martes, 29 de enero de 2008

AQUÍ HAY TOMATE SE DESPIDE


Mientras todos veíamos los documentales de la 2, Aquí hay tomate destripaba el mundo rosa de nuestro país. Durante cinco años. Ejemplo de lo que no ha de ser la televisión, para muchos, registraron cifras de audiencia impensables en su franja horaria. El canalillo de Carmen Alcayde, las citas literarias de JJ Vázquez mientras dos leones cazan en la sabana...


Dicen que se van para no volver.

domingo, 27 de enero de 2008

Sin tetas no hay paraíso



Con el paso de los años, cada vez me cuesta más el poder entender y asimilar el éxito de determinadas producciones televisivas. Y el que escribe se considera un consumidor habitual de televisión, de capa caída en los últimos tiempos, es cierto, que he de reconocer que buena parte de las noches quedo atrapado por la pantalla del ordenador o entre las páginas de un libro, que me reportan mayores y mejores satisfacciones. Es cierto que se habla de la crisis o decadencia de la televisión desde siempre, rebuscamos en la memoria del espejo retrovisor esos programas o espacios que marcaron nuestra adolescencia o juventud, aquellos hitos que han escapado de la cruel prisión del olvido, comparándolos con los de la actualidad y, tal vez, en este caso concreto, las comparaciones no sean posible. La ausencia de cadenas privadas, otro país, los cambios políticos y sociales, otras generaciones de españoles, otra mentalidad, puede que los éxitos del ayer fueran los fracasos del presente o viceversa, quién sabe. Salvo un Real Madrid-Barcelona, que siempre perdurará.
No cabe duda de que las denominadas teleseries sí han avanzado, y de qué manera, desde el pasado más reciente y en el presente. Impulsadas por la todopoderosa industria norteamericana, que han logrado que auténticas estrellas del celuloide sean las protagonistas, las series han ampliado sus temáticas, han agudizado su ingenio, han desplegado brillantes guiones que han captado la atención de millones de telespectadores. En nuestro país, tras la brutal invasión de los culebrones –llegamos a crear los nuestros, con resultados variopintos-, se han llevado a cabo producciones de una más que aceptable calidad, a pesar del empeño por trasladar –y casi copiar- los grandes éxitos foráneos. Para entendernos mejor, me quedo con el CSI original, que me lo creo más y está mejor rodado. También nos encontramos con las adaptaciones de series internacionales, que han logrado audiencias inimaginables, y ahí tenemos a la delirante Camera Café, que cuenta con un sinfín de rostros a lo largo del mundo, y la ñoña Bea, para la que sigo pidiendo que alguien le regale una tarjeta del Zara. Con cifras mareantes de audiencia, ha desembarcado en la noche de los miércoles la abrupta Sin tetas no hay paraíso que, a pesar de su título, se ha convertido en el gran éxito de la temporada.
Dinero fácil, drogas y pistolas, niñatos con coches de lujo que hablan del respeto como si fuera algo que se puede comprar en el súper al peso, Padrinos tuneados, amores imposibles y chicas cándidas que se enamoran del corazoncito de la bestia –y hasta de su tarjeta-. Los creadores de Bea fueron más considerados, me parece a mí, y españolizaron a la protagonista, que Betty no es tan frecuente en nuestro país. En el paraíso han ido a saco y eso que le podrían haber sacado mucho jugo a la traslación. Así, por lo pronto, se me vienen a la cabeza varios nombres más simples y acertados, más acordes con los modos y costumbres nacionales de última generación. Sin comisiones no hay Marbella, que hasta podría contar en el elenco de personajes con auténticos ajusticiados en el Caso Malaya, lo que dotaría a la serie de gran realismo y verisimilitud. Tampoco es despreciable Sin escándalos no hay exclusivas, cuyos guionistas podrían ser Mariñas, el Tomate en su conjunto, la Esteban y hasta Parada, que yo creo que de imaginación no andan escasos. Y, por último, y obviando palabras mal sonantes –o mal interpretadas-, también la podrían haber bautizado como Con IVA no hay Taco o Sin ladrillo no hay Taco, cualquiera de los dos podría ser válido, en clara alusión a estos años de dinero vertiginoso y fácil, en las alcantarillas de la contabilidad. O, incluso, Sin granito no hay puente, que sería de gran actualidad, aunque tal vez abusaríamos del localismo. Como podemos comprobar, la cotidianidad nacional nos regala infinidad de posibilidades, con mayor realismo y cercanía, y no tendríamos que recurrir a penosas adaptaciones que son tan difíciles de creer y tan imposibles de ver sin sentir un pellizco en el estómago.


