Crónica del tiempo del exceso.
lunes, 26 de mayo de 2014
martes, 20 de mayo de 2014
VENDIDO
Si es una avería de la segunda tecla de su móvil marque el número 18, si es una avería de la conexión del vecino del 5ºD marque la tecla asterisco, si es una incidencia sobre la cocción de la pasta encienda la vitrocerámica...
Cincuenta megas
de navegación sin límite de descarga, pague en cómodos plazos a 0% de interés,
nosotros le retiraremos el antiguo sin coste alguno, la garantía total es por
tres años y lo incluye todo, no tendrá que desplazarse, lo recogeremos en su
propio domicilio, todos los impuestos están incluidos, 600 minutos gratis más
tarifa plana de Internet, las llamadas entre nuestros usuarios no tienen coste
alguno, un técnico se desplazará, sin permanencia, si a los tres días no está
interesado puede darse de baja con un simple correo electrónico, no tiene
caducidad, esta oferta es permanente, se lo liberamos sin coste, todos los
servicios están incluidos, esta oferta solo es para clientes especiales, sin
límite de gasto, sólo tiene que llamarnos… Cuando te lo venden, sea lo que sea,
da igual, todo son bondades y ventajas. Te muestran un mundo de comodidad,
placer y seguridad, un mundo en el que “no tendrá que preocuparse de nada, de
absolutamente nada”. Tranquilidad. Me
cuesta un pico, pero yo no me ocupo de nada, piensas, te gusta intuir. Mientras
te lo venden todo son sonrisas, atenciones y buenas palabras; no importa el
tiempo, no importa el número de llamadas, diez, quince, doscientas, hasta en
los momentos más insospechados, desde un 15 de agosto a las cuatro de la tarde
a un 31 de diciembre cuando estás engullendo la última uva, y aunque rebuznes,
te vuelven a llamar, encantadores. Mientras te lo venden tú eres el gran
protagonista, el amo y señor, formula mil preguntas que obtendrás mil
respuestas, prueba con cinco mil que también recibirás cinco mil respuestas y
todas te satisfarán. Ahora, aprovecha, mientras te lo venden, mientras lo
compras, reclama tu momento, su atención, ahora, no lo dudes, antes de que
accedan a tu cuenta corriente, con tu consentimiento, porque entonces, a partir
de ese momento, que lo sepas, tenlo claro, clarísimo, estarás perdido, solo,
ignorado, se acabó lo que se daba, prepárate para un mundo en la penumbra y en
la incomprensión, prepárate para un mundo... sigue leyendo en El Día de Córdoba
domingo, 18 de mayo de 2014
martes, 13 de mayo de 2014
EL VIENTO A FAVOR
La
gente anda loca de contenta por la calle, moviendo el esqueleto como en un
video de Rihana, radiantes de felicidad, emocionados hasta decir basta, esa
emoción tan plena que te aplasta el corazón, cantando, riendo, más que felices,
la felicidad es menos explosiva, saltando, besando y abrazando al de al lado,
pero en plan fraternal, no piense usted cosas raras, por favor, desde que se
han enterado de las previsiones de crecimiento megaeconómicosideral para este
año. Más felices, dónde va a parar, que si nos hubiera tocado el Euromillón, el
Cuponazo, el pleno al Quince y el sueldo del café soluble el mismo día, todo a
la vez. Pues mucho mucho más felices estamos, ya no nos cabe tanta felicidad en
estos cuerpecitos nuestros, tan apurados y menguados, desmayaditos, en estos
terribles últimos años de asueto y azote. Felices a la enésima potencia, que
debe ser la potencia entre las potencias, más potencia que la moto de Marc
Márquez, cómo corre ese muchacho que va a mandar al geriátrico de la frustración
a buena parte de sus rivales. Pero regreso, que me voy y me conozco, que con
las palabras me sucede como con esa caña a regañadientes, antesala de una
avalancha no predecida, pero no por eso disfrutada. Regreso, sí, de verdad de
la buena, que todo va a ir a mejor, sí, como en esa canción de Bunbury tan
triste, aunque tan halagüeña el mismo tiempo, que viene el viento a favor, de
verdad, que lo ha dicho un estadista con su estadística de líneas lisérgicas,
de verdad, y eso nunca falla. Que no, no sea malo, no falla nunca, o casi
nunca. El problema es que llama la atención cuando se equivoca, ya está.
