lunes, 6 de diciembre de 2010

CLÁSICO

















El clásico que cada temporada protagonizan, como mínimo en un par de ocasiones, el Madrid y el equipo de la Ciudad Condal cabe entenderse como el clásico menos clásico de cuantos existen en la historia deportiva. Porque cada año es el partido del año, de la década, del siglo y del milenio, cada año es diferente aunque nos deje siempre igual, más o menos. Bueno, esta temporada, ha sido un poco terriblemente diferente, al menos para mí. Un clásico que comenzó para muchos devaluado, por la decisión de que se jugara un lunes; una decisión, a mi juicio, que se puede entender como un ejercicio de igualdad, ya que los dos denominados equipos grandes de nuestra Liga también han acabado jugando un día tan extraño como el lunes. Y eso que el lunes es el día más futbolístico del calendario semanal, ese día que buscas o esquivas a ese compañero de trabajo, seguidor del equipo rival, al que pretendes atacar o defenderte, según el resultado que nos haya deparado la jornada. Pues sí, como cualquier otro equipo, jugaron un lunes, traslado motivado por el que se podría entender como un auténtico clásico político, Montilla versus Mas. Un clásico más genuino y real, por temporalidad, ya que no se volverá a repetir, por asegurada ausencia de Montilla que, tras la derrota, ingresa en los cuarteles de invierno, y hasta puede que del olvido, para dar entrada a una nueva cabeza de cartel. En femenino, o pretendidamente en femenino, o eso se ambiciona.

Montilla ha perdido las elecciones porque esta truculenta e inacabable crisis puede con todo y todos, más allá de las ideologías, que le pregunten a Obama, Merkel o Brown, y, también, porque el ya difunto tripartito nunca ha sabido explicarse, porque tal vez nunca fuera un auténtico y sólido tripartito y tan sólo se quedó en un experimento a tres bandas. Suena a telefonía móvil: gobierno tribanda. Como esa tarta de tres chocolates que es tan frecuente en las comilonas familiares, el que se haya inventado la receta es un genio, porque siempre hay una cuñada que le sale a las mil maravillas, en el tripartido los tres colores siempre permanecieron perfectamente diferenciados, nunca se fundieron en un solo chocolate. Más tendentes al encuentro contemplo a Mourinho y a Guardiola, a pesar de las posibles y más que evidentes diferencias, y es que hay combinaciones, y busquemos en las bebidas maravillosos ejemplos, que pareciendo explosivas de antemano luego nos deparan grandes alegrías. Aunque Mou puso el pasado lunes todo lo amargo y Guardiola fue un azucarillo andante, a pesar de su tropiezo con Cristiano, más acelerado que nunca el portugués. Goleada, una manita, como ustedes prefieran, más gas para Artur Mas –que rima y todo-, rotundo vencedor de las elecciones catalanas. Barcelona versus Madrid, en otro contexto, socioeconómico, político, como se quiera, la rivalidad presente en todos los niveles, de la financiación a los aeropuertos pasando por Pinto y Sabadell. El efecto Rubalcaba no llega al Nou Camp, tampoco lo hizo el domingo anterior, que le pregunten a Montilla, piloto sin frenos de un tripartito sin caja de cambios y con la dirección bloqueada.

Pero hablemos de fútbol, aunque no sea lunes, que con frecuencia es más divertido hablar de fútbol que verlo, sobre todo si te meten cinco y se te queda cara de tonto. Miento, enmudecí, el martes no quise hablar de fútbol con nadie, no era divertido, aunque para los demás sí lo fuera y me sonrieran con malicia a mi encuentro, tampoco escuché las noticias ni quise abrir los periódicos. En casa, por supuesto, nada de televisión, que las repeticiones reabren las heridas. Tal vez Montilla pasó un lunes similar a mi martes, y eso que la cara de Puigcercós, el de Hacienda, ese político de altas de miras y bajas palabras, no debió ser mejor, porque los suyos sí que fueron unos resultados catastróficos, lo que celebro sin pudor. Después de todo, y si uno se detiene un instante a pensarlo, el clásico, y regreso al fútbol, sí fue muy clásico, porque tuvo un poquito de todo, y hasta un mucho de todo, que se ha podido analizar desde diferentes puntos de vista. Y es que en el fondo, y hasta en la superficie, queremos que el clásico sea muy clásico. Hablemos de fútbol, o de lo que sea.

El Día de Córdoba

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