La pareja de la Guardia Civil creada por
Lorenzo Silva, Bevilacqua y Chamorro, se ha convertido, por merecimientos
propios, también por veteranía, en una referencia ineludible de lo que hoy
llamamos Novela Negra. Y lo es desde mucho antes de esta avalancha que hoy nos
asola, como si hubiera aparecido un nuevo género a partir de la nada, como por
arte de magia. Bevilacqua y Chamorro vienen de lejos, y sus lectores los hemos
visto ascender, investigar, aprender y casi crecer, a un ritmo similar al de la
Literatura de Lorenzo Silva, siempre en una continuada evolución ascendente.
No me cabe duda de que esa es unas de
las habilidades de Lorenzo Silva, ha conseguido a lo largo de las entregas que
Bevilacqua y Chamorro, Vila y Virginia, el brigada y la sargento protagonistas,
formen parte de lo que podríamos definir como nuestra “familia literaria”. Un
conocimiento que, hablemos incluso de intimidad, hemos alcanzado poco a poco,
ya que Silva ha sido habilidoso, paciente y constante a la hora de ofrecernos
la información más adecuada sobre la pareja. Y lo sigue haciendo, propiciando
que la capacidad para sorprendernos permanezca intacta, en cada nuevo título.
Vila y Chamorro se adentran en esta
nueva entrega de la saga, Los cuerpos
extraños, en un tema de candente actualidad: la corrupción política.
Un tema que, desgraciadamente, es habitual en las portadas de los
periódicos y en las escaletas de los informativos y que Silva introduce en la
novela con esa terrible cotidianidad con la que nos hemos acostumbrado a ella. Una
alcaldesa de una localidad del levante español aparece muerta en una playa
cercana. A partir de ahí, con su habitual pericia, Lorenzo Silva nos muestra
las habilidades investigadoras del brigada y la sargento.
Pero hay más que corrupción, en sentido
estricto, Los cuerpos extraños
también nos ofrece una visión, tan realista como descarnada, de las
interioridades de los partidos políticos, de sus laberínticas entrañas, de los
codazos y de los empujones, de los ascensos y las traiciones, de la guerra por
alcanzar las cuotas de poder en esos bandos o “familias” que siempre existen en
todas las formaciones. Una peculiaridad que utiliza Silva para adherir nuevos
matices, otras “pieles”, a la trama original.
Como
indicaba anteriormente, el que conozcamos sobradamente a Vila y Chamorro no es
obstáculo para que nos sigan sorprendiendo. En Los cuerpos extraños, Silva es más explícito que en anteriores
entregas en la intimidad de la pareja, nos aporta desconocidos detalles, más
elementos de información y de percepción. El paso de los años, las ausencias y
carencias, los deseos no satisfechos y los alcanzados, fabrican nuevas aristas en
las personalidades de los investigadores.
Y
como en anteriores títulos, en Los
cuerpos extraños volvemos a disfrutar con esa capacidad casi poética de
Bevilacqua para enfrentarse a los casos, el inalterable metodismo de Chamorro,
así como de un sinfín de brillantes diálogos y descripciones psicológicas, tan
perfiladas y acertadas, que dotan a la obra de una inteligencia y coherencia
que no son, desafortunadamente, rasgos habituales en el género negro
actual.
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