miércoles, 19 de febrero de 2014

COMMANDO, JOHNNY RAMONE

No me cabe duda de que sin los Ramones nos faltaría una pieza fundamental para completar el puzzle o mosaico de la historia reciente de la música contemporánea. Si en ellos, sin esta familia pelucona y eléctrica, tal vez un sinfín de bandas no habrían existido, o, como poco, habrían sonado de manera muy diferente a como lo han hecho. Pensemos en Smashing Pumkins, en Primitives, en Green Day o en nuestros Nikis, y así podríamos seguir enumerando bandas hasta rellenar un par de páginas.
Johnny, en su autobiografía, ejerce de lo que fue y por lo que todos los conocimos: un auténtico Ramone. Commando es su testamento literario y vital, su despedida, y como si se tratase de una canción de la propia banda, es breve pero intenso, directo, puro, sin edulcorantes ni conservantes, disparo a quemarropa, distorsión interminable, Gabba gabba hey!! Punk, de principio a fin.
Mi lectura de Commando puede entenderse como un virtual e inesperado ejercicio literario. Acababa de concluir la delirante La calle Great Jones de Don DeLillo, y si no me concentraba en lo contrario, muy difícil en determinados momentos, leyendo a Johnny creía que me encontraba ante una continuación de la novela citada, cuando no ante una milimétrica personificación de su protagonista.
Reservado, republicano –porque entendía que los demócratas pretendían ser demasiado simpáticos-, encanijado, observador, Johnny Ramone nos muestra sin ningún tipo de rubor o pudor la trastienda del rock. Las primeras noches en el legendario CBGD... sigue leyendo en La Tormenta En Un Vaso 

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