sábado, 10 de octubre de 2009

ENTREVISTA EN MASQUEPALABRAS

Después de leer la novela “El orden de la memoria”, me puse en contacto con Salvador Gutiérrez Solís, su autor, para pedirle una entrevista. La distancia geográfica era considerable pero nos salvó, como en tantas ocasiones, el correo electrónico. Acababa de leer su libro, y seguía teniendo a la figura del protagonista, Eloy Granero, muy presente. A veces, los libros pueden ser como un amante que, una vez se ha ido aún buscas su olor por todas partes. A Eloy Granero lo juzgué, lo diseccioné, lo valoré; lo maldije en ocasiones, y en otras, empaticé con él. Ahora, gracias al enrevesado mundo de la informática, podía hablar con su creador.

Entrevista realizada por Angi Sansón

Salvador, conozco a Eloy Granero como si lo hubiera visto 24 horas en un reality show, ¿cómo planteaste la estructura de un personaje tan completo?

Desde un principio tuve muy claro cómo debía ser Eloy Granero. Sin embargo, a pesar de esta claridad inicial, debo de reconocer que me ha costado muchísimo construir el personaje. Hace unos días recibí un email de una lectora confesándome, a modo de broma, claro, que se había “enamorado” de Eloy Granero. Soy sincero, me encantó este mensaje. Con frecuencia se nos presenta al “monstruo” que dedica toda su vida a “ser un monstruo”, que no cabe en su personalidad un gesto amable, una sonrisa. Y yo creo que se puede ser “monstruo” a tiempo parcial; es más, tal vez se pueda llevar una vida absolutamente normal, incluso anodina, y tener un momento “monstruoso” de diez segundos o de dos minutos. Y voy mucho más, quién pueda quedar a salvo si todas las circunstancias negativas que se puedan dar en la vida de una persona confluyen en un instante, en el peor de los instantes. Una complicada respuesta que ojalá nunca tengamos que responder.

Desde la primera versión de El orden de la memoria, el personaje que ha sufrido mayor transformación ha sido el de Eloy Granero, porque en un principio “me salió” demasiado antipático. Llegado un punto me di cuenta de que estaba demasiado inmiscuido, por lo que tuve que tomar distancia, alejarme, no analizar, no enjuiciar, relativizar. Esta distancia es, curiosamente, una de las características de la novela que más se elogian, aunque también hay quien la crítica, reprochándome que no “castigo” a Eloy. Pero es que yo no soy juez, en El orden de la memoria me he limitado a ser un narrador, a secas.

Eloy nunca llegó a conocer el amor verdadero, o no lo quiso. Su frialdad me impactó.

Eloy confunde, en gran medida, el amor con la admiración. Eloy cuenta con su propia sensibilidad, que la mayoría de nosotros podemos entender como insensibilidad, como desafecto. Hay lectores y críticos que indican que tal vez se esconda en Eloy una homosexualidad reprimida. Estos análisis me trasladan a la psicología, campo en el que soy un completo ignorante. No es atracción, es admiración.

¿Es Eloy Granero un asesino, un enfermo? O peor, ¿no hay nada tras la mente de Eloy Granero?

Me gusta mucho la expresión que empleó Félix Palma en su reseña: un hombre sin remordimientos. Aunque yo creo que es un hombre sin remordimientos porque ha creado, o porque no comparte, la que podríamos definir como “moral colectiva”. Yo creo que hay mucho tras la mente de Eloy Granero, sobre todo esa fijación, que puede ser colectiva, de pretender organizar y clasificar su memoria. Pero sólo es el tiempo el que tiene esa capacidad, el tiempo es el orden de la memoria.

¿Podríamos decir que su perfil (de Eloy Granero) es el de “todo vale”?

Sí y no. Sí, porque lo lleva a la práctica, porque no le concede la más mínima importancia a buena parte de las situaciones o dificultades que a la inmensa mayoría nos afectan sobremanera, y no porque no tiene conciencia de ello. Ni se lo plantea, lo desconoce por pura ignorancia.

Eloy Granero, ¿abusa del poder que tiene o es la erótica del poder la que abusa de él?

Eloy Granero cuenta en su haber con todas las virtudes de la definición que la sociedad actual ha creado del triunfador. Una definición, qué duda cabe, que toma única y exclusivamente componentes materiales. Triunfadores y triunfos que contemplamos en las portadas de los periódicos todos los días. Eloy Granero se abraza a esta definición, pero desde la naturalidad del que la tiene por una exclusiva coyuntura biológica, por ser hijo de su padre. Con frecuencia, para Eloy Granero el poder no es algo grato, ya que forma parte de esa vida que le ha tocado vivir, una vida sobre la que muestra constantemente su disconformidad. Es muy inteligente tu pregunta en este sentido, tal vez sea la erótica del poder la que abusa, o arrastra, de él.

¿Alguna de las manías del protagonista es tuya?

