martes, 24 de julio de 2018

PALOMO


No me cabe duda de que sin personas rupturistas, que son capaces de ofrecer un nuevo vocabulario, un nuevo discurso, que por supuesto nos es imposible comprender o asimilar, ya que está en clave de futuro y nosotros mal sobrevivimos al presente, este mundo nuestro seguiría dormitando en las cavernas y apenas habríamos evolucionado. A esas personas que nunca entenderemos, que incluso rechazaremos, de las que nos mofaremos y desconfiaremos hasta la desconfianza más absoluta, jamás les podremos agradecer lo suficiente que colocaran los peldaños de hoy y que hoy coloquen los peldaños de la escalera que nos ha de conducir al mañana. El que no los entendamos es la evidencia más concreta y evidente de nuestra ceguera, proyectan una luz a la que no estamos acostumbrados; la desconocemos. Visionarios, adelantados, genios, en fin, son muchas las palabras a las que podemos acudir para definir a estas personas que han tenido la fuerza, la habilidad y el talento para agarrar las páginas de nuestra historia y hacerlas pasar una a una, capítulo a capítulo, y aquí seguimos, sin llegar al punto final, que esperemos sea todavía muy lejano, a pesar de Trump, Putin y demás fauna, empeñados en lo contrario. Por eso comparto esa teoría que dice aquello de que los genios, de cualquier ámbito, son los únicos que se equivocan, ya que nosotros estamos instalados en la mediocridad, en la mitad de la mitad, y nunca alcanzamos la cima, como la alcanzan ellos. Y por eso, cuando se equivocan, porque también se equivocan, sus equivocaciones son más visibles, más gruesas. Pero a pesar de eso, son los herederos de las cimas, y desde ellas, en lo más alto, nos señalan el camino a seguir.
Por todo lo anteriormente expuesto me declaro fan total de Palomo Spain. Y si ahora tuviera 20 años, que no son ni serán como los veinte años que disfruté, no descartaría enfundarme alguno de sus modelos. Y no me mire con esa cara, que estoy hablando completamente en serio. Me habría encantado hacerlo porque eso habría supuesto que a mis veinte años hubiera disfrutado de la libertad, mucho más allá de la sexual, que exhibe Alejandro Gómez Palomo, más conocido como Palomo Spain. Hablamos de libertad en el más amplio sentido de la palabra. Porque la obra de Palomo Spain se arma y desarrolla sobre un sentimiento que debe ser el principal argumento de cualquier creador que se precie: la libertad –plena y absoluta-. Entendida como universalidad, como espacios sin fronteras, sin condicionantes de ningún tipo, sin género ni calificación. Sin pensar en el qué dirán, en esto quién se lo pondrá, pura creatividad. Libertad para cubrir a sus modelos con los vestidos y trajes que diseña, tal y como pudimos ver en su fastuoso y deslumbrante desfile en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, denominado Wunderskammer, incluido dentro de la Semana de la Moda de Madrid. Una vez más, Palomo no dejó a nadie indiferente, y cada nuevo diseño era recibido y comentado desde la admiración, la conmoción, la emoción y la incomprensión. Porque por si algo se distingue Palomo es porque no es neutro. Afortunadamente, que ya tenemos demasiada neutralidad, corrección e hipocresía almacenada en la alacena.
Me deslumbra y emociona ese atrevimiento, ese derroche de creatividad y de talento que Palomo exhibe en cada nueva propuesta o en cada frase. Admiro su naturalidad, su absoluta libertad, insisto. Naturalidad para hablar de sus orígenes, en Posadas, cuando utilizaba los retales de las cortinas que cosía su abuela para vestir a sus barbies, o de sus encuentros en el establecimiento familiar. No me cabe duda de que parte de esa naturalidad/libertad Palomo se la debe a su familia, que nunca ha supuesto un freno o un lastre para su desarrollo creativo o personal. Una prueba más de la importancia de la educación, de la enorme huella que nos deja en la infancia y que nos marca, para bien o para mal, el resto de nuestras vidas. Desde esa atalaya suya, tan particular, tan diferente, tan fresca, Palomo está haciendo mucho más de lo que él mismo podría imaginar por el colectivo LGTBi, introduciendo en nuestras vidas esa normalidad que durante tantos años ha formado parte de la oscuridad o del tabú. Espero que siga siendo como es, puro, sin condicionantes, excesivo y expresivo, creativo, genial, y que nos siga adelantando el futuro.

