domingo, 2 de enero de 2011

HOLA, 2011










Por estas fechas, los medios de comunicación se afanan en realizar u resumen más o menos exhaustivo del año que se nos fue y un vaticinio del que acaba de comenzar. Tendencias navideñas, que siempre se repiten. Se trata de abarcar todos los ámbitos que nos afectan/interesan, de la economía al mundo rosa, sin pasar por alto el deporte o la política. Muchos de los grandes hitos del 2010 vienen acompañados de su propia imagen, que como dice el célebre el refrán valen más que mil palabras, y eso que algunas necesitan más de mil palabras, y hasta de diez mil, para ser comprendidas. Julian Assange y su chismeleaks, Lady Gaga y su estrabismo posmoderno, el justiciero gol de Iniesta, el beso de Iker Casillas a Sara Carbonero, la cara de Zapatero tras anunciar las medidas de ajuste, la portada de Aznar acompañado del perro –qué miedo-, los pueblos inundados, la resurrección de Rubalcaba, cualquier rueda de prensa de Mourinho, el chuletón de Contador, el frigorífico de Marta Domínguez, los anillos estratosféricos de Gasol, la sangre de 71 mujeres asesinadas, la frente imperial de Mas, los bocados de Nadal a sus trofeos, la aristocracia literaria de Vargas Llosa, las sandeces de Rodríguez Menéndez, la estrategia de Alonso, las caídas de la Bolsa, los centímetros de Sarkozy, los aeropuertos colapsados, el batacazo neoliberal de Obama, las nocturnas pasiones turcas de Guti, la nube de polvo fabricada por el volcán con nombre impronunciable.

Tengamos en cuenta que cambiamos de año, pero también de década, la segunda de este Siglo XXI puñetero y crítico. Un ejercicio como el anterior nos devoraría el espacio y hasta la memoria, así que a grandes rasgos, podríamos decir, humanizando el asunto, que en la pasada década seguro que incorporó algún detalle de Ikea a su hogar, que comenzó a probar la comida oriental –más allá de los rollitos primavera-, que ha gritado alguna vez lo de soy español español español, que más de una vez se le ha escapado eso de un poquito de por favor, que ha descubierto que hay más de diez marcas de ron y ginebra, que bailó alguna vez una canción de David Bisbal, y es que vio alguna temporada de Operación Triunfo o de Gran Hermano, seguro que firmó una hipoteca, o varias, y que gracias a su perfil de Facebook –años después de contar con su propia cuenta de Hotmail- se ha reencontrado con un viejo amigo del que no tenía noticias desde hacía varios años. Así, a grandes rasgos, más o menos, podríamos establecer una radiografía cotidiana de la década que se nos fue. Pero llega, ha llegado, 2011, con intención de repetir el estribillo de esta aburrida y machacona canción que es la banda sonora más extendida y escuchada de los últimos años.

Las tres imágenes más potentes que nos ha ofrecido 2010 a los cordobeses entiendo que volverán a repetirse en 2011, espero que todas ellas en su mejor versión, o en la versión más deseada. Por un lado Cajasur, que aún respetando su nomenclatura, sus colores y su paloma, ya no es ni cordobesa ni de la iglesia ni andaluza. Y todo esto se ha “logrado” por decisión expresa y premeditada, con nocturnidad y alevosía. Curiosamente, a uno de los ejecutores lo han ascendido recientemente, haciendo una gran demostración de que lo terrenal y lo celestial nunca se deben mezclar, especialmente en determinados casos. Durante años, Rafael Gómez, el que todos conocemos como Sandokán, ha sido uno de los cordobeses más célebres –tiremos de acepciones con generosidad-. No quiere perder comba en época de vacas flacas y anuncia su candidatura a la alcaldía de la capital. No me cabe duda de que, en el pasado, Gómez habría contado con sus posibilidades, pero hoy no parece encontrarse en su mejor momento, vapuleado por las finanzas y los juzgados. Aunque, puestos a elucubrar, lo mismo se convierte en la llave de la gobernabilidad, aportando esos concejales que suponen la mayoría. Cosas más raras se han visto. Que le den Urbanismo, grita uno en la lejanía, pero, por favor, que nadie le haga caso. Y en este 2011 seguirá siendo un gran protagonista otro año: 2016, y espero que lo sea porque alcanzamos nuestro gran objetivo. En unos meses sabremos la respuesta, con suerte nos pintaremos la cara de azul y gritaremos a los cuatro vientos nuestra alegría. La fiesta no es ese día, la fiesta es cada día del camino, cada nueva intención, cada acción coordinada. Por todo esto, y mucho más, hola, 2011, encantado de conocerte, ojalá nos lo pasemos bien, aunque sea un ratito –largo, si puede ser.

El Día de Córdoba

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