martes, 22 de julio de 2014

FESTIVALES


Regresas a casa y te preparas unos espaguetis a la boloñesa convencido de que es el mejor remedio para sanar el maltrecho cuerpo de las hamburguesas, perritos, cervezas y demás fauna que has consumido, a granel, durante los últimos días. Regresas a casa y buscas en las estanterías o en la Red esa canción que te emocionó de madrugada, o aquella con la que brincaste como poseso o esa otra que te sorprendió por desconocida, pero ya no suena igual, es diferente, más plana, menos vital que en ese instante mágico. Regresas a casa y descubres en un bolsillo una de esas monedas de plástico que compraste a regañadientes en su momento y que ahora entiendes como una señal. La gastaré el año que viene, te prometes. Regresas a casa y esa pulsera que tanto te molestó en la muñeca durante tres días parece no querer desprenderse de ti, como si ya formara parte de tu cuerpo. Durante unos segundos, con las tijeras en la mano, te lo piensas, una vez que separes la pulsera de tu cuerpo tendrás la conciencia plena de que todo ha acabado, que los focos se apagaron, que los amplificadores se silenciaron, al menos por este año. Y, en realidad, no quieres que se separe de ti definitivamente. Abres esa caja escondida en no sé qué altillo, y que encierra esos tesoros de incalculable valor en el mercado de los recuerdos: chapas de Depeche Mode, Prodigy o Blur, las entradas de los conciertos de Oasis, The Strokes o U2, camisetas de los Stones, Neil Young o Beck y, claro, otras pulseras: Espárrago03, FIB06, PrimaveraSound09, MonkeyWeek12, 101Sun 14
Es verano, es tiempo de festivales, abierta la veda. Señale con el dedo cualquier punto de la geografía española y encontrará un festival de música, de mayor o menor repercusión, tradición, presupuesto, popularidad, etc. Como champiñones en un sótano, se han extendido, y también extinguido, en los últimos años, constituyendo una de las propuestas culturales, sí, culturales, que congregan a un mayor número de seguidores. Y es que en los festivales de verano cabemos todos: la chica con la corona floral, el chico que cabecea las canciones que nunca ha escuchado, el puretón en su oasis de juventud, el hipster de barba picuda... sigue en El Día de Córdoba

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