Alguna y hasta algunas, pero prefiero no descubrirme… ja, ja. Como en la mayoría de mis personajes, coincido muy poco con ellos, o tal vez coincida demasiado, quién sabe. Siempre he negado que mi narrativa fuera autobiográfica, pero con el paso de los años empiezo a contradecirme… En mis novelas, como en las de todos mis compañeros, tal vez no vertamos episodios concretos, reales, de nuestras vidas –yo al menos no lo suelo hacer-, pero no deja de ser verdad que cuando describimos el amor, la muerte, una bofetada, un beso o el miedo, lo hacemos partiendo de nuestras propias percepciones o intuiciones. Contamos las hechos tal y como los hemos sentido o como creemos que serían. De ahí que considere que la narrativa tiene mucho de físico, de piel, de emociones, de entrañas.

En facebook hay opiniones encontradas sobre el protagonista, y tú, ¿tú que opinas de Eloy Granero?

Menuda pregunta… En la novela, obviamente, no vierto ningún juicio sobre Eloy Granero. ¿Qué piensa Salvador Gutiérrez Solís sobre Eloy Granero? No me suelen caer bien estos personajes, no, aunque debo de reconocer que sí me tomaría una cerveza con él, sólo una, tal vez en Limonar, y eso que las vistas desde Sasha tienen que ser alucinantes…

¿Sabes? Yo me quedé con las ganas de saber cómo acaba Taylor, su amigo. En él también hay una novela.

portada orden

Es curioso como a pesar del gran protagonismo, casi nuclear, de Eloy Granero, y eso yo creo que nadie lo discute, El orden de la memoria muestra una serie de personajes secundarios muy poderosos. Ya me he topado con un sinfín de lectores y lectoras que me transmiten algo parecido a tu pregunta, pero cambiando el nombre del personaje. Ya me han recomendado que Claudia tuviera su propia vida, lo mismo que Rafa, Matías, o Taylor, que yo considero como uno de los grandes personajes de la novela.

Eso sí, te adelanto que Taylor dejó tirado a su padre con el negocio de tractores, y que tras pasar una temporada en Tijuana –maltratándose el cuerpo- acabó en Las Vegas regentando un garito de dudosa reputación. De vez en cuando se mete en algún lío, pero nada grave…

En la novela, Maite Contreras, periodista de la revista Gente, entrevista al protagonista para un reportaje que bucea en la vida del personaje. Un gran tema de actualidad: ¿Por qué este interés generalizado por curiosear en la vida de los demás?

Tal vez sea, lamentablemente, Angi, un interés implantando o fabricado desde los medios de comunicación. Y un interés basado única y exclusivamente en la economía. El rendimiento económico que consiguen estas revistas o programas de televisión es altísimo, si tenemos en cuenta que nos ofrecen productos de muy baja calidad, con el añadido, nada despreciable, de ser muy, muy, baratos. Plantar a cuatro alrededor de una mesa y despotricar sobre la vida de cualquiera es, desde un punto técnico y económico, muy fácil y muy barato. La calidad suele ser cara, requiere de profesionales avalados, de recursos… de una serie de necesidades que nos están dispuestos a cubrir. Es mucho más fácil y barato calentar unas salchichas en el microondas que preparar un hojaldre de setas y venado. Pues todos a comer salchichas…. Y eso que hay salchichas, que bien elaboradas, bien cocinadas, son deliciosas, pero no las encuentro en el supermercado.

De repente, la empleada de la tienda de fotografía donde llevo a revelar las fotos me resulta inquietante: sabe todo sobre mí y nunca le dí importancia hasta leer “El orden de la memoria”. A partir de ahora usaré más la cámara digital.

Ja, ja… Seguro que muchos lectores se decantarán por la fotografía digital tras leer El orden de la memoria. La fotografía, en esta novela, es un símbolo muy cercano, que todos podemos entender. La realidad es que vamos dejando nuestras huellas allá por donde pasamos. Dejamos nuestras huellas –casi ideológicas- en el quiosco, con el periódico que compramos; dejamos nuestras huellas en Internet, con las páginas que visitamos; dejamos nuestras huellas en el súper, con la comida y bebida que depositamos en el carro… y, mi gran debilidad, dejamos nuestras huellas en los contenedores de basura, allí está todo, los regalos de nuestros hijos, nuestras deudas, la ropa que ya no nos gusta, los libros que no nos interesan… Indudablemente, la fotografía tal vez sea la gran huella, la gran chivata de nuestra intimidad.

¿Compartes con el protagonista la afición por la plancha?

Angi, un momento de la semana que me encanta tiene lugar los domingos por la tarde. Escojo una buena música, coloco sobre la cama toda la ropa limpia recién recogida de la azotea y… me pongo a planchar. Sí, sí, sí… Lo reconozco. Me encanta planchar. Es de las pocas actividades que consiguen que me relaje, que no piense en nada. No creo que sea nada extraño, y, además, como dice Eloy, es una afición útil… ja, ja…

¿Cuál ha sido la mayor dificultad a la que te has enfrentado para escribir “El orden de la memoria?

