domingo, 5 de septiembre de 2010

MARÍA LA PORTUGUESA



No sabe María quién fue Carlos Cano, ni tan siquiera sabe que esa copla que ella canta cada poco la compuso antes de que ella aprendiera a andar, poco después de que su madre muriera. En las noches de luna y clavel, de Ayamonte hasta Villarreal, sin rumbo por el río, entre suspiros, una canción que viene y va. La cantó por primera vez en la verbena de su barrio, vestida de verdes y dorados, y su padre lloró y su abuela le regaló una cazadora con la imagen de Hannah Montana bordada en la espalda. Le hubiera encantado a la abuela explicarle la historia que se escondía tras la canción, ha estado tentada de hacerlo en más de una docena de ocasiones pero todavía no se ha atrevido a dar el paso. Hace seis años, María hizo cola durante catorce horas en las puertas de un centro comercial, esperando alcanzar su gran sueño. Un sueño de veinte segundos, María se arrancó con la copla que le ha hecho popular en su barrio, María La Portuguesa, y los tres miembros del jurado torcieron el gesto, casi enfadados. María se pasó toda la noche llorando, sobre la cama, bajo el póster de su adorado Manuel Carrasco. Lo volvió a intentar un año después, tampoco superó la prueba en esta ocasión, y eso que varió radicalmente de repertorio, escogió uno de los hits más conocidos de Gloria Stefan. Aunque se escapaba en gran medida de su vocación musical, María y su amiga Yoli rellenaron los papeles y hasta superaron un primer casting de Gran Hermano. Ya se veían dentro de la casa y para celebrarlo organizaron un botellón junto a la dársena. Esa noche, María besó por primera vez a Riki. Examinaba María el nuevo equipo de sonido que Javi había instalado en el maletero del Focus de su padre, cuando Riki la sorprendió. Sonaba una remezcla de David Guetta y un velero italiano entraba a puerto. Fue un gran momento. Donde rompen las olas besó su boca y se entregó.
No sabe nuestra María quien fue María La Portuguesa, la auténtica, la que dicen apareció en el entierro del marinero portando una corona de flores. Los disparos de una guardinha, en Castro Marim, al otro lado del río, acabaron con su vida. Y en las sombras del río un disparo sonó. Tampoco sabe María todo lo que, aún hoy, se sigue contando de la auténtica María La Portuguesa, esa fantasmagórica mujer que todo el mundo dice conocer pero que nadie ha visto. Y lo curioso es que en el bar donde desayuna todos los días el padre de nuestra María, es propiedad del hermano de ese marinero que un guardinha mató a tiros a Castro Marim, apenas a quinientos metros, al otro lado del río. Cuentan, tampoco lo sabe María, que el guardinha desapareció poco después, que pidió traslado a Oporto, más al norte incluso, y que murió en apenas unos meses, no se sabe muy bien cómo, no fue de enfermedad o accidente, en cualquier caso. Si la historia se cumple, María sí coincide en algo, o mucho, con la que primeramente fue conocida como La Portuguesa. A los diecisiete años María se ennovió con una marinero de Punta del Moral, ocho meses juntos, ocho buenos meses, hasta que se entrometió Mateo. El marinero se llamaba Paco, y a pesar de sus horarios, de la exigencia de su trabajo, no dudó a la hora de acompañar a María en su nuevo casting. Cantaba la copla en el viaje, con los pies en el salpicadero, ensayaba, y Paco sonreía, satisfecho. Dicen que fue el “te quiero” de un marinero la razón de su padecer.
No sabe María porque le piden en todas sus actuaciones en el pueblo que cante y repita su canción, y que más la aplaudan y coreen mientras más dramatiza y exagera el texto. Algunas noches, en pleno furor, de rodillas, con lágrimas en los ojos, le ha costado finalizar el estribillo, por eso canta, por eso pena. No pasó María la prueba provincial, tendrá que seguir entonando su copla en verbenas como la de esta noche. Paco no ha venido, de Mateo no volvió a saber nada, Riki está trabajando en un chiringuito de la playa. Su abuela la espera en primera fila, tan sonriente como siempre, aunque con ese permanente triste gesto decorándole la cara. Cada vez que escucha a su nieta cantando María La Portuguesa siente un pellizco en las entrañas y a su memoria regresan imágenes del pasado. No se perdieron “en las playas de Isla”, piensa, y no hubo “vino verde”. Canta María sobre el escenario, ha llegado su gran momento, suenan los primeros acordes de María La Portuguesa. Desde Ayamonte hasta Faro se oye este fado por las tabernas.

El Día de Córdoba

2 comentarios:

Xose dijo...

Estimado Salvador,

He encontrado su texto al buscar en Google "María la portuguesa", la celebre copla. Lo he leido, me ha gustado. ¿Puedo copiarlo y pegarlo en mi blog sin citar que es usted el autor? A decir verdad, al leerlo desde Google no sabía quien era el autor, supongo que eso me da derecho a publicarlo sin más, si buscar el autor, si está en internet puedo hacer con ello lo que quiero...

No se preocupe, lógicamente no voy a publicarlo y mucho menos sin hacer referencia a su legítimo autor. Pero por favor, no haga usted eso mismo con mi fotografía.

Muchas gracias!

Salvador Gutiérrez Solís dijo...

Xose, solamente te puedo decir que llevas toda la razón y que te presento mis disculpas. Me he equivocado. Si prefieres que la quite, la quito inmediatamente, si me da permiso para utilizarla, lo haré con tu nombre, obviamente. Lo que tú me digas hago.

Muchas gracias y disculpa otra vez.

saludos