El Día de Córdoba

lunes, 21 de enero de 2008

Gallardón y el himno



Vaya mañanita la del miércoles, es que deberían dispersar más lo acontecimientos que no nos da tiempo a digerirlos. Que todavía con las legañas alicatando los ojos y el aliento de la noche hay situaciones que cuestan de asimilar y mucho más de entender. Dennos un tiempo para transmitirnos algunas informaciones, que el cuerpo aún lo tenemos por recomponer a ciertas horas. Así, de golpe, dos por el precio de una –sin bicarbonato-. Por un lado el ya célebre He sido derrotado de Alberto Ruiz Gallardón –que ya compite en popularidad con el Por qué no te callas- y por otro el COE retirando la letra del himno nacional, creado por el bueno de Paulino Cubero, que iban a tararear nuestros deportistas en las competiciones internacionales. Me cepillaba los dientes cuando la radio escupió con furia las dos noticias y sentí una molestia inesperada, un extraño dolor de cabeza de procedencia desconocida. Por suerte, a primera hora de la tarde ya estaba como siempre.
Mariano Rajoy ha hecho, en esta ocasión, de Luis Aragonés, porque en realidad es muy Luis Aragonés, clásico en sus convicciones. Me explico, Rajoy, de momento, no ha ganado nada, ministro y sucesor porque Aznar le señaló con el dedo y poco más. Su recogida de relevo no pudo ser más desafortunada, la mayoría absoluta parlamentaria la transformó en una derrota en las urnas. Y eso que Rajoy heredó todo el equipo, los extremos, ágiles e incisivos, encarnados en Zaplana y Acebes, la portería, en la que alguna vez estuvo Rato y casi siempre Mayor Oreja, y hasta el centro del campo. Aunque un centro del campo atípico, descompensado, ya que se ha topado con dos piezas con estrella individual, con gestos y maneras de constructores, no predestinados a curtirse en las sombras de la colectividad y de la eficacia menos aplaudida. Rajoy se ha decantado por Esperanza Aguirre, dejando en la grada, ni siquiera lo ha vestido de corto, a Ruiz Gallardón. Y lo ha descartado a grito pelado, ante sus miles de seguidores –lejos de la intimidad del vestuario-. Tal vez no se haya percatado Rajoy, o sí, de que tendría que haber cambiado de posición a Gallardón y convertirlo en su Rául, preparado para meter el gol en caso de que el partido se complique. Rajoy, como Luis Aragonés, no quiere cerca a su Raúl, o también puede ser que el bueno de Mariano sea uno de esos entrenadores cortitos de personalidad, que se dejan imponer/aconsejar las alineaciones por los directivos de su equipo.
Paulino Cubero no ha sido derrotado, no, ha sido, simplemente, maltratado. El mismo día de su cumpleaños, ya tiene guasa el asunto, el COE, que no la COPE, decide retirar su seleccionada letra del himno por los rechazos generados en el conjunto de la sociedad. Seamos claros, en nuestro país –olvidémonos de las cuestiones estilísticas- no gustaría ni un himno que hubiera escrito Federico García Lorca, en el caso de que siguiera con vida. Alguien lo hubiera rechazado por rojo, otros por gay, por excesivamente dulce, por muy españolista, por costumbrista o porque no repetía la palabra patria más de cinco veces. Esa corriente que quiere habituarnos en el uso de la bandera y en el cántico de un himno como circunstancias habituales de nuestras vidas no comprende que los españoles no somos así, que nunca lo hemos sido y puede que nunca lo seamos. Lo que sucede en los Estados Unidos, que es un ejemplo al que siempre se recurre, es un fenómeno natural, que forma parte de su tradición, no es producto de una obligada artificialidad, y que tal vez, por eso, no sea exportable a nuestro país. De momento, los pupilos de Luis Aragonés no cantarán el himno cuando arranque la próxima Eurocopa. Me temo que Raúl no estará sobre el césped, animará a los nuestros desde el salón de su casa. No sé si Gallardón, el Raúl de Rajoy, animará a los suyos desde el salón de su casa, o tal vez se limite a ver pasar los restos del naufragio por delante de sus narices, puede que con una sonrisilla en los labios. En cualquier caso, no será el alcalde –o alcaldesa- de Madrid que tarareé el himno, si es que alguna vez llega a contar con letra, cuando sea la Ciudad Olímpica. Si es que llega a serlo.

