Una
pareja se sienta en la terraza de una cafetería y piden un café solo y una
menta-poleo. Cuando el camarero deposita las bebidas en la mesa, deja el café
solo junto al hombre y la infusión junto a la mujer. Lo mismo suele suceder con
cerveza/vino y refresco, o pidiendo la cuenta, con toda probabilidad la bandejita
con la nota del importe acabe en las manos del hombre, así como la cerveza. El
anuncio de un yogur, bajo en calorías, que presumiblemente propicia que te
mantengas en la “´línea adecuada”, lo protagonizan cinco mujeres, cinco, y ni
un solo nombre. Un local solo para niñas, donde las maquillan y visten, para
luego desfilar, cumpliendo así el que debe ser el gran sueño de su vida: ser
una princesa. Anuncios de lavavajillas, lavadoras o planchas destinados al
consumo exclusivo de las mujeres. Sigamos, una competición automovilística que
se publicita con la fotografía de una chica en ropa interior -¿cuál es la
relación?-. En el colegio, normalmente, el número de teléfono que tienen para
cualquier posible aviso es el de la madre. Más publicidad, por ejemplo: en los
anuncios de taladradoras, sierras mecánicas y demás artilugios para bricolaje,
solo aparecemos hombres, somos los manitas de la casa, porque eso de lavar y
barrer no es para nosotros. La cuna, con el hijo recién nacido, habitualmente se
sitúa en el lado en el que duerme la madre. Seguro que algunas de las
situaciones/escenas anteriores le son comunes, las ha vivido de cerca en algún
momento de su vida o, peor aún, forman parte de su rutina. Y es que esos mundos
rosa y azul que creíamos finiquitados, siguen estando ahí, muy presentes en
nuestras vidas.
Si a esto le añadimos que las mujeres cobran casi un treinta por ciento
menos que un hombre por desempeñar un mismo trabajo, a pesar de que la
estadística nos indica que ellas están mejor formadas académicamente y que han
superado sus estudios con mejores notas que nosotros. Y si a esto le añadimos
que la presencia de mujeres en los consejos de administración de las grandes
empresas, en las cátedras, en los juzgados, en la Academia de la Lengua, en los
puestos directivos de la banca y de los medios de comunicación y allí donde se
toman las decisiones sigue siendo insuficiente, que ni de lejos se cumple la
paridad. La crisis sigue siendo muy dura para todos, pero ellas la sufren más,
lo que ha propiciado el regreso de las mujeres a la “casa”. Pero es que la suma
de la desigualdad sigue, basta con girar el cuello y contemplar la realidad. En
las denominadas tareas del hogar, por ejemplo, o en el cuidado de nuestros
hijos o mayores, siempre encontraremos a mujeres, como si contaran con un gen
especial en su ADN que les concede... sigue leyendo en El Día de Córdoba
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