lunes, 16 de julio de 2018

DE HÉROES


Si de la historia del Titanic, que acabó como acabó, se rodó una película que durante años ha ostentado todos los record fílmicos imaginables, no me cabe duda que de la pérdida, descubrimiento y rescate de los 12 niños tailandeses van a caer libros, series y películas, y hasta puede que un cómic, que esta historia en viñetas puede quedar la mar de chula. Yo la película la veo dirigida por James Cameron, con el peligro de que acabemos hartándonos de tanto submarino, o por Bayona, que de agua y de efectos especiales entiende un rato o por David Fincher, que seguro le encuentra un lado oscuro al entrenador. La ruede quien la ruede, se tratará de una película heroica, marcada por la épica de estos 12 pequeños jabatos que durante casi tres semanas nos han dejado sin aliento. Probablemente, todos los días hay gestas más heroicas en el mundo, mas trascendentales, más necesarias y humanitarias, pero la gran diferencia estriba en que ésta nos la han contado en directo, nos la sabemos de memoria. Los héroes, con una cámara al lado, son más héroes, y si no que se lo pregunten a nuestro Rafa Nadal, en su ya mítica exhibición ante Del Potro. Nos salpicó su sudor y sentimos la humedad de su camiseta, como la sintió esa sonriente señora sobre la que cayó en un intento por salvar un punto imposible. La atracción por lo imposible, o la ruptura de lo cotidiano, da igual, nos atrae lo diferente, lo no habitual, aunque nosotros nos refugiemos en lo habitual, en lo cotidiano, por simple comodidad. No es comodidad, es miedo, y usted lo sabe perfectamente. Regreso a los jabatos tailandeses, los ojos se me llenaron de lágrimas cuando por fin los rescataron de las entrañas de Tham Luang, esa cueva con nombre de plato en restaurante asiático caro, porque los restaurantes asiáticos, a diferencia de los restaurantes chinos, que son los de toda la vida, con sus rollitos primavera y su cerdo agridulce, son caros, porque, entre otros motivos, se curran los nombres. Tráeme un Tham Luang, eso queda bien, y hasta podemos imaginarnos el plato, con su salsa colorista, tono carmín laca de uñas, y sus algas y demás.
La Juve tiene un nuevo héroe, el que lo fue del Real Madrid durante las últimas 9 temporadas y 451 goles, que se dice pronto. Divida. Y sí, defraudador de impuestos, maleducado, egocéntrico, a ratos impresentable, hortera y hasta dos docenas de adjetivos más le caben, sin duda, pero seguramente no vuelva a ver a un jugador de ese calibre, tan legendario, tan inmenso en mi equipo. Hablamos de fútbol, ojo, del jugador, que nos pasaría lo mismo con otros héroes/genios de cualquier disciplina. Mejor no conocer las tripas de Picasso, Cervantes o Juan Ramón, vaya que nos topemos con un Harvey Keitel o con yo qué sé quién, qué miedo. Margaret Atwood, ahora célebre por su Cuento de la criada, esa distopía que no es tan distópica, más o menos sentenció: Querer conocer a un escritor porque te gustó su libro es como querer conocer a un pato porque te gustó su hígado. Pues eso, qué más decir cuando está tan bien dicho. Y eso que he degustado alguno de Canard que me han entrado ganas de sacar a bailar al pato. Hígado graso a base de goles y más goles, el competidor perfecto, la permanente ambición. Hasta siempre, Bicho.
Faltó que el rescate de los jabatos tailandeses coincidiera con el prime time de la CNN para que ya hubiera sido la gran gesta global de la época moderna. Y es que necesitamos héroes, heroínas, personas que no escriban en los mismos renglones que nosotros, y que lo hagan, además, con otra letra, y que nos cuenten otras cosas, que las nuestras ya nos las sabemos y conocemos hasta el aburrimiento. Sigo dándole vueltas al posible director para la película, y Alberto Rodríguez también lo haría muy bien, con guión de Rafael Cobos, por supuesto, porque contaría con esa épica salvaje y esencial de los personajes de Peckinpah, Sam para los amigos, que tan bien han digerido los cineastas sevillanos. Ese héroe que llevamos dentro y que, como el airbag, solo exteriorizamos en las situaciones extremas, y a veces hay vidas sin situaciones extremas. Aunque vivir, sea del modo que sea, en caja fuerte o a la intemperie, siempre tiene algo de extremo. Al final, como cantaba el bueno de Bowie, todos podemos ser héroes, aunque solo sea un segundo y no haya delfines en el mar.

