No
me debería llevar ni cinco minutos escribir la reseña de la nueva entrega de
Junot Díaz, Así es como la pierdes, o
simplemente me bastaría con decir que se trata de un libro maravilloso.
Empecemos por aquí, ya puestos. Sí, Así
es como la pierdes es una delicia literaria, una de esas joyas que tan
raramente se cuelan en tus lecturas, una bocanada de talento, humor, emoción,
precisión e ingenio. No quiero escatimar en el elogio, tampoco en los
adjetivos. Vibrante, irónico, divertido, transparente, pasional, luminoso,
apabullante, innovador, espléndido, sí, espléndido.
Sin
embargo, estoy radicalmente en contra de la calificación/clasificación que nos
han ofrecido. No es un libro de cuentos, Así
es como la pierdes es una novela, una novela mayúscula. El que cada
capítulo nos ofrezca una historia con un aparente cierre no debe entenderse
como una colección de relatos, no. De hecho, no es la primera novela que se
construye de esta manera. Tengamos en cuenta el gran fresco final, el regusto
que Así es como la pierdes te deja
cuando concluyes su lectura. Debo de reconocer que en mi caso tuvo algo de
traumático, de desolador, el alcanzar el punto y final, hubiera deseado otras
mil páginas similares más.
Concentrémonos,
resumen de los dos párrafos anteriores: Así
es como la pierdes es una novela maravillosa. Sigamos. Para quien no se
haya zambullido en la narrativa de Junot Díaz, una recomendación: ese uso
descarnado y sin tapujos de la jerga, del domo
en este caso (el español que hablan los dominicanos emigrantes en los Estados
Unidos de América), lejos de suponer un lastre es un rico y valiosísimo
ingrediente que le aporta a la narración una musicalidad, una autenticidad y
una plasticidad de tal magnitud y efectividad que una vez asimilado por nuestro
oído –y cerebro- te atrapa y seduce, te hace mover las caderas, es un ritmo
íntimo que se cuela en tu cerebro fabricando su propia banda sonora... seguir leyendo en La Tormenta en un Vaso
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