Como los buenos momentos, como la inocencia, como las vacaciones, como la pena, como las madrugadas que soñamos vivir. Como la ceniza de un cigarrillo a orillas del mar, como un caramelo en la puerta de un colegio, como la cartilla del banco el día uno de cualquier mes, se nos va este año 2009 que ya es historia, pasado, ayer, adiós –si te he visto no me acuerdo-. Se nos va, sí, el año de la gran crisis, el año de los bancos suplicantes, entre todos hemos pagado la gran temporada de desmanes, de beneficios exagerados, de bonos y cuentas dislocadas. Se nos va el año de Obama ejerciendo de gran líder mundial con su Nobel prematuro y aventurado sobre los hombros. Se nos va, para mi desgracia, desgracia blanca y merengada, el gran año, año entre los años, del Barcelona, que lo ha ganado todo con alevosía y descaro –sólo le ha faltado acertar el Euromillón-. Se nos va el año, adiós, y se nos fue Chaves, convertido en Vicepresidente, pero antes entregó el cetro al leído y paisano Griñán, que se plantó ante la opinión pública con un libro de Bolaño bajo el brazo. Se nos va el año, sí, en menos que canta un gallo, pero aún contamos con el tiempo suficiente para seleccionar las fotografías que habrán de permanecer en el álbum de este 2009, impar y cambiante, frágil y convulso. Ponga a prueba su memoria y recupere esas imágenes que son dignas de convertir en los cromos de la Historia, o de nuestra historia.
La cara ensangrentada de Berlusconi que es la gran metáfora, casi un poema visual, de un país que se descompone, que se parte, que se construye bajo unos cimientos anclados en el fango y en la corrupción. La sonrisa aberrante de Violeta Santander, a golpe de talonario no le ha importado atesorar el odio colectivo, envileciendo y ensuciando un tema tan incuestionable como la violencia de género. Violeta también se coló bajo las luces del quirófano para mejorar/rejuvenecer su aspecto, nada comparable a la realidad atómica y exclusivista –por exclusiva- de Belén Esteban, princesa del barrio, líder de las audiencias. El año de la huelga de hambre de la activista Aminatu Haider que consiguió poner en jaque al concierto internacional y elevar su causa a los cinco continentes. No encontraron los fotógrafos la gran y deseada imagen de Copenhague, parece ser que el medio ambiente, el aire que respiramos, sigue siendo un tema que no concita las atenciones debidas. Los abrazos y las sonrisas de nuestros tenistas y jugadores de baloncesto, nos han acostumbrado a la gloria y al oro y, por eso mismo, puede que les demos la espalda cuando tan sólo nos ofrezcan la plata. La superación de Pablo Pineda, la renovada ilusión de Alejandro Sanz, la mágica potencia de Cristiano Ronaldo, la timidez de Benzema. Los trajes de Camps, los bigotes del Bigotes, el aborto como gran tema central, las leyes por venir, los toros en peligro de extinción parlamentaria. El paraíso con narcotraficantes y minifaldas de Cata, aunque doy por hecho que volverá cuando la audiencia reclame una nueva dosis. La fosa de Lorca, la memoria histórica que nace de la desmemoria y de un perdón que nunca existió. La fusión bancaria que habrá de garantizarnos un futuro mejor, más estable. Michael Jackson y sus bailes eléctricos, mirada de gato, excentricidad a golpe de bisturí; Peter Pan, al fin, descansa en su nicho de Neverland.
Se nos va 2009, sí, para dar paso a un nuevo año, a un nuevo cifrado con sonido a Maradona, con su diez único y desafiante. Llega enero con sus regalos y sus contenedores colmados de cajas vacías, llega enero con su nuevo año a cuestas y todo parece que vuelve a empezar, aunque en demasiadas ocasiones sólo se trate de otro giro del carrusel en el que estamos instalados. Un buen momento para los propósitos y las enmiendas, para dejar de fumar, para hacer deporte, para dedicarle más tiempo a los tuyos, para recobrar esa afición que enterramos en el baúl de la rutina. Se nos va el año de la gran crisis, con sus números rojos y sus saldos negativos. Se nos va 2009 y nos adentramos en 2010, que pretendemos sea nuestro año entre los años y que tal vez lo sea. Lo sea o no, lo consigamos o no, sólo intentarlo habrá merecido la pena.
El Día de Córdoba
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