martes, 12 de noviembre de 2013

ARTE DEGENERADO

Arte Degenerado, esa expresión que acuñó el nazismo. Holocausto artístico, para salvaguardar la pureza del pueblo...


CUENTAN que Hitler intentó un par de veces ser admitido en la Escuela de Arte de Viena. Sabemos con penosa e histórica certeza que los exterminios, las invasiones, los bombardeos y los lavados de cerebro se le daban bien, pero, para su desgracia, el pincel en sus manos era un elemento hostil, como un boquerón aún en la red, que jamás consiguió dominar. Paisajes infantiles, retratos sin pulso, sombras planas era lo único que podía y sabía aportar y transmitir, y claro, no lo dejaron entrar en la escuela. Sueño truncado, frustración en vena. Una pena que el jovencito Adolfo se topara con un profesor íntegro y comprometido con el Arte, no sabemos si nos habríamos librado de semejante monstruo, empleando su tiempo en ejecutar lienzos y no personas. El hecho es que esto le sentó más que fatal al susodicho, y que cuando comenzó a ser el Adolf que todos desgraciadamente conocemos, decidió que también habría que, primero, detener, y a continuación exterminar lo que comenzaron a definir como Arte Degenerado. Picasso, Renoir, Van Goth, Matisse, Cézanne o Chagall formaban parte de ese peligroso escuadrón contaminador, así como sus estilos, dadaísmo, surrealismo, cubismo, etc., también incluyeron al jazz, faltaría más, esa música desordenada del infierno. Entendieron su Arte Degenerado como agentes infiltrados enviados por los judíos y los bolcheviques, elementos hirientes y nocivos para el buen alemán, ese perfecto ejemplar superdotado, máximo exponente de la raza aria, la raza entre las razas. Hitler y sus correligionarios le dedicaron tiempo al asunto, terriblemente, y así a partir de 1933 comenzaron a desarrollar su maléfico plan. 
En primer lugar, despidieron y apartaron de la dirección de los museos a todos aquellos gestores que hubieran tenido el atrevimiento de adquirir o exponer lo que habían catalogado como Arte Degenerado, ya fueran nacionales o foráneos. La Bauhaus cerró sus puertas. De igual manera se comportaron con las escuelas y academias, donde el Arte Contemporáneo, las vanguardias, pasaron obligatoriamente al silencioso sótano del olvido... sigue leyendo en El Día de Córdoba

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