En primer lugar, como te decía antes, la construcción del personaje de Eloy Granero, que no patinara, que no fuera ni excedido ni invisible. Muy difícil. En segundo, distanciarme de la novela, contemplarla desde la lejanía como si no fuera una obra mía. Y en tercer lugar, las técnicas empleadas. Tuve muy claro desde el principio que debía utiliza en El orden de la memoria tanto técnicas puramente narrativas como cinematográficas. Los primeros planos, los planos secuencia o los flashbacks son complicados de trasladar al mundo de la Literatura. Y, muy especialmente, el montaje…. Bajo mi modesta opinión, la estructura, el montaje, de la novela es una de sus piezas angulares.

¿Eres disciplinado para escribir?

Soy un desastre, un auténtico desastre, soy un escritor caótico. Y sin embargo, lo que muchos podrían entender como un defecto, yo lo reconozco como una auténtica virtud. ¿Por qué? Muy simple, puedo escribir frente a una televisión encendida, en un hueco de veinte minutos, en un coche –siempre que no conduzca-, en un tren o en un avión, en la cama, utilizando una simple libreta o la servilleta de papel de un bar… No necesito ni un espacio ni un tiempo ideales para escribir.

¿Dónde reside tu fuerza creativa? ¿Qué pone en movimiento tu pluma? (o el ordenador, claro)

La realidad, la curiosidad, la necesidad de contar una historia de otro modo, de otra manera. A pesar de que pueda parecer vanidoso u ostentoso lo que voy a comentar, yo me siento comprometido, muy comprometido, con la Literatura, y más tratándome de un escritor que emplea el español como medio de expresión. Hemos recibido una herencia inmensa, maravillosa, muy sólida, universal, y creo que los escritores debemos ser responsables con esta herencia. Todos los autores que admiro, empleen el español o no, coinciden en un punto: partiendo de la tradición desarrollaron una carrera evolutiva, tanto de búsqueda de la propia voz como de regeneración literaria. Ese es el reto que me he planteado.

Y no te puedo negar que soy un drogadicto de la Literatura. Para mí es una auténtica y real adicción, pero una deliciosa adicción. No soy de ese tipo de escritores que construyen su obra desde el sufrimiento o el sacrificio. Soy feliz escribiendo, muy feliz. No contemplo la escritura como una renuncia, todo lo contrario, tal vez me permita vivir y compartir más vidas que la mayoría.

¿Salvador Gutiérrez Solís es un escritor nocturno o, por el contrario, prefieres el día?

En este sentido, no tengo ninguna preferencia. Tal vez prefiera el día para escribir y la noche para corregir, repasar. Si a partir de las 10 ó 11 de la noche sigo escribiendo, te puedo asegurar que me aguarda una larguísima noche en vela. La escritura, en mi caso, es una actividad biológica de primer orden, el corazón me bombea con más fuerza, las pocas neuronas de mi cerebro se alteran y volver a recobrar el ritmo normal me lleva un tiempo considerable.

El poema que podemos leer al final del libro es de Raymond Carver, exponente del llamado realismo sucio, una literatura sobria, precisa, de descripciones concisas y con personajes vulgares y corrientes. ¿Podríamos decir que tu novela pertenece a este género?

No, en absoluto. En primer lugar, y te voy a contradecir por primera y última vez, porque considero a Carver un autor eminentemente realista, pero a secas, sin ningún adjetivo que lo acompañe. Lo que sucede es que en demasiadas ocasiones la realidad es fea, incluso sucia. Soy y seré un autor realista, cuento lo que veo a través de las ventanas, por eso intento que estén siempre limpias, siempre transparentes –la factura de Cristasol no te puedes imaginar ya por donde anda… -. Este mundo, esta vida, este periodo histórico que nos ha tocado vivir, con sus grandezas, pero también con sus muchas miserias, indiscutiblemente, es un periodo alucinante, de descubrimientos constantes, de remodelación de la sociedad, tal vez de invención de una nueva sociedad. Argumentos más que suficientes para no renunciar a este día a día que nos acoge.

El poema de Carver termina así: “En un momento va a pasar algo”. Inquietante. Alguna vez a ti “te ha pasado algo” que diera un giro a tu realidad.

Sí, demasiadas veces… pero de momento no las trasladaré a ninguna de mis novelas. Aunque no lo parezca, soy muy pudoroso.

Ahora una confesión: si la figura del empleado de la tienda de fotografía tiene para mí otra perspectiva, puedes imaginar lo que es la visión de una piara de cerdos. Los que hayan leído el libro me entenderán, para los que aún no lo hayan hecho, les diría que no tarden en hacerlo. No se arrepentirán. Y, para todos, no olviden que … en cualquier momento puede pasar algo. Estemos atentos.

Salvador, ¿para cuándo tu próximo trabajo?

Ni idea… En los próximos meses participaré en alguna antología… y poco más. ¿Una nueva novela? Te soy sincero: no te lo sabría decir. Hay una idea, sí, pero nada más.

Gracias por tu tiempo y espero que nos veamos pronto.


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