Ya
toca, me lo pido. Adjudicado. Ha contraído los suficientes méritos para que le
dedique este artículo y hasta da juego para una teleserie, HBO al acecho –Di
Caprio lo bordaría-, o para una novela, o para varias, la cuestión es ponerse.
Y que te inspire el personaje, buscarle ese lado inspirador, que puede resultar
complicado, casi un imposible, o que te sea muy fácil, según. Porque Nicolás es
como las aceitunas, o te atrae o te repugna, pero a nadie deja indiferente. A
estas alturas, yo creo que no es necesario presentar a Nicolás, petit Nicolás, I de España, por supuesto, que todos sabemos de sus hazañas, que
con toda probabilidad serán consideradas estafas en un juzgado, deseo; todos
hemos compartido uno de los innumerables memes
que ha protagonizado. Uno más en la plantilla del Real Madrid, degustando
una mariscada junto a Pablemos
Iglesias, nuevo miembro en nuestros grupos de “guasá”, o tomándose una cerveza
en nuestro Correo, o marcándose un dueto con el mismísimo Raphael, el ahora
primer indie de la escena española,
qué cosas. También es ya una celebridad, no podía ser de otra manera, su novia
o su amigovia, seamos modernos con el uso del idioma, aunque yo no veo a
Nicolás de esos, que antes del roce requiere de visita al altar, como está
mandado. Que Nicolás es un caballero de una pieza, que un poco estafador, sí,
sinvergüenza, también, y unas pocas cosas más, que sí, pero es un tío con
estilo, no le quepa duda, con ese peinado a lo Camilo Sexto, versión Siglo XXI
y esa mirada tierna e inteligente al mismo tiempo. Esa misma mirada que enamoró
a José María, a Arturo, al policía de turno y a quien se pusiera por delante,
vaya que sí.
Sí, nos divierte Nicolás, claro que nos
divierte, en este país que hemos venerado –y veneramos- al pícaro, al que hemos
entronizado desde la Literatura a la barra del bar, y sonreímos sus hazañas,
esos peripatéticos logros, los convertimos en chistes y los compartimos en los
200 grupos en los que participamos. Claro que sí. Nicolás ha triunfado porque,
seguramente, ha conquistado el Olimpo del golferío,
porque ha sido el gran pícaro entre pícaros, o el mejor pícaro en un país de
pícaros, no le quepa duda. Y es que España está repleta de Nicolás, son legión,
y hasta a la mayoría de nosotros nos sale una nicolasada de vez en cuando, no se aparte del espejo. Eso sí, no
son comparables los Nicolás a tiempo completo con los que lo ejercen en sus
ratos libres, con esos eurillos en la declaración de Hacienda... sigue leyendo en El Día de Córdoba
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