domingo, 27 de abril de 2008

EL MUSEO DE LOS SUEÑOS INCUMPLIDOS



Durante los últimos días he disfrutado como hacía tiempo que no me sucedía con la lectura de un libro. En apenas tres días, si hubiera contado con el tiempo necesario esa misma noche habría sido devorado, concluí La sexta lámpara del argentino Pablo De Santis. Un autor que sólo conocía de oídas, sobre todo tras ganar el Planeta-América –versión trasatlántica del español-, el pasado año con El enigma de París. Es Santis un escritor que despliega una narrativa envolvente, en apenas unos renglones has caído en su tela de araña, rica en giros y vocabulario, sutil, agradable para el lector, rítmica en el sentido de que cuenta con su propia musicalidad, armoniosa y cálida. También es un escritor que apuesta por la imaginación, por la ensoñación, pero sin desembarcar en las movedizas arenas de la fantasía: como inventor de personajes y vidas. Personajes y vidas que en La sexta lámpara están impregnados de un gran simbolismo, convirtiendo a algunos de ellos en verdaderos iconos de los temas más trascendentales del extinto Siglo XX. Valiéndose de tan poderosas armas, Pablo De Santis nos conduce por el recorrido vital del visionario arquitecto italiano Silverio Balestri, empeñado en construir una obra faraónica, o en este caso babilónica, en el corazón de Nueva York. Una obra que el propio arquitecto bautiza como Zigurat, que no deja de ser una quimera arquitectónica, un imposible que contradice los principios de las leyes físicas. "Lo llamó Zigurat, porque en un principio el plano general correspondía a las torres escalonadas babilónicas, una de las cuales había sido, según la tradición, la torre de Babel".
La sexta lámpara es una magnifica recomendación para cualquier amante de la Literatura, de la novela como espacio que desarrolla y muestra una historia, pero es especialmente interesante para cualquier cordobés, y no porque parte de su trama se desarrolle en nuestra ciudad, para nada, más bien por su tema. Les explico, a medida que avanzaba en la lectura de la novela de Santis, más y más me daba cuenta de como el Zigurat bien podría ser la recreación metafórica, o literaria, del conocidísimo Palacio del Sur, ese megaproyecto que parece predestinado a no dejar de ser una bonita maqueta, con sus hombrecitos y arbolitos a escala, testimonio de una anécdota, una broma –puede que pesada- o de una utopía. La traslación de lo real a lo literario es tal, créanme, que no sólo acaba con la imposibilidad de alzar la obra, no, va mucho más allá, y afecta a los protagonistas principales de la historia. El Zigurat es la obsesión de Balestri en un principio, pero no tarda en ser asumida como propia por la compañía Moran, Morley y Mactran, que en nuestro caso concreto bien podría tratarse del Ayuntamiento de Córdoba.
Embarcados en tal descomunal proyecto, cada vez que arquitecto y compañía se plantean la posibilidad de iniciar la construcción del edificio surge una complicación, modifican planos constantemente, no encuentran un lugar apropiado o les atenazan problemas financieros. Como podrán comprobar, los parecidos son más que notables, y les aseguro que no estoy realizando una interpretación intencionada. Igualmente, aún siendo sólo un plano trazado en un papel, apenas un bosquejo, el Palacio de Zigurat es el origen de multitud de conflictos y discusiones, una arma arrojadiza con la que defenderse y atacar al contrario. Conforme se avanza en la lectura de La sexta lámpara, tuve la sensación de que, en realidad, tanto el arquitecto como la compañía se sentían cómodos dentro del sueño, que el no convertirlo en realidad les provocaba un gran malestar, pero que también les aliviaba, sintiéndose más cómodos en el camino, o creyendo recorrer el camino, que alcanzando la meta. Me temo que mayor paralelismo es imposible, y que, en demasiadas ocasiones, somos mucho más felices en nuestra ciudad proyectando que realizando. Y, como el Zigurat, tal vez dentro de unos cuantos años inauguremos un museo donde podamos ver todos nuestros sueños incumplidos. Me temo que tendrá que ser un museo de dimensiones considerables, o puede que nos conformemos con un plano del Museo de los Sueños Incumplidos. Eso sí, no faltarán los hombrecitos y los arbolitos, a escala, que quedan la mar de monos.



El Día de Córdoba

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola. Hablando de este libro. Me preguntaría si me podría hacer un fvaor. No me da tiempo a leerlo entero. ¿Usted podría decirme TODOS LOS PERSONAJES (protagonistas y secundarios) que aparecen.
Y todos los lugares en los que se produce cada cosa. SIN EXTECION??? Me haría un gran favor.
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podata: no nos conocemos, encontré tu blog por casualidad