Es
como la “cantada” del portero, piense en ese ejemplo, pero ahora no va a haber
error, todo está controlado, bajo control, previsto, programado, y el gran
viento a favor, como una sinfónica de Bunburys
cantando la canción al mismo tiempo, está a punto de llegar, ya se nota. Saque
la cabeza al balcón y active sus mejores deseos, unas merecidas vacaciones a la
malaleche, la hiel y el vinagre que nos asoma en el aliento con demasiada
frecuencia, verá como nota la brisa de ese viento a favor que todavía es una
posibilidad en la estadística del estadista, pero no tema, créalo, que llegará.
¿No ha oído hablar del efecto mariposa? Es más que el título de una película,
mucho más, ciencia exacta, ciencia pura, esa ciencia que en la pizarra del
científico se cumple a rajatabla. Solución exacta, ecuación perfecta. Lo mismo
le sucede a la estadística del estadista, a las previsiones de crecimiento de
la megaeconomíasideral, son difíciles de creer, difíciles de creer, pero serán
una verdad un día de estos. Muy difíciles de creer si uno se levanta cada
mañana y contempla lo que contempla, pero no haga caso, que esta cosa fea
actual es coyuntural, que todo cambiará. O no. A lo mejor el éxito es que todo
permanezca como ahora, como ahora mismito, me refiero, que no crucemos las
puertas del infierno pero que nos quedemos instalados para siempre en este
gélido purgatorio sin manta, sin calefactor y sin camiseta interior comprada en
ese supermercado para los valientes. Ahora entiendo el éxito de Frozen,
estrategia de conciencia colectiva.
A
lo mejor el paraíso es el purgatorio, qué ironía, y recordaremos ese pasado
festivo que nos han contado y que solo unos cuantos disfrutaron como si
fuéramos ancianos Faulkners
resucitando las conquistas y las desmedidas locuras de la juventud. No me haga
caso, desvarío, pensemos en mayo, en este mayo sin arena bajo los adoquines
pero con albero sobre los zapatos, que también es una metáfora de una sonrisa
conquistada. No me haga caso y asómese la ventana, que el viento a favor ya
viene, susurrando sus bondades que nos muestra la estadística del estadista.
Relativice su entorno, eso no es tan importante, no sea egoísta, no, nosotros,
nuestros hijos, los que nos rodean, no son tan importantes, lo verdaderamente
importante es ese dato de crecimiento megaeconómicosideral que nos ofrece una
luz en la nebulosa. Un momento de calma antes del punto y final, respire
profundamente el aire que asciende desde su interior, vapor de su propia
sangre, tal vez sea ese viento a favor, el único viento a favor que recibamos.
¿Y si soplamos todos a la vez?
El Día de Córdoba
jueves, 8 de mayo de 2014
EMOCIÓN ESFÉRICA
Hasta
un minuto antes, solo un minuto, lo prometo, tenía muy claro que no vería la
semifinal entre el Bayern de Munich y el Real Madrid. En el último instante,
todavía no sé porqué, cambié de idea y pulsé el botoncito verde del mando a distancia.
No quería ver el partido porque uno tiene ya el corazón, en su parte blanca,
maltrecho de martillazos alemanes y otras obsesiones. Pensaba en la lluvia y en
el fuego que con tanta insistencia manejaron los entrenadores, directivos y
prensa deportiva en los días previos. Y pensaba en la lluvia y en el fuego como
elementos perversos, llamas, inundaciones, tormentas, rayos, truenos. Me olvidé
de su esencia, de su pureza. La lluvia como origen de la vida, el fuego y su
grato calor. El vaso medio lleno, o eso dicen, que medio vacío parece más
vacío, más nada. También había tenido un día fangoso, alocado, de un sitio para
otro, con sus algunas malas noticias, que son esos días habituales que la
mayoría de nosotros tenemos. Hay esos otros días con su porción de bondad, y
con sus muchas malas noticias o continuas malas noticias, y aquí me quedo. Había
algo de precaución, de terapia, acostumbrado durante los últimos años a un
Madrid miedoso, quebradizo y sin personalidad. Por un segundo, pero fue el
momento decisivo, recordé aquellos tiempos en los que una semifinal de la
Champions, por sí sola, era ya la propia fiesta, la celebración, la garantía de
las emociones. Éramos el Madrid, y a veces nos ganaban, pero salíamos al campo
con la intención de ganar el partido. Bien porque jugábamos mejor que ellos,
bien porque corríamos más que ellos. Siempre corríamos más que ellos.
