Aunque usted no lo crea, la Cultura, el Arte, la
Literatura en concreto, cuentan con numerosos poderes y beneficios, tanto
físicos como mentales. Haga el intento. Alimento del alma, se escucha de cuando
en cuando, y los cimientos de las fábricas de sacarina se tambalean. Lorca ya
lo dijo, durante la inauguración de la biblioteca de su pueblo, puestos a
elegir, un trozo de pan en un mano y un libro en la otra, que ambas cosas
alimentan. En los libros descubrimos nuevos mundos, viajamos sin necesidad de
sacar una tarjeta de embarque, conocemos personajes que nos costaría trabajo
encontrar en la cola de la pescadería, presenciamos secuencias que hasta al
mismísimo Ray Donovan le sorprenderían, que ya es decir. Son
radiografia/fotografía del momento que nos toca vivir, porque la historia
también se escribe, e incluso se construye, desde la ficción. Además de todo
esto, y de mucho más que me llevaría demasiado espacio exponer como se merece,
la Literatura, los libros, cuentan con la capacidad casi sanadora de reparar
silencios u olvidos almacenados a lo largo de los años. Entre los olvidos,
entre los clamorosos e injustos silencios, siempre, cómo no, nombres de mujeres
enterrados en el olvido de la ignorancia y de la discriminación. Invisibles
hasta la ausencia, hasta la nada. Escritoras ocultadas por una represión de
género, por el simple hecho de ser mujer. Escritoras, creadoras, que tuvieron
que entregar sus obras a sus maridos, a sus hermanos, para que pudieran ver la
luz. Escritoras, artistas, arrinconadas en el desván de la memoria, condenadas
al silencio. Ahora nos escandaliza y nos escuece leer o contemplar El cuento
de la criada de Margaret Atwood, y creo que es conveniente recordar que
hasta no hace tanto las mujeres españolas, de buena parte del mundo, padecieron
una represión similar.
Palabras contra la desmemoria, libros contra el olvido, que es lo mismo
que decir la justicia necesaria. Memoria contra la amnesia. Luz frente a la
oscuridad. Rescribir la Historia, dando entrada a la mitad silenciada. Es lo
poco o lo mucho que le debemos pedir a la Cultura, a la Literatura, que nos
aporte luz, claridad, dignidad, justicia. Eso es lo que encontramos en dos
volúmenes de reciente aparición, coincidentes en el rescate y también en emplear
la palabra “olvido” en sus títulos. Memoria contra el olvido, de Jairo
García Jaramillo y Palabras contra el olvido, de José Luis Ferris, que
consiguió el premio Antonio Domínguez Ortiz que anualmente convoca la Fundación
José Manuel Lara. García Jaramillo ya se había adentrado en la invisibilidad de
las mujeres en el ámbito cultural/intelectual en la brillante La mitad
ignorada, y ahora en este nuevo texto rescata a las escritoras de la
Generación del 27 o, sencillamente, a la Generación del 27 real, la que estuvo
compuesta por hombres y mujeres. Y lo hace no pretendiendo eclipsar a los
Lorca, Dalí o Alberti, no, si no recuperando desde la normalidad, y también
desde la justicia, a Rosa Chacel, Luisa Carnés, María Zambrano, Concha Méndez,
Concepción Arenal, Champourcín o María Teresa León... sigue leyendo en El Día de Córdoba
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