El
destino quiso que un 23 de abril, más o menos, tampoco nos pongamos tan
exquisitos que en el aquel tiempo no existía el Calendar, Shakespeare y
Cervantes unieran sus vidas, y por tanto no creo que haya mejor pretexto para
celebrar los libros, disfrutar de otras vidas, vivir más, que es lo que hacemos
todos los que estamos contagiados por el dulce veneno de la lectura, en torno a
tan señalada fecha. En abril salen los libros a las calles, a nuestro
encuentro, y hasta algunos invierten en nuevas adquisiciones, compren libros, y
regálelos, que habla muy bien del que regala y del regalado. Magnífico momento,
por tanto, para recomendar posibles lecturas, que por unos y otros motivos han
captado mi atención en los últimos tiempos. Como sorprendente me atrevería a
calificar el debut literario de Alex Grijelmo, autor de algunos de los manuales
más consultados por sus compañeros periodistas, escritores y demás artesanos de
la palabra. En El cazador de estilemas,
que ha publicado Espasa, Grijelmo se lleva la novela negra a su terreno, y nos
presenta a Eulogio Pulido, un lingüista en sus peores momentos, que comienza a
asesorar a la policía, analizando y estudiando la manera en la que se expresan
los protagonistas de los diferentes casos en los que participa. Ingenioso y
brillante, a ratos muy divertido, a la par que instructivo, Grijelmo recrea
esta trama negrametalingüística con habilidad y eficiencia, demostrando que
literatura y diversión pueden ir de la mano. Julio Cesar Cano ha publicado una
nueva entrega del inspector Monfort, nuevamente ambientada en las calles de
Castellón, titulada Flores muertas,
publicada por Maeva, en su colección Noir. Cano, apoyándose con toda seguridad
en su propia trayectoria vital, perteneció a diferentes bandas, adereza con
mucho rock este cuarto caso del genuino Monfort. Intriga, giros inesperados,
verdades a medias o verdades relativas y mucho rock en esta nueva entrega de la
saga del inspector Monfort.
Más
rock, que nunca es suficiente. Como un Bogart del rock, elegante y sombrío,
Donald Fagen es uno de los nombres más significativos de la escena musical de
los setenta, por diferentes motivos. Por lo que de extrañeza supuso, Steely
Dan, la banda que creó junto a Walter Becker, aún hoy sigue siendo un elemento tan
inclasificable como deslumbrante en la historia del rock, y también por la
lucidez que demostró en todas y cada uno de sus razonamientos y apuestas. Con
traducción de Antonio Padilla, y publicada por Libros del Kultrum, editorial a
la que le debemos la monumental Reacciones
psicóticas del torrencial Lester Bangs, Hípster
eminentes pueden considerarse como la biografía que ninguna estrella del
rock hubiera querido escribir –ya no sé si vivir-. Como en su faceta musical,
Fagen se aleja de los convencionalismos y estereotipos y propone una voz propia,
muy diferente a la que solemos encontrar en este tipo de obras.
Y
para finalizar, un título que debería ser de obligada lectura para todos
aquellos que pretenden entender la realidad que nos acoge: Factbook, el libro de los hechos, de Diego Sánchez Aguilar,
publicado por Candaya. A través de una muy reconocible distopía en la que
convergen el capitalismo, las redes sociales, las religiones, el pensamiento
único y las nuevas tecnologías, como elementos sobre los que reconstruir el
presente, desde la ironía, el humor y el desaliento, Sánchez Aguilar nos ofrece
pasajes memorables, capaces de ser ese espejo que nos escuece y ridiculiza al
mismo tiempo. Excelente primera novela de un narrador con una más que evidente
capacidad para diseccionar la realidad a través de los símbolos que nos
representan. Y excelente la labor de Candaya, faro que nos muestra la
literatura del futuro. Cuatro títulos, cuatro, en esta primera entrega de abril
y sus libros, tan dispares como recomendables, por aquello de ese refrán que
cita a la variedad. Lean y vivan otras vidas, y no teman las secuelas.
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