martes, 24 de junio de 2014

SOLO LOS VAMPIROS SOBREVIVEN

Sangre como alimento de vida, la noche como aliada, poderes excepcionales, capas y colmillos, estacas y crucifijos, ajos y cuellos seductores, la inmortalidad. Se han rodado miles de películas protagonizadas por vampiros a lo largo de los años, desde el presunto historicismo o respeto por la obra original o desde la comedia, el romanticismo o desde la pornografía. He visto cientos de películas y series de vampiros, terroríficamente malas en un porcentaje muy alto, gloriosas algunas de ellas, deliciosas unas cuantas. La mayoría de nosotros tenemos nuestra propia selección de pelis favoritas de vampiros, y raramente coincidimos en los primeros puestos cuando nos encontramos con otros forofos. Es difícil escoger y seleccionar, que se lo pregunten a Del Bosque, ante semejante avalancha. Todas ellas, de un modo u otro, e incluyo las producciones más espantosas, esas que ni la Serie B o la Z son capaces de englobar, me han interesado. Porque todas ellas, desde el esperpento, desde la innovación, desde el atrevimiento o desde el respeto por las más tradicionales reglas, me han aportado una nueva clave, un nuevo ángulo del mundo vampírico. Les debo una novela, una colección de relatos, un ensayo, estudio o lo que sea, un artículo me sabe a poco. Es un mandato que me autoimpongo y que espero sea realidad un día de estos. No soy el primero, tampoco seré el último. En realidad, en multitud de ocasiones, el vampirismo es la excusa para abordar otras cuestiones, o para profundizar en la esencia de este género: la trascendencia. La permanencia, el horror a la muerte, al silencio, a la soledad, al vacío.
El Drácula de Coppola, Entrevista con el vampiro, de Neil Jordan y la saga de Blade, sin olvidarnos de la fulgurante Cronos de Guillermo del Toro o de Los viajeros de la noche de Kathryn Bigelow remozaron/actualizaron un género que muchos intuyeron como agotado tras el maratoniano ejercicio de las décadas anteriores. Años más tarde, la saga Crepúsculo convirtió a los vampiros en un fenómeno adolescente planetario, consiguiendo que decoraran con sus colmillos y su palidez las carpetas de millones de jovencitos. Plenamente establecidos, actualizados, cada poco estrenan una nueva serie o película, como la que ha llegado a los cines en los últimos días: Solo los amantes sobreviven ... sigue leyendo en El Día de Córdoba

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