Aparecido en El Día de Córdoba (20-1-08)

miércoles, 16 de enero de 2008

Noche de Reyes



Una de los grandes regalos que te proporciona la paternidad es el de regresar al decorado de la infancia. Un decorado que se extiende a todos los rincones de la casa. El frigorífico se alegra con la llegada de los circenses yogures y potitos, cansado de la triste rutina del jamón york y de la demoníaca lechuga. En el tambor de la lavadora ves girar los vitalistas colores de los diminutos calcetines, las camisetas estampadas con dibujos animados, los bodies tatuados de Arco Iris. Del cuarto de baño emanan esos olores que te trasladan a las luminosas mañanas de tu niñez, vestido de domingo, intacta aún la raya del peinado que ha derrocado momentáneamente a la legión de remolinos. Y, sobre todo, de nuevo los juguetes se adueñan de los pasillos y los rincones de tu casa, que no dejan de ser la representación iconográfica y visual más palpable de la infancia. Juguetes que, en los últimos años, han evolucionado de la misma manera que lo han hecho el mundo y nuestro país, convirtiéndose en la plasmación más jocosa de estos tiempos vertiginosos y alocados, a ratos atropellados, que nos ha tocado vivir.
Si hay un día del año en el que el juguete adquiere el gran protagonismo –olvidémonos de las invasiones nórdicas- es el de la festividad de los Reyes Magos. Sus majestades de Oriente, cumpliendo dentro de sus posibilidades –que la subida de los precios también les afecta- las peticiones escritas por los niños en sus cartas, inundan nuestros hogares con millones de juguetes. Pero, claro, Gaspar, Melchor y Baltasar demasiado hacen con repartir los regalos, apurados de tiempo, que una noche no da para tanto, algunas ventanas son complicadas de ascender, los dejan como pueden, tratando de colmar todos los deseos. Entonces, los padres, que queremos que la felicidad de nuestros hijos sea total, nos ponemos a completar la tarea, rescatando a los juguetes de sus cajas, preparándolos para su disfrute. El que es novato, en ese preciso momento descubre que buena parte de los juguetes no vienen tal y como aparecen en las fotografías, no, ojalá. Las motos, las cocinas, un coche teledirigido o una guitarra, cuando escapan de la caja son un rompecabezas de paciente y complicada reconstrucción. Extendidas todas las piezas sobre la mesa del salón, despliegas el manual de instrucciones y empiezas a leer. Nada más comenzar a hacerlo te topas con la rácana sinceridad de los fabricantes: herramientas no incluidas, pilas no incluidas. La primera, en la frente.
Como el asunto de las pilas lo contemplas aún como una circunstancia lejana, te concentras en el montaje -¿dónde habré guardado el destornillador?-. Y lees algo parecido a: 6 G, 2 B, 4 H, 8 T y 8 J, tú miras muy fijamente las piezas y te preguntas: ¿en qué se diferencian las T de las J? Descubiertas o no las diferencias, empiezas a enroscar tuercas y a encajar pestañas en ranuras tal y como te indican unos dibujillos incomprensibles, que son una mezcla entre abstracción y galimatías que jamás terminarán en ningún museo. Tres horas después, la moto o cocina se parece, relativamente, a la de la fotografía, salvo en su decoración, que se adjunta en una enorme pegatina cuyos bordes están mal recortados y que debes separar, una a una, utilizando unas tijeras que tardas un buen rato en encontrar. Pasa de la medianoche cuando contemplas tu obra con orgullo y estupor, con cabreo cinco minutos después cuando descubres que te faltan las pilas o que te olvidaste de introducir la batería y tienes que comenzar de nuevo. Registro en las tripas de los juguetes de otros años a la caza de unas pilas que medio funcionen o alocada búsqueda, te tienes que vestir de nuevo -porque te pusiste cómodo para la faena-, de una tienda de esas que abren hasta altas horas de la noche. Una vez concluida la tarea, en circunstancias normales ya llevarías durmiendo cuatro horas, por fin te acuestas, deseoso por contemplar la cara que se le quedará a tu hijo cuando descubra lo que le han traído los Reyes Magos. Llegado al fin el mágico momento, tu hijo mira con desgana la moto o la cocina, los pasa de largo y se concentra en un pequeño teléfono móvil que canturrea una melodía estridente cuando le pulsan las teclas de plástico. Sólo por eso, todo lo anterior ha merecido la pena –digo yo.


