martes, 17 de diciembre de 2013

SELFIE

Selfie, autopostureo fotográfico. Acabará siendo deporte olímpico. Obama, favorito a conquistar la medalla de oro. Pobres de nosotros...

ME pongo hoy un poquito hipster. No se preocupe, no le voy a pedir que se plante unas gafas de pasta, tampoco que me lea mientras escucha a Arcade Fire. Será menos gravoso, se lo aseguro. Vaya, ahora resulta que se llama selfie, y dicen que es una de las palabras más empleadas en el último año, anda que no. Sí, claro, es inglés, o algo parecido, En realidad, selfie es la traducción de una de las palabras que más me horripilan: postureo. En este caso concreto, para ser más exacto, estaríamos hablando de autorretrato postureo, ahí queda la cosa. Y no sólo me horripila postureo por su significado, que también, es básicamente por una cuestión sonora, es fea de narices la palabreja, aunque tras detenerme un instante a pensarlo también me espanta por la relación que -puede que sólo yo- establezca con el perreo, ese ritmillo repulsivo, con baile incorporado, que nos vendieron hace unos años, y que era a la salsa lo que Camela al flamenco -y que cada cual escriba el adjetivo que considere más conveniente-. Se ha hablado mucho del selfie tras el entierro de Mandela, y eso que el fallecido líder sudafricano era justamente lo contrario a lo que representa el postureo. Un hombre íntegro, nada fingido, esencia de valores, defensor de las libertades y la igualdad. Mandela era postura, postura, clara, contundente, sin aristas, esencial y básica, transparente y honesta. Pues curiosamente, tras el entierro de Mandela hemos tenido conocimiento que en el "durante" se produjo el mayor selfie de la historia mundial de los selfies mundiales -que seguro ya existe tal clasificación-. Así, en negrita y cursiva, a lo bestia, ya que estuvieron implicados Obama, el hombre entre los hombres del mundo mundial, el presidente de los Estados Unidos de América, oh yeah, su propia esposa, Michelle, la primera ministra de Dinamarca, Helle Thorning Schmidt, así como el del Reino Unido, David Cameron

Así, a lo rápido, que todo el mundo las ha visto, las imágenes reproducidas por los medios de comunicación nos muestran a un Obama, muy risueño y efusivo, tonteando con la danesa, que es la que realmente ejecuta el selfie, ya que el smartphone es de ella, y junto a ellos un Cameron que se quiere agregar a la fiesta, más por inercia que por complicidad, ya que tiene cara de qué está pasando aquí que no me entero. Pero la imagen entre las imágenes, es la de la expresión de labios contraídos y mirada afilada de Michelle Obama. Cara de "pero qué tonto es mi marido", básicamente. Por la importancia de los participantes, este selfie -no es que me haga mucha gracia la palabrilla, pero es que mucho peor su supuesta traducción al español- ha sido una de las grandes noticias de esta semana. Tal dimensión ha alcanzando que hasta ha eclipsado a la colección de perlas del ministro Montoro, imagínese, no es cualquier cosa -este hombre debería pensarlo un poquito antes de abrir la boca-. Una imagen, la de los Obama y acompañantes, que no sólo han sido muy vistas, también y, especialmente, muy comentadas. Y lo que me ha llamado la atención son las diferentes... sigue leyendo en El Día de Córdoba

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