domingo, 20 de abril de 2008

LOS LIBROS DE NUESTRAS VIDAS



Hace unos meses todos los medios de comunicación reprodujeron en grandes titulares los datos más significativos y negativos del archiconocido Informe PISA (Programme for International Student Assessment), que realiza la OCDE en cincuenta y siete países, a varios miles de estudiantes de quince años. Los datos ofrecidos nos mostraron las habilidades y conocimientos de los alumnos en las diferentes materias y asignaturas, de las Matemáticas a las Ciencias Naturales, estableciendo el correspondiente ranking tras la suma de las puntuaciones obtenidas. Los ranking siempre tienen su morbo, y cuando vienen acompañados de una bajada de casi veinte puntos con respecto al informe anterior, más todavía. En definitiva, el Informe PISA suspendió al sistema educativo español, subrayando como uno de los grandes motivos del descenso los bajos índices de lectura de los más jóvenes. “Los estudiantes no entienden lo que leen”, reproducían en grandes titulares buena parte de los medios de comunicación de nuestro país. Indiscutiblemente, los datos del informe están ahí, y son preocupantes, y las medidas deberían ser tomadas con urgencia, ya que algunas de las patas de nuestro sistema educativo flaquean, no cuentan con la fortaleza necesaria, y podemos acabar con la mesa por los suelos y el mantel a jirones. Sin embargo, entiendo que tras la fría realidad que nos muestran los números, los datos y los porcentajes, es fundamental realizar un ejercicio sosegado, objetivo y coherente de interpretación, de traslación a las realidades sociales, históricas y particulares de nuestro país.
La metáfora de la botella, en esta ocasión, viene que ni pintada. Me gustaría que se pudiera ofrecer un Informe PISA de nuestro país, de Andalucía, de los índices de lectura y de los conocimientos de nuestros alumnos en 1940, en 1960 o en 1975, ya que a partir de esos datos si podríamos contar con una imagen más fidedigna de la evolución que hemos tenido en este espacio de tiempo. Estamos mal, y el Informe Pisa así lo atestigua, pero, ¿de dónde partimos? Yo no recuerdo libros en las casas de mis abuelos, era un objeto que, simplemente, no existía. En la casa de mis padres sí comencé a estar rodeado de algunos libros, pero empezaron a poblar las baldas del mueble-bar cuando ya eran ellos mayores, una vez superadas las cuestiones más básicas de la economía familiar. En mi casa hay muchos libros, muchos, y puede que usted ahora esté pensado: ese ejemplo no vale, tú eres escritor. De acuerdo, lo obvio. Cuento con numerosos amigos y familiares que no mantienen ninguna relación profesional con la Literatura, marineros, aparejadores, abogados, comerciales, maestras o dependientes, y en sus casas hay libros, bastantes libros. Y les puedo asegurar que, tal y como a mí me ha sucedido, he preguntado el dato, ellos tampoco recuerdan libros en las casas de sus abuelos, y sólo algunos ejemplares en las de sus padres. En cierto modo, los libros han empezado a formar parte de nuestras vidas, convivimos con ellos y hasta nos los leemos. Porque jamás podré entender ese manido tópico de que se compran libros que luego no se leen. ¿Usted se compra un libro y no lo lee? ¿Usted se compra un CD o una película y luego no lo escucha o ve? Yo, desde luego, procuro disfrutar de mi inversión.
Las Ferias del Libro que se repiten en buena parte del territorio nacional, las salas abarrotadas en Cosmopoética, el trabajo de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, la existencia de un programa televisivo como El Público, la pujanza de las nuevas librerías que se extienden por las ciudades a modo de franquicias, los clubes de lectura, la vigencia de Sant Jordi, la popularidad que disfrutan ciertos escritores, fenómenos como el de Ruiz Zafón, la multiplicación de los blogs y webs o las mareantes cifras de la producción editorial que cada año depara nuestro país nos indican que el libro, y por ende la lectura, forma parte de nuestras vidas, que hemos naturalizado nuestra relación con un objeto –que alberga cultura, emociones, historias, personajes… - que hasta no hace tanto nos era absolutamente ajeno y desconocido. El Informe PISA tiene razón, desde luego, nos marca el nivel de una botella que antes estaba completamente vacía.





El Día de Córdoba

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