Poetas
que nos visitaron, que compartieron sus poemas, que es lo mismo que compartir
las entrañas. Acabó una nueva edición de Cosmopoética, God Save The Poetry, repitamos una y mil veces, que es el reinado
más justo y hermoso de cuantos podamos encontrar, vivir y, sobre todo, leer,
como una forma de sentir. Una edición con sonido british, punkarra en su
concepción, y que, como viene siendo habitual, ha contado con algunos de los
nombres más representativos y prestigiosos del panorama poético nacional e
internacional. Poética viajera, de Chernóbil a Venecia, de Manchester a
Valencia, por las callejuelas de Córdoba, el hombre del paraguas sigue sin
protegernos de los poemas, y que no lo haga nunca, que esa lluvia siempre se
agradece, que nos moje y cale hasta lo más adentro. Tiempo de lecturas,
diálogos y presentaciones. La recién clausurada edición de Cosmopoética ha
servido de rampa de lanzamiento de la última criatura literaria de Pablo García
Casado: La cámara te quiere. Los
lectores de Pablo padecemos durante años su ausencia, no se prodiga tanto como
nos gustaría, pero siempre vemos compensada la espera cuando leemos sus nuevos
libros. En cada uno de ellos, desde Las
afueras a La cámara te quiere,
García Casado ha sido capaz de reinventarse y de, sobre todo, adentrarse en
espacios que no han sido habituales de la poesía. Una demostración constante de
que no hay ámbitos estrictamente poéticos, que las fronteras están abiertas y que
todo y todos podemos caber en un poema. El atlas sigue sin coordenadas
estables, en permanente construcción. Superado con creces el espacio de lo
cotidiano, de lo real, Pablo nos ha llevado por las alcantarillas más insanas
del dinero, por la inquietud del padre ante la vulneración de los derechos
sociales y ahora nos sumerge en el mundo de la pornografía, desde muy
diferentes puntos de vistas.
La cámara te quiere
es un libro sobrio, sin concesiones, sin una lírica de auxilio o de victimismo,
tampoco de justificación, sobre un mundo que nos es más familiar de lo que
realmente solemos confesar, al menos públicamente. Las cifras de consumo,
producción y distribución son las que son, y no están soportadas sobre un
público fantasma: somos nosotros. La pornografía, tal y como aparece en este
poemario, puede ser el escenario ideal para lo sórdido, lo repulsivo, o lo esclavista,
incluso, pero también puede representarse bajo la rutina de un oficinista que
exhibe su cuerpo y su sexo, con un horario establecido, la nómina por tu tiempo
y renuncias, como cualquier otro ámbito o sector profesional. Y también
muestra, claro, a todos nosotros, a todas nosotras, al vecino que baja la basura, a los dueños del mando distancia o del
ratón, al otro lado de la pantalla, deseosos que la cámara quiera más y más a
los cuerpos que nos muestra. Un mundo que puede ser un juego, una provocación,
una mera diversión, una fantasía o el sentido de una vida, de muchas vidas,
desde el deseo, el trabajo o la obsesión. Por un precio, por un sueño, por esa
pasión que no nos atrevemos a confesar. Y que tal vez sea una pasión común,
cuando la pornografía no se sitúa tras la frontera de la marginalidad. Intento imaginar su día a día. A dónde va
cuando se apagan los focos.
La cámara te quiere,
de Pablo García Casado, también es una descarnada, profunda y lúcida reflexión
sobre el éxito de la exhibición desmedida, esa orgía transparente en la que
muchos han convertido sus vidas, que no dudan en mostrarse, más allá de la
desnudez física, con tal de alcanzar los minutos de esa gloria que guarda tanto
parecido con el infierno. Un poemario con el que García Casado vuelve a estirar
el mapa de la poesía escrita en español, una vez más. Con sus poemas ilumina
rincones que tradicionalmente han permanecido a oscuras, como si no formaran
parte de nuestras vidas, cuando en realidad están muy presentes. También tú, a cualquier hora, pero mejor de
madrugada.
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