Ya no valen las excusas de antaño, conectados en todo momento. El limbo de la soledad premeditada se convierte en una utopía, tu última conexión te delata...
Pero
qué daño más grande le ha hecho el WhatsApp o guasá –o como se llame- a las relaciones personales, sobre todo a
las relaciones de pareja. Bueno, los guasás
y todos estos artilugios modernos con los que supuestamente cada día estamos
más interconectados, pero que al mismo tiempo, qué paradoja, cada día estamos
más solos. Dicen que el desarrollo de las Nuevas Tecnologías es siempre signo
de evolución, de avance, pero yo empiezo a tener mis dudas, pero muy serias.
Recuerdo cuando en mi casa no había teléfono, no hace tanto tiempo, y que nos
llamaban –dos o tres llamadas al año- al de mi vecina Pili, la cual nos avisaba
por el patio de luz. Aunque Pili y su familia nunca tuvieron el menor problema
en cedernos su teléfono, todo lo contrario, constituía una pieza más de la
fraternidad casi familiar que establecimos, con el paso del tiempo tuvimos
nuestro propio aparato. Es para que nos
llamen, nos advirtió mi padre, aunque la advertencia no duró mucho.
Comenzamos a desarrollar ese odioso estado de “estar localizado”, con lo
tranquilo que uno vive en el limbo. Después pasamos al contestador automático,
todavía lo conservo, uno de esos aparatejos
con aquellas diminutas cintas grabadoras que reproducían unas voces
ininteligibles y monstruosas. Nos localizamos aún más con la llegada de
Internet, no hace tanto, no hace tanto, y dejamos de pegar sellos en los
sobres. Adiós a aquellas maravillosas cartas a las que dedicabas media tarde y
que, como novelistas en ciernes, nos entregábamos a rellenar hasta el final
tras un primer párrafo entusiasta y folio y medio de escritura rutinaria, a
modo de diario. Costaban dinero y, sobre todo, costaban esfuerzo, comprar los
utensilios, depositarlas en el buzón, y por tanto aprovechábamos cada nuevo
envío. Los coleccionistas de postales mantienen ese espíritu epistolar perdido.
No creo que haya una herramienta de comunicación que haya conseguido
atarnos, esclavizarnos, en tan breve espacio de tiempo como el teléfono móvil... sigue leyendo en El Día de Córdoba
No hay comentarios:
Publicar un comentario