Me llamo Turambo y al amanecer vendrán a
por mí, con esta turbadora y
profética frase comienza Yasmina Khadra su última novela, Los ángeles mueren por nuestras heridas. Un comienzo que traza el
devenir posterior de la historia, pero que también nos indica que nos
encontramos ante una obra entendida y construida desde la concepción clásica,
tradicional, de la novela. Pero huyamos de prevenciones o cautelas, ya que este
evidente clasicismo de Los ángeles mueren
por nuestras heridas no juega en su contra, sólo se trata de una
calificación, ya que nos encontramos ante una poderosa y contundente novela.
Pícaro, desgraciado, pretencioso e indefenso, al mismo tiempo, Turambo
es el gran protagonista de la nueva entrega de Khadra. Caminamos a su lado
desde su dura infancia, por lo callejones embarrados y sombríos de su aldea,
nos contagia su pobreza extrema, y compartimos su fulgor, estrella de la calle,
héroe de los mendigos, en la gran ciudad. Turambo, en cierto modo, tiene mucho
de esos personajes extremos, sin nada, desnudos ante la vida y sus
circunstancias, que tan bien nos mostraron los Delibes, Cela o Umbral, en esa
España huraña y ruin de la posguerra. Porque Argelia, la que nos muestra
Khadra, tiene mucho de esa España de Las
ratas y de La colmena, similares
en sus bajezas materiales y humanas, apenas son perceptibles las diferencias... sigue leyendo en La Tormenta En Un Vaso.
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