Donde tu equipo es lo más
venerado, aunque suene exagerado, pero es verdad, estoy en la ciudad de la
pelota, la mentira se estira
y la pelota es el sentimiento y es bueno encontrar alguno despierto, canta Calamaro en No tan Buenos
Aires, canción incluida en ese álbum deslumbrante, irreductible y eterno
que es Honestidad brutal. Sí, tiene
mucho de sentimiento, de emoción, el fútbol, y comprendo a quien no lo
comparta, incluso quien lo entienda como una exageración o una payasada. Es mi
payasada. Cada cual encuentra o busca la emoción donde mejor entiende, o te
llega, como un rayo, como una lluvia, como un incendio. Asocio el fútbol a la
infancia, no deja de ser un juego, al niño escuálido que correteaba tras el
balón en la Plaza de los Caballos o... sigue leyendo en El Día de Córdoba
domingo, 4 de mayo de 2014
ÁNGEL STANICH
No puedo evitar escuchar ecos, de un Dylan desgarbado y callejero, de un Quique González de madrugada, de los primeros Violent Femmes... Me gustan todos esos ecos y, sobre todo, me gusta el eco propio de Stanich. No lo pierdas de vista...
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jueves, 1 de mayo de 2014
TENDENCIAS
El Selfie, la lista de spotify, la serie de las diez, la funda del móvil, el aparato del gimnasio, el peinado y, cómo no, la comida...
Tendencias,
las llaman, modas también, novedad, novedades. El encendedor de James Bond/Sean
Connery, el bikini de Ursula Andress, el peinado de Meg Ryan o Jennifer Aniston
–o el de Victoria Abril en Tacones
Lejanos-, el premeditado desaliño de Sara Carbonero, la ya lejana rebeca de
Rebeca, tan presente en la estética cordobesa desde entonces, los gintonics convertidos en peceras, todos
esos rones añejos que desconocíamos, las bebidas caribeñas, esos mojitos,
caipiriñas y demás que vaciamos a velocidad de crucero. También fue una
tendencia, en su momento, en aquello que denominaron el Boom, el desaparecido García Márquez y sus Cien años de soledad. Después han llegado multitud de tendencias
literarias, pero me temo que más insanas, menos literarias. Las tendencias, o
como se quieran llamar, lo abarcan todo, peinados, vestuario, expresiones
políticas, ocio, teléfonos móviles, turismo y, cómo no, la comida. Todos somos
cocineros en esta temporada que nos toca vivir, de niños a mayores, todos, más
o menos. Y hasta programan concursos en la televisión para que exhibamos
nuestras habilidades, a lo 1, 2, 3. Puede
que sea una expresión más de eso que conocimos como estado del bienestar y que
parece predestinado a figurar en el podio de las especies extinguidas, no ya en
extinción. Sí, hemos afinado y refinado nuestro paladar, hemos descubierto el
buey de kobe, aunque no haya tantos bueyes de esos en el mundo, y sabemos
diferenciar un Somontano de un Rioja, y hasta de un Penedés, vaya usted que sí.
Y es que, casi sin darnos cuenta, hemos pasado del tintorro a granel
para un varguitas fresquito en el
verano a la copa escanciada con su correspondiente escanciador, y eso que a mí
me sigue pareciendo la gran horterada entre las horteradas, con permiso de
Eurovisión, que en eso sigue siendo el Ronaldo de lo hortera. Sí, vaya, nos
criamos, rollizos y sanos, todo hay que decirlo, a base de caldo de cocido, con
su buena pringá y sus garbanzos
machacados, y ahora proclamamos a los cuatro vientos las bondades del sushi, como si nuestra vida no hubiera
tenido sentido hasta su llegada. Recuerdo los primeros restaurantes chinos,
delirantes y oprimentes en su decoración, como estrategia de una secta, esos
rollos primavera, ese pollo con almendras y el ya eterno arroz tres delicias,
cuyo nombre sigo intentando descifrar, con escasa fortuna. Eso ya pasó, claro,
ya no nos gustan, ahora la tendencia la marca la cocina oriental, que es otra
cosa, más amplia, más etérea, más selecta. Con una ración de arroz tres
delicias de cualquier restaurante chino nos daría para hacer veinte makis, con la diferencia de que un solo maki vale lo que una ración de arroz
tres delicias. Es la elaboración, claro, la mano de obra... sigue leyendo en El Día de Córdoba
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