El 18 de mayo de 1980, Ian Curtis, diletante arcángel de
la modernidad, decidió poner punto y final a su vida. Ese mismo día, comenzó a
crecer su leyenda, y no ha dejado de hacerlo hasta ahora. La voz y la mirada de
Joy Division, la fría distancia del mito, como un jamesdean de suburbio,
fulgurante prototipo de todo lo que tendría que venir después. Lo que es ahora,
lo que suena ahora.
Los chicos jóvenes compran su icónica camiseta en
las grandes superficies, hay quien cree que Joy Division prosiguen con una
interminable gira australiana. Han pasado los años y el corazón sigue latiendo.
Tras el fallecimiento mutaron en otro ser, igualmente trascendental para la
historia musical reciente, New Order, pero la longevidad convierte el oro en
barro, lo brillante en rutina, y lo devora todo, arrugas sobre la porcelana.
Incluso las más férreas amistades de juventud acaban disolviéndose.
Sin Joy Division no podríamos entender la música –que
definen como popular- de los últimos cuarenta años. Suya es una canción que
puede considerarse como una especie de himno generacional: Love will tear us apart, se disputa el podium de los himnos con Heroes de Bowie, con Boys don´t cry de los Cure, con Personal
Jesus de Depeche Mode, con Wonderwall, de Oasis o con Blue Monday,
de New Order. Una de esas canciones que laten en el corazón de nuestra memoria,
a modo de bótox mental.
Ian Curtis cumplió con el siniestro ritual de las grandes
leyendas del rock: y murió joven, alto, guapo y en la cúspide la fama. Bernard
Sumner, guitarrista de Joy Division y de New Order, pone en orden su memoria
musical, al mismo tiempo que actualiza sus rencillas con Peter Hook, bajista de
ambas formaciones, igualmente. Y lo hace desde su privilegiada atalaya,
protagonista directo y activo de los acontecimientos narrados.
Pero no todo son rencillas y chismes en esta
biografía joydivisiana y neworderiana. De hecho, no conforman el
núcleo central, a pesar de la insistencia de Sumner en diseccionar e insistir
sobre su relación con Hook. Gracias al relato de su pasado, podemos conocer
intimidades de dos bandas míticas, su influencia en la definición de nuevas tendencias,
así como la evolución musical de aquellos años dorados para la música
británica, fundamentalmente.
Certeros recuerdos de The Hacienda, ácidas
noches neoyorquinas, ascensos y caídas, la muerte de Ian Curtis, las bandas más
influyentes de los 80, la adaptación a los nuevos y cambiantes tiempos y sus
nuevos inquilinos, las desgarradoras entrañas de la industria discográfica, la
electricidad del local de ensayo, el éxtasis del escenario y la rabia
incontrolable desfilan por esta entretenida y, a ratos, lúcida biografía, que
reflexiona sobre un tiempo y su banda sonora.
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