Celebré el Día Mundial de la Poesía leyendo poemas de
poetas con los que me unen emociones, referencias, devociones y amistad. Poetas
a los que admiro por todos los motivos. Entre ellos, no podía faltar a la cita,
en esta ocasión por mayor motivo, José Daniel García, que hace muy poquito nos
ha ofrecido Noir, publicado por la siempre exquisita Isla de Siltolá. Vuelvo
al ciberespacio. Navego por las redes en tu busca. Esconde Dani su multitud
de referencias literarias tras una cotidianidad que nos hipnotiza, y nos hace
suyos, desde el primer momento, desde el primer verso. Poemas directos, que te
dejan sin aliento en ocasiones, de una solidez nada frecuente, en estos tiempos
de poesía vacua y recitales con entrada en ticketmaster. Estos tiempos de
guantes de látex y sacarina. Poemas para descubrir ese otro lado de lo
tangible, de la primera realidad. Javier Sánchez Menéndez, en De cuna y
sepultura (Sexto Libro de Fábula), proclama sin titubear: He saludado al
enemigo con un afectuoso apretón de manos. No hay enemigos, repito en la
cabeza, existe lo vulgar, lo que no es. La no poesía. Toda una declaración
de intenciones por parte de un poeta de firmes convicciones, con su obra y con
la poesía, a la que mima y protege como una frágil y delicada especie en vías
de extinción. Un poeta que es un amasijo de poetas, de voces, a las que
referencia y dignifica construyendo su propia voz, nítida y grave, luminosa y
cálida. Necesitaría más de una columna para situar en el lugar que se merecen
la trayectoria y labor de Javier Sánchez Menéndez, como poeta, editor, librero
y activista cultural. Necesitamos personas como él, persistentes y visionarios,
capaces, que hacen más rica y más sabia, más colorista, esta sociedad nuestra,
tan tendente al sepia. Tan tendente a la no realidad, a la nada.
La confirmación de un narrador en estado de gracia,
no me cabe duda. Maleza está compuesta por tres novelas, por tres
historias, que también cuentan con su propia y genuina poética. Y es que Daniel
Ruiz ha compuesto a lo largo de los títulos un personalísimo discurso narrativo
que, como una canción de Extremoduro, puede ser cálido y áspero, incluso
violento, al mismo tiempo. Una voz que en esta ocasión recorre las callejuelas
de las afueras, navega por los canales que delimitan el extrarradio, donde las
candelas siguen humeando en las madrugadas con aliento de cerveza amarga, los
vericuetos de la mente humana en las situaciones más inesperadas, y en las
reacciones más inesperadas, y también recorre la pasión en sus formatos más
primarios y estremecedores. Daniel Ruiz ha dejado de ser una promesa para pasar
a la balda de indispensables, uno de esos autores a seguir y leer libro tras
libro, como si se tratara del líder de una secta literaria, apuesta segura
siempre. Diego Vaya, también sevillano, regresa al ruedo literario con Arde
hasta el fin, Babel, que ha editado, y muy bien, la joven editorial Maclein
y Parker. Vaya sabe recrear el desasosiego, la inquietud, y hasta el pánico, a
través de personajes y situaciones que aún escapando de lo que podemos entender
como “lo normal”, pasan a formar parte de nuestro imaginario más cercano solo
unas líneas después. Casas misteriosas, valles marcados por la muerte, el lado
oscuro del éxito, parejas en fases de descomposición o la extrañeza que se
esconde tras la rutina, aparecen en esta colección de relatos que es un
estupendo escaparate, amplio y variado, para conocer a un autor con pulso,
ritmo y aliento.
Solo es una impresión personal, pero creo que a
estas alturas, salvo que resucitara a su primera versión, Nick Cave no podría
componer la banda sonora de La muerte de Bunny Munro. Se trata de su
segunda novela, publicada inicialmente en 2009, y que ahora recupera en una
espectacular edición Malpaso. El Cave actual sigue siendo igual de violento y
salvaje pero más melódico, y esta novela es adrenalina y punk, una roadmovie
literaria delirante y crepuscular que te sacude por dentro. Una obra plagada de
referencias que el músico australiano tamiza bajo su particular óptica, en esa
perpetua oda a la violencia, y que bien podríamos definir como una melodía
rota. Cinco libros, cinco, para cualquier ocasión, estas fechas pueden ser la
perfecta, para reencontrarse con la lectura, buena lectura, y disfrutar de
mundos muy diferentes, aunque tal vez sea el mismo mundo contado desde
distintas ventanas y alturas.
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