Sin Pequeño,
la trayectoria musical de Enrique Bunbury sería completamente diferente a la
que conocemos. Es más, puede que no hubiera seguido siendo una trayectoria en
solitario y hasta puede que no estuviéramos hablando de trayectoria, a secas. Pequeño, que ahora cumple los 20 años desde
su edición, supuso la confirmación, podemos hablar incluso de bautismo, del
nuevo Bunbury, del nuevo artista que quería ser, fuera de los legendarios Héroes
del Silencio. No era una tarea fácil, ciertamente, ya que fueron la banda
española con mayor éxito y reconocimiento, tanto nacional como internacional,
de las últimas décadas. Entre el final de los Héroes y Pequeño, Bunbury
se la jugó con Radical Sonora, que no
dejaba de ser la propuesta y la promesa del zaragozano por escapar de lo que
había sido su carrera musical hasta ese preciso momento. Un disco de texturas,
de búsqueda, que no dejó indiferente a nadie. La reacción de muchos seguidores
no fue precisamente comprensiva o elogiosa, acostumbrados
a un sonido muy definido. En este sentido, el éxito multitudinario de Héroes del Silencio no
fue, ni mucho menos, un trampolín, o un fácil atajo, para el éxito posterior de
Enrique Bunbury. Atrapado entre las exigencias de la gloria del pasado y
la consolidación de su nueva propuesta, Bunbury se lo apostó todo a una carta y
publicó Pequeño, en 1999. Una obra
que es una mezcolanza de estilos y esencias, de formatos, así como una confluencia
de influencias, homenajes, sonidos y procedencias. En Pequeño, Bunbury nos señala que no hay fronteras, que no hay
límites, que está dispuesto a todo, a dejarse la garganta en un tango
desgarrado, o a ofrecer una ranchera distorsionada o a aliñar una copla con una
tarantela. De ese trabajo quedan temas esenciales del cancionero de Bunbury,
como son El extranjero, De mayor o El viento a favor. Y queda, sobre todo, el kilómetro cero de una
trayectoria tan fértil como camaleónica.
Esta progresión, lo que podríamos definir como constante
búsqueda, ha sido una característica que impregna toda la producción de
Bunbury, tanto pasada como presente. Y basta con hacer un somero repaso de su trayectoria
discográfica. Flamingos es un
monumento al eclecticismo, una apuesta por la innovación y por el riesgo, y un
canto hacia lo diferente, que siempre es posible. El viaje a ninguna parte, como su propio nombre indica, es un
viaje, un recorrido por las músicas que podemos encontrar en aquellos países
con los que compartimos idioma. Emplearía la palabra homenaje para resumir Helville de Luxe, a ese rock americano,
de Ruta 66, moteles y chupas de cuero, que soporta inmutable el paso de los
años. Las consecuencias tal vez sea
la mayor y mejor exposición vocal que ha realizado a lo largo de su carrera,
una obra de profundas emociones y contrastes. Y, con seguridad, Licenciado Cantinas sea el disco más
“distinto” de Bunbury, por arriesgado, por curioso e inquieto, por la colección
de canciones que interpreta, homenaje a la América que tanto le ha dado. Tanto Palo Santo como Expectativas, su último trabajo con nuevas canciones, son la más
evidente demostración de que Enrique Bunbury es un creador en activo, no se
acoge ni se acomoda a su extenso repertorio, sino que lo va aumentando conforme
pasan los años, y ahí están Parecemos
tontos, Despierta o la Actitud correcta, solo por citar algunos
ejemplos.
Sin miedo al vacío, sin paracaídas, a pleno pulmón, canción
tras canción, Enrique Bunbury ha buscado una nueva versión de él mismo sin caer
en el absurdo, en lo patético o en la repetición. Explorador de sonidos,
trotamundos de los bulevares olvidados, Bunbury sigue recorriendo su particular
camino, que tal vez tuvo su punto de partida en Pequeño, el disco en el que comenzó
a expresarse libremente más allá de la acentuada etiqueta de los Héroes. Un
disco salvador, en gran medida, o iniciático, de reconstrucción, en todo caso,
del que muchos consideramos el rockstar más importante de la música española, si nos atenemos a su
producción, grado de conocimiento y repercusión internacional. He vuelto a
escuchar Pequeño, en realidad nunca
he dejado de hacerlo, y mantiene intacta esa frescura y ese torbellino de ideas
e influencias que tanto me asombraron hace veinte años. Grande en melodías, no
se ha hecho mayor, tal y como se podía escuchar en su propia canción, Pequeño forma parte de la historia
musical del rock en español. Atemporal colección de canciones que definen a la
perfección la personalidad de su autor, Enrique Bunbury, consciente de que un momento se va y no vuelve a pasar.
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