martes, 10 de julio de 2018

MEDINA VERSUS EL VALLE



Deberíamos leer más a Valle, que sigue siendo vigente y actual, y hasta moderno, y no dedicarle ni un solo segundo al Valle, más conocido como el de los Caídos, monumento al dolor y al terror más grotesco que uno pudiera imaginar. Pero volvemos a hacerlo, cuando se acerca la gran fecha/facha del fascismo patrio y de la infamia mayor que este país haya conocido, y eso que coleccionamos este tipo de fechas –fachas-, a lo largo de nuestra historia. Regresa el legado de Lorca a su tierra, a su Granada, a Andalucía, a las que tanto amó, pero siguen sin aparecer sus restos, perdidos en el olvido de los tiempos. Franco sí sabemos donde está, en su cateta pirámide de faraón sin rimel, que no es donde nos gustaría que estuviera, a una gran mayoría. Carmen ya es Duquesa de Franco, ese título del que cualquier persona con la menor humanidad y dignidad renegaría, despreciaría, pero que ella luce orgullosa. Se celebrará con su correspondiente misa en el pazo, no me cabe duda. El asesinato de Víctor Jara por fin es juzgado y sentenciado, 18 años de cárcel para los policías que torturaron y asesinaron al creador de la inolvidable Te recuerdo Amanda. Aquí, en nuestro país, contagiados de ceguera y olvido, Billy el Niño cobra un suplemento en su pensión porque sigue poseyendo la medalla al mérito –con minúscula-, cuando todo lo que hizo fue un demérito y un delito. Un insulto. La Memoria Histórica, esa asignatura pendiente. Deberíamos leer más a Valle, hiperbólico y sublime, adelantado y gaseoso, esperpento y clarividencia, para impregnarnos o curarnos de ese españolismo de barraca y feria que uno puede encontrar en Luces de Bohemia o en Tirano Banderas, que es un adelanto de lo que vino después, y que concluyó en ese Valle de los Caídos, pero qué nombre más mal escogido, porque no representa a nadie, o porque ninguno de los caídos fueron allí a parar. La paradoja también adopta forma terroríficas.
Medina Azahara representa justamente lo contrario que el Valle de los Caídos. Y si tenemos en cuenta la leyenda, si nos la creemos, que yo me la creo, llámeme utópico, que no me molesta, mucho más. Porque según esa leyenda que nos han contado mil veces, la ciudad, su construcción, su definición, es como consecuencia de un acto de amor. También fue para muchos, otras teorías, símbolo de libertad, de independencia frente a un Califato opresor, un lugar diferente por muchos motivos. Refugio de artistas, de intelectuales, de científicos, que encontraron en Medina un espacio para desarrollarse. Eso es lo que nos han contado, y yo quiero creer que es así. En cualquier caso, no existen leyendas negras de esta ciudad palatina, no es célebre por su represión, por el terror o por el sufrimiento que padecieron sus habitantes, y eso que Abderramán fue un gobernante de armas tomar, nunca mejor dicho. Aún así, no hizo de Medina Azahara su Valle de los Caídos, aunque sí se trató de la representación de su poder, de su autoridad, de su dominio, una exhibición, una bella exhibición, según cuentan. Lo de Franco también es una exhibición, pero me temo que ninguna de sus posibles definiciones tengan algo que ver, ni remotamente, con la belleza. Escoja, pero yo creo que “horror” es la palabra más certera. Horror, que por cierto es prima hermana de error y de hedor.
Se merece Medina Azahara una película, extraño que todavía nadie se haya atrevido, y del Valle se pasaron de metraje en el NODO, ese instrumento fascista de la España franquista que todos debían digerir, afines o no a la costra. Las teorías del pasado desembocan en la realidad actual, esa que nos muestra a Medina Azahara como un lugar de sabiduría, belleza y concordia, y que merece la pena reinterpretar, rescatar de los siglos de olvido, mientras que el Valle pasará a la historia como un lugar que habría merecido no existir nunca, feo, aberrante y terrible. De competir por algo, lo haría con Auschwitz, Mauthausen o Guantánamo, como Patrimonio Mundial del Horror, no tiene más aspiraciones, me temo, esa es su Liga. Me resulta del todo incomprensible, por no rebuscar más en el diccionario, que haya quien defienda o venere este lugar, que habla de un pasado que jamás debería haberse escrito y mucho menos padecido. Todo lo contrario que Medina Azahara, que más de mil años después vuelve a vivir una época gloriosa, que esperamos y deseamos que sea muy, muy, extensa. Buenos mimbres están encajando. Y sigamos leyendo a Valle, que nunca pesa, que nunca pasa. 

No hay comentarios: