Ya han pasado las elecciones catalanas, ¿y ahora
qué? Pues ahora toca bailar, sí, eso que no se ha hecho hasta el momento. Rajoy
y Mas, nada más pisar la pista de baile, ese tapiz con forma de piel de toro,
se situaron en los rincones más alejados. Jamás se miraron a los ojos, siempre
de reojo, desconfiados el uno del otro, y el otro del uno. No me gusta la
muñeira, esbozó Mas, pues la sardana me aburre una barbaridad, dicen
que resopló Rajoy; ¡una de Raphael, ni en broma!, bramó Mas, a mí no
me gusta Sergio Dalma, renegó Rajoy; me gusta la letra, pero la
musiquilla no tanto, justificó Mas, una rosa es una rosa es, pues esa me
gusta, propuso Rajoy. Y así, el presidente español y el presidente catalán
dejaron pasar las canciones, más de mil, una tras otra, sin coincidir en una
sola de ellas y sin abandonar sus respectivos y alejados rincones. Para bailar
agarrados, tienen que querer las dos personas que componen la pareja, y dos no
se pelean si uno no quiere, escoja el axioma que más le guste. Ninguno de los
dos ha cedido un ápice en sus planteamientos o ha ofrecido medio gramo más de
entendimiento o proximidad. Como dos inmensas rocas, que ruedan desde lo alto
de la montaña, han recorrido sus caminos sin tratar de variar la dirección, sin
predecir las consecuencias, sin asumir riesgos. Mas encontró la banda sonora
perfecta con la que encubrir el mayor descalabro social, en forma de recortes y
mermas de derechos, que han padecido los catalanes en las últimas décadas.
Rajoy trató de proclamarse como el gran defensor de España y ha terminado
convirtiéndose, al igual que buena parte de la cúpula de su partido, en una
factoría de independentistas. Patriotismo no es lo mismo que confrontación.
¿Y ahora qué? Toca bailar, me repito. Bailar
durante horas, hasta encallecer las plantas de los pies. Bailar mientras el
cuerpo aguante. El resultado de las pasadas elecciones en Cataluña cuentan con
un aspecto positivo, tras la maraña de ramas y hojas que nos impiden contemplar
la fotografía verdadera, que todos los actores principales deberían tener en
cuenta: hay tiempo. Vuelve a haber tiempo. La división de la sociedad catalana
así lo exige, ya que en número de votos hubiera ganado el “no” a la supuesta
independencia. Al que habrá de ser nuevo presidente del Gobierno de España y al
que habrá de ser el President de la Generalitat les ha llegado, sin quererlo o
no, deseado o maldecido, un bonus extra de tiempo. Pero la pareja de baile que
hemos tenido hasta el momento no sirve, no, demasiadas canciones repudiadas, demasiado
tiempo en los rincones de la ignorancia. Necesitamos una nueva pareja de baile,
pero una formada por dos personas que estén dispuestas a bailar... sigue leyendo en El Día de Córdoba
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