martes, 10 de julio de 2018

MEDINA VERSUS EL VALLE



Deberíamos leer más a Valle, que sigue siendo vigente y actual, y hasta moderno, y no dedicarle ni un solo segundo al Valle, más conocido como el de los Caídos, monumento al dolor y al terror más grotesco que uno pudiera imaginar. Pero volvemos a hacerlo, cuando se acerca la gran fecha/facha del fascismo patrio y de la infamia mayor que este país haya conocido, y eso que coleccionamos este tipo de fechas –fachas-, a lo largo de nuestra historia. Regresa el legado de Lorca a su tierra, a su Granada, a Andalucía, a las que tanto amó, pero siguen sin aparecer sus restos, perdidos en el olvido de los tiempos. Franco sí sabemos donde está, en su cateta pirámide de faraón sin rimel, que no es donde nos gustaría que estuviera, a una gran mayoría. Carmen ya es Duquesa de Franco, ese título del que cualquier persona con la menor humanidad y dignidad renegaría, despreciaría, pero que ella luce orgullosa. Se celebrará con su correspondiente misa en el pazo, no me cabe duda. El asesinato de Víctor Jara por fin es juzgado y sentenciado, 18 años de cárcel para los policías que torturaron y asesinaron al creador de la inolvidable Te recuerdo Amanda. Aquí, en nuestro país, contagiados de ceguera y olvido, Billy el Niño cobra un suplemento en su pensión porque sigue poseyendo la medalla al mérito –con minúscula-, cuando todo lo que hizo fue un demérito y un delito. Un insulto. La Memoria Histórica, esa asignatura pendiente. Deberíamos leer más a Valle, hiperbólico y sublime, adelantado y gaseoso, esperpento y clarividencia, para impregnarnos o curarnos de ese españolismo de barraca y feria que uno puede encontrar en Luces de Bohemia o en Tirano Banderas, que es un adelanto de lo que vino después, y que concluyó en ese Valle de los Caídos, pero qué nombre más mal escogido, porque no representa a nadie, o porque ninguno de los caídos fueron allí a parar. La paradoja también adopta forma terroríficas.
Medina Azahara representa justamente lo contrario que el Valle de los Caídos. Y si tenemos en cuenta la leyenda, si nos la creemos, que yo me la creo, llámeme utópico, que no me molesta, mucho más. Porque según esa leyenda que nos han contado mil veces, la ciudad, su construcción, su definición, es como consecuencia de un acto de amor. También fue para muchos, otras teorías, símbolo de libertad, de independencia frente a un Califato opresor, un lugar diferente por muchos motivos. Refugio de artistas, de intelectuales, de científicos, que encontraron en Medina un espacio para desarrollarse. Eso es lo que nos han contado, y yo quiero creer que es así. En cualquier caso, no existen leyendas negras de esta ciudad palatina, no es célebre por su represión, por el terror o por el sufrimiento que padecieron sus habitantes, y eso que Abderramán fue un gobernante de armas tomar, nunca mejor dicho. Aún así, no hizo de Medina Azahara su Valle de los Caídos, aunque sí se trató de la representación de su poder, de su autoridad, de su dominio, una exhibición, una bella exhibición, según cuentan. Lo de Franco también es una exhibición, pero me temo que ninguna de sus posibles definiciones tengan algo que ver, ni remotamente, con la belleza. Escoja, pero yo creo que “horror” es la palabra más certera. Horror, que por cierto es prima hermana de error y de hedor.
Se merece Medina Azahara una película, extraño que todavía nadie se haya atrevido, y del Valle se pasaron de metraje en el NODO, ese instrumento fascista de la España franquista que todos debían digerir, afines o no a la costra. Las teorías del pasado desembocan en la realidad actual, esa que nos muestra a Medina Azahara como un lugar de sabiduría, belleza y concordia, y que merece la pena reinterpretar, rescatar de los siglos de olvido, mientras que el Valle pasará a la historia como un lugar que habría merecido no existir nunca, feo, aberrante y terrible. De competir por algo, lo haría con Auschwitz, Mauthausen o Guantánamo, como Patrimonio Mundial del Horror, no tiene más aspiraciones, me temo, esa es su Liga. Me resulta del todo incomprensible, por no rebuscar más en el diccionario, que haya quien defienda o venere este lugar, que habla de un pasado que jamás debería haberse escrito y mucho menos padecido. Todo lo contrario que Medina Azahara, que más de mil años después vuelve a vivir una época gloriosa, que esperamos y deseamos que sea muy, muy, extensa. Buenos mimbres están encajando. Y sigamos leyendo a Valle, que nunca pesa, que nunca pasa. 

