lunes, 21 de enero de 2008

Gallardón y el himno



Vaya mañanita la del miércoles, es que deberían dispersar más lo acontecimientos que no nos da tiempo a digerirlos. Que todavía con las legañas alicatando los ojos y el aliento de la noche hay situaciones que cuestan de asimilar y mucho más de entender. Dennos un tiempo para transmitirnos algunas informaciones, que el cuerpo aún lo tenemos por recomponer a ciertas horas. Así, de golpe, dos por el precio de una –sin bicarbonato-. Por un lado el ya célebre He sido derrotado de Alberto Ruiz Gallardón –que ya compite en popularidad con el Por qué no te callas- y por otro el COE retirando la letra del himno nacional, creado por el bueno de Paulino Cubero, que iban a tararear nuestros deportistas en las competiciones internacionales. Me cepillaba los dientes cuando la radio escupió con furia las dos noticias y sentí una molestia inesperada, un extraño dolor de cabeza de procedencia desconocida. Por suerte, a primera hora de la tarde ya estaba como siempre.
Mariano Rajoy ha hecho, en esta ocasión, de Luis Aragonés, porque en realidad es muy Luis Aragonés, clásico en sus convicciones. Me explico, Rajoy, de momento, no ha ganado nada, ministro y sucesor porque Aznar le señaló con el dedo y poco más. Su recogida de relevo no pudo ser más desafortunada, la mayoría absoluta parlamentaria la transformó en una derrota en las urnas. Y eso que Rajoy heredó todo el equipo, los extremos, ágiles e incisivos, encarnados en Zaplana y Acebes, la portería, en la que alguna vez estuvo Rato y casi siempre Mayor Oreja, y hasta el centro del campo. Aunque un centro del campo atípico, descompensado, ya que se ha topado con dos piezas con estrella individual, con gestos y maneras de constructores, no predestinados a curtirse en las sombras de la colectividad y de la eficacia menos aplaudida. Rajoy se ha decantado por Esperanza Aguirre, dejando en la grada, ni siquiera lo ha vestido de corto, a Ruiz Gallardón. Y lo ha descartado a grito pelado, ante sus miles de seguidores –lejos de la intimidad del vestuario-. Tal vez no se haya percatado Rajoy, o sí, de que tendría que haber cambiado de posición a Gallardón y convertirlo en su Rául, preparado para meter el gol en caso de que el partido se complique. Rajoy, como Luis Aragonés, no quiere cerca a su Raúl, o también puede ser que el bueno de Mariano sea uno de esos entrenadores cortitos de personalidad, que se dejan imponer/aconsejar las alineaciones por los directivos de su equipo.
Paulino Cubero no ha sido derrotado, no, ha sido, simplemente, maltratado. El mismo día de su cumpleaños, ya tiene guasa el asunto, el COE, que no la COPE, decide retirar su seleccionada letra del himno por los rechazos generados en el conjunto de la sociedad. Seamos claros, en nuestro país –olvidémonos de las cuestiones estilísticas- no gustaría ni un himno que hubiera escrito Federico García Lorca, en el caso de que siguiera con vida. Alguien lo hubiera rechazado por rojo, otros por gay, por excesivamente dulce, por muy españolista, por costumbrista o porque no repetía la palabra patria más de cinco veces. Esa corriente que quiere habituarnos en el uso de la bandera y en el cántico de un himno como circunstancias habituales de nuestras vidas no comprende que los españoles no somos así, que nunca lo hemos sido y puede que nunca lo seamos. Lo que sucede en los Estados Unidos, que es un ejemplo al que siempre se recurre, es un fenómeno natural, que forma parte de su tradición, no es producto de una obligada artificialidad, y que tal vez, por eso, no sea exportable a nuestro país. De momento, los pupilos de Luis Aragonés no cantarán el himno cuando arranque la próxima Eurocopa. Me temo que Raúl no estará sobre el césped, animará a los nuestros desde el salón de su casa. No sé si Gallardón, el Raúl de Rajoy, animará a los suyos desde el salón de su casa, o tal vez se limite a ver pasar los restos del naufragio por delante de sus narices, puede que con una sonrisilla en los labios. En cualquier caso, no será el alcalde –o alcaldesa- de Madrid que tarareé el himno, si es que alguna vez llega a contar con letra, cuando sea la Ciudad Olímpica. Si es que llega a serlo.

Aparecido en El Día de Córdoba (20-1-08)

No hay comentarios: