de estos Cuentos completos, se compara la obra de Balzac con el alzado de una catedral. Un más que acertado ejemplo, tengamos en cuenta que nos encontramos ante un autor y una obra de dimensiones colosales, inmensa, como también se indica en el mismo prólogo, que indudablemente se trata de la palabra más adecuada en este caso. Catedral, con sus correspondientes naves laterales, donde cabría situar esta colección de relatos de Balzac. 27 textos en total, si las cuentas no me fallan, en los que encontramos al Balzac que nos retrata la soterrada vida de la provincia, las –frecuentemente- turbias intenciones de los que acceden a la corte, las interioridades del estamento militar, las alcantarillas de la nobleza, los desdenes de los matrimonios, la obsesión por la posesión o la corrupción. Temas candentes en la primera mitad del siglo XIX y que siguen estando vigentes, igualmente candentes, en la sociedad actual... sigue leyendo en La Tormenta En Un Vaso