martes, 3 de julio de 2018

LA SIESTA


¿Habrá algo más español que la siesta? Podemos echarla a pelear con la paella, la tortilla de patatas, la envidia, el qué dirán, las barras de los bares y el gazpacho y ya veríamos quién gana. Puede ser que, como en las primarias del PP, por eso de los muchos contrincantes, que las fuerzas se diluyan en beneficio del gran favorito. Mi gran favorita es la siesta, no me cabe duda. Pero volvamos a los del PP, que puede ser un tema muy de siesta, de sobremesa, entre bostezos, chupitos y solos con hielo, largo americano. Ni tenían los másters que decían tener, ni tenían las cuentas que decían tener, pero es que tampoco tienen los militantes que nos habían contado, esos millones y millones. Yo comprendo que eso de las cuotas fuera algo aleatorio, no exigible, que se tomara un poco a la ligera, porque pasta, lo que se dice pasta, han manejado, y así nos lo han contado los jueces. Los jueces, que no lo hemos leído en la edición digital de un periódico de investigación, no, que está contrastado.  Pero volvamos a la siesta que es un tema que me apasiona profundamente, muchísimo, y tal vez porque rima y hasta se confunde con fiesta, que las vocales hermanan más de lo que imaginamos. Y, además, como la cultura, como las razas, como los géneros, como cualquier cosa o ámbito que nos enriquece, me gustan las siestas por su diversidad, o me gustan las diversas siestas, que también es una manera de decirlo, con su trasfondo matemático y todo. Porque está la siesta reparadora tras una mala noche, que te reporta ese sueño perdido. Está la siesta sanadora, que es cuando te has acostado a las tantas, con frecuencia en mal estado, y que como tienes la “hora cogida” y no has dormido nada, la siesta acaba por curarte, parte de las heridas. Está la siesta instantánea, en la que sueñas y todo y apenas has dormido seis minutos. Está también la siesta de babita, de labio colgando, de pijama y orinal, en honor a Cela, y que te deja atontado durante varias horas. O la siesta cervecera, incluso asalmorajada, que no sabes si es agradable o nauseabunda en su paladar, y que tan mal despertar conlleva.
No me puedo olvidar de la inigualable siesta Tour de Francia, sobre todo en las etapas llanas, donde el rodar de las bicicletas y la narración del locutor actúan como burundanga audiovisual, consiguiendo anular todos tus sentidos cuando menos te das cuenta. O la siesta llanuras del Serengueti, que comienzas a cabecear cuando esa joven leona se inicia en el aprendizaje en la caza de las gacelas Thomson, que vienen a ser algo parecido a sus Macdonalds, y cuando tratas de abrir los ojos ya es una leona abuela que espanta las moscas con desidia. De cuando en cuando, cada cuatro años exactamente, tenemos las siestas olímpicas y ahora estamos disfrutando de las siestas mundialistas. Y llega ese momento concreto, como por arte de magia, o por arte de siesta, en este caso, que no sabes si el gol de Senegal clasifica a Dinamarca, o si es Suecia la que pasa porque alguien ha metido un gol en el Costa Rica contra Suiza, y se te queda cara de Maradona celebrando un gol de Argentina. La que ha tenido que soportar este hombre, que yo creo que ha batido el record mundial de memes, que estaba en propiedad de Rajoy, en dura competencia con Donald Trump.
Que la siesta cuenta con grandes beneficios para nuestra salud, eso ya no hay quien lo dude, pero es que, y no menos importantes, los beneficios espirituales, sociales, antropológicos y hasta sexuales, y usted sabe de lo que hablo, también han de tenerse muy en cuenta. Y así, no es de extrañar que en Madrid ya haya una especie de hotel para siestas, por un módico precio puedes regalarte una cabezadita en pleno centro, escapando por unos instantes del bullicio de la gran ciudad. Es tan importante la siesta que la hemos convertido en verbo y la conjugamos en todos los tiempos posibles. Yo me inclino por el presente, el ahora, la siesta inmediata, la que ya siento que llega. Sin embargo, la siesta metafórica, así como el verbo en su opción irónica, incluso despectiva, no me interesa en absoluto. Cerrar los ojos, cuando nos apetezca, por placer o necesidad, pero no por no querer ver lo que la realidad nos muestra. Y eso que también puede entenderse como una seña de identidad muy española. Vaya que sí.