No me cabe duda de que sin personas rupturistas, que
son capaces de ofrecer un nuevo vocabulario, un nuevo discurso, que por
supuesto nos es imposible comprender o asimilar, ya que está en clave de futuro
y nosotros mal sobrevivimos al presente, este mundo nuestro seguiría dormitando
en las cavernas y apenas habríamos evolucionado. A esas personas que nunca
entenderemos, que incluso rechazaremos, de las que nos mofaremos y
desconfiaremos hasta la desconfianza más absoluta, jamás les podremos agradecer
lo suficiente que colocaran los peldaños de hoy y que hoy coloquen los peldaños
de la escalera que nos ha de conducir al mañana. El que no los entendamos es la
evidencia más concreta y evidente de nuestra ceguera, proyectan una luz a la
que no estamos acostumbrados; la desconocemos. Visionarios, adelantados,
genios, en fin, son muchas las palabras a las que podemos acudir para definir a
estas personas que han tenido la fuerza, la habilidad y el talento para agarrar
las páginas de nuestra historia y hacerlas pasar una a una, capítulo a
capítulo, y aquí seguimos, sin llegar al punto final, que esperemos sea todavía
muy lejano, a pesar de Trump, Putin y demás fauna, empeñados en lo contrario.
Por eso comparto esa teoría que dice aquello de que los genios, de cualquier
ámbito, son los únicos que se equivocan, ya que nosotros estamos instalados en
la mediocridad, en la mitad de la mitad, y nunca alcanzamos la cima, como la
alcanzan ellos. Y por eso, cuando se equivocan, porque también se equivocan,
sus equivocaciones son más visibles, más gruesas. Pero a pesar de eso, son los
herederos de las cimas, y desde ellas, en lo más alto, nos señalan el camino a
seguir.
Por todo lo anteriormente expuesto me declaro fan
total de Palomo Spain. Y si ahora tuviera 20 años, que no son ni serán como los
veinte años que disfruté, no descartaría enfundarme alguno de sus modelos. Y no
me mire con esa cara, que estoy hablando completamente en serio. Me habría
encantado hacerlo porque eso habría supuesto que a mis veinte años hubiera
disfrutado de la libertad, mucho más allá de la sexual, que exhibe Alejandro
Gómez Palomo, más conocido como Palomo Spain. Hablamos de libertad en el más
amplio sentido de la palabra. Porque la obra de Palomo Spain se arma y
desarrolla sobre un sentimiento que debe ser el principal argumento de
cualquier creador que se precie: la libertad –plena y absoluta-. Entendida como
universalidad, como espacios sin fronteras, sin condicionantes de ningún tipo,
sin género ni calificación. Sin pensar en el qué dirán, en esto quién se lo
pondrá, pura creatividad. Libertad para cubrir a sus modelos con los vestidos y
trajes que diseña, tal y como pudimos ver en su fastuoso y deslumbrante desfile
en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, denominado Wunderskammer, incluido dentro de la Semana de la Moda de Madrid.
Una vez más, Palomo no dejó a nadie indiferente, y cada nuevo diseño
era recibido y comentado desde la admiración, la conmoción, la emoción y la
incomprensión. Porque por si algo se distingue Palomo es porque no es neutro.
Afortunadamente, que ya tenemos demasiada neutralidad, corrección e hipocresía
almacenada en la alacena.
Me deslumbra y emociona ese atrevimiento, ese
derroche de creatividad y de talento que Palomo exhibe en cada nueva propuesta
o en cada frase. Admiro su naturalidad, su absoluta libertad, insisto.
Naturalidad para hablar de sus orígenes, en Posadas, cuando utilizaba los
retales de las cortinas que cosía su abuela para vestir a sus barbies, o de sus
encuentros en el establecimiento familiar. No me cabe duda de que parte de esa
naturalidad/libertad Palomo se la debe a su familia, que nunca ha supuesto un
freno o un lastre para su desarrollo creativo o personal. Una prueba más de la
importancia de la educación, de la enorme huella que nos deja en la infancia y
que nos marca, para bien o para mal, el resto de nuestras vidas. Desde esa
atalaya suya, tan particular, tan diferente, tan fresca, Palomo está haciendo
mucho más de lo que él mismo podría imaginar por el colectivo LGTBi,
introduciendo en nuestras vidas esa normalidad que durante tantos años ha
formado parte de la oscuridad o del tabú. Espero que siga siendo como es, puro,
sin condicionantes, excesivo y expresivo, creativo, genial, y que nos siga
adelantando el futuro.
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