martes, 2 de julio de 2013

ESOS DÍAS

El miedo a cambiar, a que nada sea como había sido, puertas que se abren, vértigo, incertidumbre, esos días...
A veces, hay días en la vida en lo que todo empieza de nuevo. Porque perdemos el empleo –nada extraño en este tiempo- o comenzamos en uno nuevo -¡bingo!-, porque nos casamos o divorciamos, porque nace un hijo, porque nos enamoramos, porque nos marchamos a vivir al extranjero o regresamos a casa, porque enfermamos o sanamos, porque nos mudamos, porque nos toca la Primitiva –ya quisiéramos-, porque triunfamos o fracasamos, porque nos despedimos de un amigo, de un lugar, de lo que sea, por lo que sea. Hay días, previstos, imprevistos, por sorpresa, en la vida en los que todo empieza de nuevo. Le invito a realizar el siguiente ejercicio: anote en un papel todos esos días que han tenido lugar a lo largo de su vida en lo que todo, o casi, ha empezado de nuevo. Verá como le salen unos cuantos, hasta pueda que se sorprenda de la cantidad, y de la importancia o no que le concedió a esos días en ese momento del pasado. Gracias a todos esos días, o por esos días, usted es lo que es y por eso, también, es así su vida. Son días en los que podemos sentir confusión, indignación, felicidad, nostalgia, vértigo, tristeza, impotencia, incredulidad, cansancio, dolor… y así podríamos seguir enumerando los diferentes estados de ánimo. Pero, sobre todo, en uno de esos días en la vida en los que todo empieza de nuevo lo primero que sentimos es miedo. Miedo a lo desconocido, a lo que vendrá, a lo que hay tras esa puerta que se abre, a la nada, a que el pasado nunca vuelva, a que todo vaya a peor, a que no seamos capaces de iniciar ese nuevo camino, a caer, a no alcanzar la cima, a lo nuevo, simplemente. El miedo es una sensación salvaje, no domesticable, raramente controlable, paralizante si no se supera, frustrante, pero absolutamente natural. Queramos o no, lo llevamos dentro, siempre nos acompaña, y de cuando en cuando le gusta mostrarse, afilar las uñas y exhibir su poder. Cuando araña, araña de verdad.
Seguramente, con toda probabilidad, la vida es fascinante, aunque a veces la sintamos brumosa, peligrosa o ingrata, gracias a estos días en los que nos toca, o nos empujan, a empezar de nuevo. Seguramente, con toda probabilidad, en esos días no podamos llegar a sentir esa fascinación –puede que sintamos, padezcamos, justamente lo contrario-. Necesitaremos de tiempo, de recorrer unos cuantos kilómetros de ese camino que comenzamos, precisamente, ese día; necesitamos la ayuda y la sabiduría del tiempo. Sin estos días, nuestra vida sería como uno... sigue leyendo en El Día de Córdoba 

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