Serendipia, ¿¿serendipia??, bótox, precuela, cameo, tuitear, bíper, amigovio, amigovia, papichulo, pechamen, culamen, backstage... Palabras más, palabras menos.
Tome
aire. Repita conmigo, alto y fuerte, sin pudor: serendipia. ¿A qué se siente
mucho mejor? Más relajado, más libre, más yo qué sé. Desde que me he levantado
esta mañana he pronunciado 42 veces la palabra serendipia, 42 veces contadas y
no exagero. Me he encontrado en el frigorífico la marca de leche que me gusta y
no he dudado en gritar: ¡serendipia! (y qué manía del corrector por subrayarla
en rojo). Qué alegría más grande, recrearme al fin en su pronunciación, gozar
con su sonido, con su significado. Teníamos “casualidad”, pero claro, es que
suena muy vulgar, y además es tan triste, tan simplona, tan poquita cosa. O
coincidencia, pero tampoco, le faltan tacones, escote y horas de pilates (que
también ya es nuestra, según la Rae, en su nuevo diccionario). Yo creo que
ninguna de las dos se puede comparar a serendipia, faltaría más, puro glamour. Ya
sabe, si le toca la Primitiva o el Cuponazo, pues eso, serendipia. Pero más,
sigamos. Estoy deseando que llegue el mediodía para solicitar a grito pelado:
quiero una birra, es que esta palabra me pirra, que hasta su rima es
electrizante y chispeante. Y no me cabe duda de que la aparición/eclosión de
Kim Kardashian ha impulsado la inclusión de culamen (ni subrayada ni en
cursiva, faltaría más), que es un culo culazo, pero en sentido positivo, que no
seré yo el que levante la voz contra los culamen en estos tiempos de yogures
con fibra, pavo 0% en grasa, sacarina en vena, liposucciones y dietas Dukan.
Con pechamen, sin embargo, ya no estoy tan a favor de que la hayan
incluido en el diccionario, para qué nos vamos a engañar, que fina, fina, lo
que se dice fina, como que no es mucho la palabra, y eso que el difunto Fellini
la habría agradecido. Que bótox haya sido admitida como una palabra más de
nuestro idioma, oficialmente, así hasta con su acento, la mar de mona ella, se
lo debemos a muchos, y no señalemos a un género en concreto, que ambos y ambas
gustamos de los retoquitos. Aunque dicen que Argentina ha ejercido una gran
influencia; rumores. Hablando de ambos y ambas, esas relaciones tan de ahora,
esas parejas con pisos separados y cajones sin compartir, bragas y calzoncillos
alejados, también han sido definidas: amigovios y amigovias, que son los amigos
“con derecho a roce” de toda la vida, pero en versión simplificada, mejor en
una palabra, aunque suene un pelín atropellada. Vistos los antecedentes, qué
palabra le podríamos proponer a los de la RAE para definir el programa ese de
los concursantes desnudos que acaban de estrenar -¡y no es en Telecinco!-. A mí se me ocurre entevelotas, no sé, creo que suena muy
actual, y después de lo de amigovios cualquier cosa puede colar, digo yo... sigue leyendo en El Día de Córdoba
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