Hay tradiciones que me gusta respetar, cumplir, perpetuar
cada año o cada vez que toque o pueda. Hay buenas tradiciones que me gustaría
cumplir cada día, pero cada día tiene sus tiempos y sus exigencias, y sus
muchas cosas en esa agenda que nos escriben. No siempre podemos, nos excusamos
constantemente, cuando las citas, las películas, los conciertos, los libros o
las exposiciones pasan de largo. Tal vez sea el tiempo el mayor tesoro de este
tiempo que nos ha tocado vivir, aunque también puede que se trate de la gran
mentira que nos hemos buscado, y encontrado, para justificar todo aquello que
no hacemos o no somos porque simple y llanamente no lo intentamos. Quién sabe,
todo puede ser, y algo más, que siempre hay un algo más bajo la alfombra o en
el fondo del armario. Aparte tres muertos y seguro que encuentra algo, ese algo
más del que le hablo. Me gusta escribir sobre la Navidad, sobre estas fiestas,
cuando coinciden en el calendario y este año coincidimos, para mi regocijo, que
es una tarea que afronto con alegría renovada, tal vez contagiada. Lo repito,
lo reitero, las navidades con hijos son más navidades, más fiesta, más alegría,
y por una vez acudamos a todos esos tópicos que cuentan y que se cumplen, para
deleite de padres y madres, de familia. Es tiempo de familia, lo queramos o no.
Yo echo de menos, mucho, a los que faltan, me arrepiento del tiempo perdido y
no compartido, no disfrutado. Y envidio a quien sí puede hacerlo. Otra
tradición que suelo cumplir, ver de nuevo Qué bello es vivir. No soy muy
original, ya lo sé, pero a mí se me siguen humedeciendo los ojos con algunas
escenas. Este año, y seguro que el año que viene también. Y es que hay
sentimientos que es bueno mantener siempre despiertos, siempre vivos, activos.
Hermosa película de frases memorables: La vida de cada hombre toca muchas
vidas, y cuando uno no está cerca deja un terrible agujero. Duele comprobar
esta certeza.
domingo, 25 de diciembre de 2016
VIDA
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