De la misma manera que cuando hemos empujado el
carrito de un bebé, o hemos tenido una escayola o cualquier otro tipo de lesión
temporal, durante algún momento hemos podido llegar a sentir, aunque fuera
lejana y remotamente, cómo es la vida de una persona con discapacidad, creo que
los hombres, todos los hombres, deberíamos intentar situarnos en el lugar de
las mujeres, aunque solo fuera por un momento. ¿Es fácil ser mujer hoy, es muy
diferente a ser hombre? O, mejor, ¿es más complicado ser mujer que ser hombre?
¿Se lo ha preguntado alguna vez? Y si se lo ha planteado, ¿ha tratado de
responder a la pregunta? Tal vez no, por pereza, por indiferencia o porque,
simplemente, hay preguntas que tienen malas respuestas o respuestas, en
definitiva, que no nos conviene escuchar. O que no queremos escuchar. Tampoco
responder. En los últimos tiempos se habla mucho de los micromachismos, y que
no dejan de ser la expresión más cotidiana del machismo histórico y que tenemos
tan asimilado que ni nos damos cuenta que lo son. Podría ser una explicación,
pero no, claro que los reconocemos, pero es más cómodo seguir perpetuando
roles, modos, que consideramos más cómodos para nuestra vida y proyección como
hombres. Jugamos al despiste, al no me di cuenta, al como “toda la vida”, y es
que en la mayoría de las ocasiones es más sencillo, y hasta relajado, ser un
hombre, y, por tanto, llevar vida de hombre “como toda la vida”. Hay miles de
ejemplos para mostrar los micromachismos: la factura del restaurante o bar que
siempre acaba en el lado del hombre que se encuentre en la mesa, ya no digamos
si se pide cerveza y refresco, que los destinatarios ya están establecidos de
antemano. Más. ¿Quién se ocupa del cuidado de los hijos, quién reduce su
jornada laboral –cuando tiene empleo, claro- para su propio perjuicio, ya que
cobrará menos y contará con una pensión más baja en el futuro? ¿En qué lado se
coloca la cuna en el dormitorio matrimonial? ¿Quién forma parte del grupo de whataspp
del colegio? ¿Quién cuida del padre, madre o suegros? ¿Cree necesario que siga
formulando este tipo de preguntas?
¿Se atreve a responder a alguna de estas preguntas?
Si es usted una mujer, qué decirle, que desgraciadamente conoce muy bien las
respuestas, las vive cada día, y si es usted un hombre hasta puede que se
sienta ofendido. Espero que no me responda que usted arregla los enchufes
cuando toca y que de vez en cuando sube a tender la ropa. Ah, y hasta que
algunos fines de semana se ocupa del lavavajillas o hace la cama.
Definitivamente, seamos sinceros, sigue siendo mucho más complicado ser mujer
en la actualidad, a pesar de lo que llevamos recorrido, sí, que es mucho, a
pesar de los pesares... sigue leyendo en El Día de Córdoba
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