martes, 10 de marzo de 2015

SER MUJER

Una pareja se sienta en la terraza de una cafetería y piden un café solo y una menta-poleo. Cuando el camarero deposita las bebidas en la mesa, deja el café solo junto al hombre y la infusión junto a la mujer. Lo mismo suele suceder con cerveza/vino y refresco, o pidiendo la cuenta, con toda probabilidad la bandejita con la nota del importe acabe en las manos del hombre, así como la cerveza. El anuncio de un yogur, bajo en calorías, que presumiblemente propicia que te mantengas en la “´línea adecuada”, lo protagonizan cinco mujeres, cinco, y ni un solo nombre. Un local solo para niñas, donde las maquillan y visten, para luego desfilar, cumpliendo así el que debe ser el gran sueño de su vida: ser una princesa. Anuncios de lavavajillas, lavadoras o planchas destinados al consumo exclusivo de las mujeres. Sigamos, una competición automovilística que se publicita con la fotografía de una chica en ropa interior -¿cuál es la relación?-. En el colegio, normalmente, el número de teléfono que tienen para cualquier posible aviso es el de la madre. Más publicidad, por ejemplo: en los anuncios de taladradoras, sierras mecánicas y demás artilugios para bricolaje, solo aparecemos hombres, somos los manitas de la casa, porque eso de lavar y barrer no es para nosotros. La cuna, con el hijo recién nacido, habitualmente se sitúa en el lado en el que duerme la madre. Seguro que algunas de las situaciones/escenas anteriores le son comunes, las ha vivido de cerca en algún momento de su vida o, peor aún, forman parte de su rutina. Y es que esos mundos rosa y azul que creíamos finiquitados, siguen estando ahí, muy presentes en nuestras vidas.  
Si a esto le añadimos que las mujeres cobran casi un treinta por ciento menos que un hombre por desempeñar un mismo trabajo, a pesar de que la estadística nos indica que ellas están mejor formadas académicamente y que han superado sus estudios con mejores notas que nosotros. Y si a esto le añadimos que la presencia de mujeres en los consejos de administración de las grandes empresas, en las cátedras, en los juzgados, en la Academia de la Lengua, en los puestos directivos de la banca y de los medios de comunicación y allí donde se toman las decisiones sigue siendo insuficiente, que ni de lejos se cumple la paridad. La crisis sigue siendo muy dura para todos, pero ellas la sufren más, lo que ha propiciado el regreso de las mujeres a la “casa”. Pero es que la suma de la desigualdad sigue, basta con girar el cuello y contemplar la realidad. En las denominadas tareas del hogar, por ejemplo, o en el cuidado de nuestros hijos o mayores, siempre encontraremos a mujeres, como si contaran con un gen especial en su ADN que les concede... sigue leyendo en El Día de Córdoba 

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