El Día de Córdoba, 13-1-08

lunes, 7 de enero de 2008

Año Sabático

Después de once años intensos, imparables e impagables, comienzo mi particular año sabático -literariamente hablando-.
En este 2008 no habrá una nueva novela de Gutiérrez Solís. No sé si en 2009... Tal vez en 2010... ya veremos.

sábado, 5 de enero de 2008

sms

En los últimos años, gracias a la íntima relación que cada día más mantenemos con las denominadas nuevas tecnologías –algunos llegan al amor torrencial-, dos nuevos sistemas de comunicación se han incorporado a nuestras vidas. Por un lados los emails –o correos electrónicos-, que han conseguido variar, y de qué manera, buena parte de nuestros hábitos laborales, así como de nuestras relaciones personales y sociales. Por otro, los sms, herramienta de los teléfonos móviles que ya ha sobrepasado con creces, en uso, a la conversación oral. Es decir, hemos retomado el gusto por escribir a los demás, aunque ya no gastemos ni en sobres ni en sellos para desgracia de Correos. Aunque en algunos casos, sobre todo en los sms, se practica una escritura indescifrable, todavía no sé si deconstructiva o, simplemente, destructiva, por las vulneraciones que padece el vocabulario convencional, que queda reducido a un jeroglífico que sólo resuelven los iniciados. Como se suele decir, la pela es la pela, y en un solo mensaje se concretiza lo que necesitaría de varios.
Si nos atenemos a las previsiones expuestas en diferentes medios de comunicación, durante estas fiestas navideñas cada español mandaremos una media de treinta mensajes a través de nuestros de nuestros teléfonos móviles. Teniendo en cuenta que el 99.9% de los españoles cuenta con un teléfono móvil, hay quien tiene más de uno, y hasta de dos, esto nos traslada a la nada despreciable cifra de casi 150 millones de sms, que ahí queda la cosa. Algo más de 100 millones de mensajes se enviarán entre mañana y pasado, la nueva forma de felicitar la entrada en el año que ya nos cosquillea con su fría nariz de enero. Las modas y las tendencias también han llegado a los sms, y así podemos encontrar unos cuantos –grandes éxitos- que se expanden de un teléfono a otro a la velocidad de una mortal epidemia. Por ejemplo, en lo que llevamos de Navidad ha arrasado el mensaje que cuenta aquello de ZP y el conejo, que yo he podido recibir unas doce veces, siguiéndole muy de cerca ese otro que comienza diciendo lo de Aviso a toda la población. Mensajes que en multitud de ocasiones reenvías a tus amigos y familiares, con la intención de que también se diviertan con la ocurrencia. Si eres el primero en enviar un mensaje ingenioso a tu grupo de amigos y familiares, podrás comprobar que no te responden, como cabría prever, dedicados a reenviar el nuevo mensaje. O puede que te respondan con otro divertidísimo que han recibido ellos, en lo que podríamos llegar a entender como algo parecido a una competición de sms. Competición que ya existe, en una página de Internet. El premio, como no podía ser de otra manera: un teléfono móvil.
Hay quien se devana los sesos con tal de crear un mensaje personal y emotivo que deslumbre al que lo recibe. En muchos casos, asistimos a una torrencial riada de glucosa, que puede despertar en nosotros la emoción, pero también extrañeza. Si la amistad es la fortuna yo soy el más afortunado de la tierra o gracias por estar a mi lado aunque estemos lejos o los amigos son como los radares de la Guardia Civil. ¿Por qué no me lo ha dicho nunca a la cara?, nos podemos preguntar. Son muy frecuentes los sms de alto contenido erótico, sobre todo enfatizando en los poderes del emisor, los supuestamente graciosos –algunos llegan a serlo, es cierto: quienmeharobadolatecladelespacio-, y los que pretenden ser inteligentes, irónicos o simplemente burlescos. Los muy habilidosos, incluso, envían mensajes con imágenes, con cancioncillas o con entrañables fotografías –los hijos pequeños vestidos de pastores son muy frecuentes-. Hay quien considera que los mensajes navideños son una moda pasajera y que esta desbordante eclosión pasará en breve. Anuladas mis dotes vaticinadoras, entiendo que solamente son una más de las peculiaridades de este tiempo que nos ha tocado vivir, y que, por buscarle el lado positivo –aparte de las ganancias para las operadoras de telefonía-, agradezcamos que cada año sean más los que nos felicitan. Que se acuerden de uno, ya sea por sms, por email o por la tradicional postal, es lo verdaderamente importante, puede que lo más entrañable de estas fiestas. Aprovecho mi Vista Aérea, para desearle a usted, a toda su familia y amigos, a todos los que se asomen a esta tronera, y a los que no también, un feliz 2008.