martes, 5 de diciembre de 2017

CUATRO MILLONES DE GOLPES

Hace dos años justamente, Eric Jiménez, batería de Los Planetas, Lagartija Nick, el Omega de Morente y una larga lista de bandas, míticas en su mayoría, presentó en su bar, que os recomiendo muy encarecidamente, El bar de Eric, por carta y decoración, mi novela Biografía Autorizada. Una novela en la que narro la trayectoria, la vida, de una supuesta estrella del rock nacional, que comienza su andadura en los ochenta, y que continúa en la actualidad, en solitario. Una novela que escribí como tributo a la música, pero también por leer esa obra que la literatura rock aún no me ha ofrecido. Una literatura repleta de biografías que repiten estándares muy comunes, infancias desoladas, todos nacieron en el seno de una familia muy humilde, de escasos recursos, pobres a más no poder, de las afueras de Manchester, Londres, Dublín o Nueva Jersey, siempre hay un poquito de trapos sucios, para alimentar el morbo y demás, y sin embargo hay muy poca música, se quedan en la estratosfera, nunca descienden, nunca cuentan cómo se produjo el milagro, cómo llego, que chispa originó el incendio, la creación, ni cómo lo llevaron a cabo; en definitiva, se guardan y se callan su fórmula de la Coca Cola. La mantienen a salvo, no quieren compartirla, como si hacerlo los convirtiera en mortales. Escribí Biografía Autorizada porque quería leer la historia de un músico hablando de música, y no de chismes, adicciones y familias desestructuradas. Quería retratar al músico en la intimidad, lejos de los focos. Si Eric ya hubiera publicado Cuatro millones de golpes con anterioridad tal vez no habría escrito mi novela: habría encontrado lo que andaba buscando.
Eric Jiménez es el máximo común divisor del rock español, también lo podemos considerar como una especie de Forrest Gump musical, siempre está ahí, en el momento propicio de la historia más reciente, en el lugar adecuado. Batería del grupo español más importante de las últimas décadas, Los Planetas, participante, además de una manera muy decisiva, del disco con mayor repercusión internacional del rock español: Omega y para rematar lo que sería la Pagana Trinidad Roquera, Eric coprotagoniza, junto a J y Gaizka Mendieta, el himno más coreado en los festivales españoles: Un buen día, que hasta la reina Letizia, eso cuentan, baila en la intimidad. No me cabe duda de que Eric es uno de los nombres imprescindibles de la escena musical española, y por tanto la información que aporta en esta biografía es esencial, fundamental, para conocer la historia más reciente de la música española, desde los ochenta hasta la actualidad. Una historia narrada con una sinceridad pasmosa, tanto que se podría haber titulado Honestidad brutal, apropiándonos del maravilloso trabajo de Andrés Calamaro. Una infancia, la de Eric, en unas condiciones durísimas, pero que él recuerda con cariño, incluso desde la felicidad. Infancia que nos habla de ese otro tiempo, no tan lejano, aunque pudiera parecerlo, y que nos ayuda a comprender los grandes cambios sociales, políticos o culturales que se han... sigue leyendo en El Día de Córdoba 

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