¿Dónde encontrar los materiales para construir una novela? Esa chispa, mejor incendio, que se imponen a la pantalla en blanco. Reciclaje, huellas, signos, pistas, materiales, materiales...
El
sábado pasado, cuando regresé a casa, descubrí un correo electrónico que me
llenó de satisfacción, que consiguió emocionarme. Me lo remitía una amiga
escritora, y comenzaba con esta frase: me
he sentido muy identificada con tu novela. Una frase muy simple y concreta,
pero que para mí es la mejor noticia, ya que certifica mis intenciones. En mi
caso particular, cuando publico una nueva novela, más allá de las apariciones
en prensa, que se agradecen porque te visibilizan, más allá de los elogios, que
si no se saben degustar en su justa medida te pueden llegar a transformar en un
pequeño gran ogro, más allá de la opinión de la crítica, que tiene su peso y
que vale lo que vale, mi gran aspiración siempre es lograr la complicidad con
el lector. Compartir emociones, insatisfacciones, historias y personajes, una
visión del mundo, de sus cosas, soledades, miedos, frustraciones, alegrías,
aspiraciones. Es complejo escribir sobre uno mismo, y mucho más hacerlo de tu
obra, exponer esas semillas, raíces, huellas o materiales que has empleado para
construirla. Puede que haya escritores que se planten frente a un folio o
pantalla en blanco y comiencen a escribir una novela desde la nada. No es mi
caso. Necesito una chispa, una llamarada, un incendio, mucho mejor, que capte
toda mi atención. Puede que se trate de un hecho irrelevante, una de esas cosas
que contemplamos sin mirar. Todo comenzó en la pantalla de la televisión, con
la imagen de un escalador congelado –no podía ser de otra manera- en una nevada
montaña. Se había quedado, en mitad de una blanca y gélida inmensidad, como una
estatua; se intuían, solamente, los colores de su ropa, a través del hielo, a
modo de señal en el camino. Dos escaladores pasaban a su lado y, tras realizar
una especie de reverencia, continuaban con su ascensión. Seguir leyendo
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