martes, 26 de noviembre de 2013

LAS RAÍCES DE LA VIOLENCIA

Puede que la violenta historia de Pilar comenzara con aquel mensaje de texto en su teléfono móvil, me han dicho que te han visto con unas amigas en una fiesta, cuando todavía no había cumplido los diecisiete años. Prosiguió la violenta historia de Pilar con una mala respuesta, con un insulto, y no tardó en llegar el primer empujón, el primer puñetazo. Está muy nervioso con la historia del trabajo, lo está pasando fatal, justificó Pilar cuando le preguntaron; ya habían pasado seis años desde el incidente del sms. Puede que la violenta historia de Sonia comenzara cuando su pareja le recriminó que “lo pusiera en evidencia”. Jamás me podría haber esperado esto de ti, me has dejado en ridículo delante de todo el mundo, le dijo él, muy enfadado, y durante unos días Sonia llegó a pensar que tal vez tuviera su parte de razón, que las diferencias hay que mantenerlas en la intimidad, tal y como le había explicado su madre tantas veces. Puede que la violenta historia de Inés comenzara en el verano de 2010, en aquellos días en la playa. Inés quiso agradar a su chico exhibiendo ese tipo de bikinis que tanto le gustaban a él, que tanto le llamaban la atención en las otras chicas. Lo había descubierto, en ocasiones hasta giraba el cuello, lo comentaba con sus amigos, apenas disimulaba. Ni se te ocurra ir enseñando el culo al lado mía, que parece que quieres poner cachondos a mis amigos, le advirtió él. Qué celosos son los hombres, comentó Inés mientras tomaba café con sus amigas y todas asintieron. Puede que la violenta historia de Rafi comenzara tras el nacimiento de Sergio, su primer hijo. Hasta entonces, la suya había sido una relación normal, estable, para convertirse en un infierno. Interminables noches de llantos y gritos, días silenciosos, con el eco de los reproches y de los golpes.
Historias violentas que aparentemente comenzaron a partir de un hecho o momento concreto, pero que empezaron mucho antes, en la memoria que han creado las raíces de la desigualdad a lo largo de los siglos. Raíces que han crecido y extendido durante siglos, tanto que cuesta establecer dónde comienzan, ese punto concreto en el que empezó todo. Raíces fuertes y antiguas, que se ramifican, que se abrazan a otras raíces, formando en el núcleo, en el origen de las cosas, en un solo núcleo, la semilla. Raíces con savia venenosa, terriblemente contagiosa, que nos ha... sigue leyendo en El Día de Córdoba 

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