Tal vez se trate de un efecto secundario del calor, seguro
que ya han comenzado a estudiarlo en una universidad centroeuropea. Hoy todo se
estudia, o casi todo. Flama y flema. Sí, he tratado de evitarlo, pero yo
también he caído, soy débil, soy humano, no me flagele. Voy a escribir sobre el
último gran fenómeno planetario. Todos hemos tarareado Despacito, o la
de Enrique Iglesias o Felices los cuatro de Maluma en alguna ocasión, no
niegue lo evidente. Y tal vez nos hayamos quedado prendados, aunque solo fuera
un instante, si un mal momento es factible, imagínese un instante terrible,
fácil, fácil, de Belén Esteban, la Patiño, Toño, Keko o cómo se llamen esa
gente que viven dentro de la televisión. La pones en funcionamiento, y están ahí,
sí, siempre ahí, al acecho, vigilándonos. No todo va a ser merluza de pincho,
nos justificamos, de vez en cuando una hamburguesa de 1.800 calorías sienta la
mar de bien, claro que sí, y nos compramos el menú completo. Por favor, no se
olvide de las patatas y de tres sobres de ketchup, la cola zero, para
compensar. El otro día me sorprendí a mí mismo escuchando el análisis de un
analista de tres al cuarto de la letra de la última canción de Maluma. Una cosa
muy romántica, vaya que sí, aunque muy tolerante, en todos los sentidos, y
nuestros hijos la tararean como si tal cosa. Yo creo que el reguetón lo ha
inventado el mismo emporio masónico económico que creó el tabaco. Fumar, si uno
lo piensa un instante, es realmente asqueroso, humo caliente de desagradable
olor corriendo por tu boca y garganta, lo puede suavizar con otras palabras,
pero esa es la realidad, y sin embargo es una golosa y voltaica adicción. Una
vez atrapados por la nicotina, cuesta vivir sin ella, mucho. Yo llevo trece
meses libre de nicotina, y la sigo amando y odiando en similares proporciones.
Tal cual.
Pero remontemos y retomemos el ya mítico Despacito,
esa canción que ha desplazado, en cuanto a reconocimiento mundial, a La
Macarena de los Del Río, que no es moco de pavo. Y lo ha hecho sin
bailecito añadido, todo un ejemplo de superación, que eso ayuda mucho, más de
lo que imaginamos, que ese puede que fuera el gran secreto del Aserejé,
aquel rap transformado en coplilla veraniega de mis paisanas y amigas. Si nos
detenemos un instante a pensarlo, bajo el influjo del calor, atrapados en sus
abrasadores abrazos, se han cometido un sinfín de tropelías musicales que, sin
embargo, hemos disfrutado y disfrutamos cuando nuestras defensas ceden, cuando
dejamos de estar alerta y las puertas de nuestro consumo cultural se abren de
par en par y dejamos entrar todo y algo más. Recuperemos la imagen de esa
hamburguesa de 300 gramos. Situémonos en esa verbena de ponche a raudales, como
si no hubiera un mañana. Somos débiles. Sesudos profesores han analizado con
minuciosidad y detalle la canción de marras, ya hay que tener tiempo libre, me
parece, y han elogiado su tiempo, sus rupturas, su ritmo, ese breve lapsus
antes del estribillo, su originalidad, su cadencia, vamos, que Luis Fonsi es lo
más parecido a un nuevo Mozart o a un Prince latino, extraigo tras una primera
lectura. Efectos secundarios, esta alerta roja por la temperatura que ya dura
más de la cuenta, yo qué sé.
La gran y única verdad es que tal y como nos sucedía con Chiquito de la
Calzada que, aunque hiciéramos lo indecible por evitarlo, se nos escapaba un No
puedor o un Cobarrde o un fistro cuando menos podíamos
imaginarlo, escuchamos los primeros compases de Despacito y nuestros
pies adquieren autonomía propia, dejan de estar controlados por nuestro
cerebro. Y no hablemos de los efectos que la canción provoca en nuestros hijos,
y que hago extensible a todo el reguetón. De nada sirven las estanterías
repletas de vinilos y cds de las grandes leyendas del rock de los últimos
cincuenta años, qué pena, qué miedo, qué horror. La maquiavélica composición ha
logrado el objetivo, los efectos secundarios son evidentes y ninguno estamos a
salvo. ¿Nos enfrentamos al Apocalipsis, y si esto fuera la Maldición de los
Maya? Mañana más y puede que peor. Mientras esperamos acontecimientos, relájese
y permita que sus pies se muevan con plena libertad. Pero despacito, no tenga
prisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario